
Si de mí dependiera, propondría no digo el Día, sino la Semana de la Sinceridad.
Apenas siete días. Ni uno más.
Siete días sin engaños, desde los más inocentes hasta aquellos, descarados.
De un lunes hasta el otro lunes, el diario La Nación no podrá anunciar su 2 x 1 para el teatro con tanta liviandad, deberá decir la verdad de la milanesa; si usted quiere 2 x 1 llame ya (literalmente: ¡ya!). Listo, si no llamó, perdió, hay dos cupos por espectáculo. Ni uno más.
Los carrefoures, jumbos, discos y cotos deberán sincerarse: junte puntos, venga para acá, total, cuando llegue a los 7000 las sábanas a las que usted les echó el ojo ya no estarán. Y a nosotros qué nos importa, lo importante es que usted vuelva y vuelva y vuelva una vez más.
Que las publicidades dejen de prometer lo que es obvio que no darán.
Que el médico confiese que no sabe ni por dónde empezar; que el psiquiatra no esconda sus fobias; que el mecánico se anime a decir y yo qué sé.
Que nadie ose insinuar que la vejez es sólo una etapa más de la vida y que envejecer tiene sus privilegios.
Que Tinelli vomite todo su desprecio hacia ese público al que engaña sin piedad.
Deseo con toda mi alma saber lo que siente y piensa cada político, uno por uno: a ver, pase usted.
Que den cuenta de cada peso que tienen, que sepamos todos cómo lo ganaron y en qué lo gastaron.
Que Aníbal Fernández hable con verdades. Que Moreno no se esconda para patotear. Que sepamos todos qué pasó entre Clarín y los K. Que Papaleo responda todas las preguntas. Que ni TN ni Diego Gvirtz seleccionen sólo los que les conviene contar.
Y después, que griten la verdad los ancianos, los presos, los chicos de la calle, los atropellados, los utilizados, cada maestro del norte y del sur, el peatón, el consumidor, los enfermos, los gobernados, los pobres diablos, los engañados.
Apenas siete días. Ni uno más.
Siete días sin engaños, desde los más inocentes hasta aquellos, descarados.
De un lunes hasta el otro lunes, el diario La Nación no podrá anunciar su 2 x 1 para el teatro con tanta liviandad, deberá decir la verdad de la milanesa; si usted quiere 2 x 1 llame ya (literalmente: ¡ya!). Listo, si no llamó, perdió, hay dos cupos por espectáculo. Ni uno más.
Los carrefoures, jumbos, discos y cotos deberán sincerarse: junte puntos, venga para acá, total, cuando llegue a los 7000 las sábanas a las que usted les echó el ojo ya no estarán. Y a nosotros qué nos importa, lo importante es que usted vuelva y vuelva y vuelva una vez más.
Que las publicidades dejen de prometer lo que es obvio que no darán.
Que el médico confiese que no sabe ni por dónde empezar; que el psiquiatra no esconda sus fobias; que el mecánico se anime a decir y yo qué sé.
Que nadie ose insinuar que la vejez es sólo una etapa más de la vida y que envejecer tiene sus privilegios.
Que Tinelli vomite todo su desprecio hacia ese público al que engaña sin piedad.
Deseo con toda mi alma saber lo que siente y piensa cada político, uno por uno: a ver, pase usted.
Que den cuenta de cada peso que tienen, que sepamos todos cómo lo ganaron y en qué lo gastaron.
Que Aníbal Fernández hable con verdades. Que Moreno no se esconda para patotear. Que sepamos todos qué pasó entre Clarín y los K. Que Papaleo responda todas las preguntas. Que ni TN ni Diego Gvirtz seleccionen sólo los que les conviene contar.
Y después, que griten la verdad los ancianos, los presos, los chicos de la calle, los atropellados, los utilizados, cada maestro del norte y del sur, el peatón, el consumidor, los enfermos, los gobernados, los pobres diablos, los engañados.
Foto: Oscar Pintor.