29.9.10

DUDARIO - A -

a saber
a pagar
a cobrar
: galicismo. Usar por, para, que hay que (Bien para contabilidad).

a base de
(con ingredientes)
postre hecho a base de frutas

postre hecho basándose en frutas
postre hecho en base de frutas

afuera
adentro
adelante
atrás: con verbos de movimiento, no usarlos con preposición (se debe usar fuera de, dentro de, delante de, detrás de).

agravante, atenuante: son sólo femeninos (la).
(interrogante: sust. ambiguo el/la, pero cuando se refiere al signo de interrogación, es sust. masculino).

ad honórem: con tilde y en redonda.

agrícola: género invariable femenino; agrícola-ganadero.

alertar SOBRE las consecuencias.

aneurisma / neurisma: fem. y masc. (el/la).

ángulo: bajo este ángulo, desde este ángulo.

Aún: adv. todavía, único caso en que lleva tilde.
aun: hasta, también, incluso.
aun + adv. (aun así, aun más)
aun + gerundio (aun cantando (hasta))
aun + cuando: aunque
ni aun: ni siquiera


asimismo o así mismo (a sí mismo: nunca junto)

armazón: amb. (la/el).

área: (el área). sust. femenino, debido a la a tónica, lleva art. masculino.
Nuestra, esa, aquella, esta, cuya, otra, mucha, una/un, alguna/algún, ninguna/ningún (La RAE prefiera un, algún, ningún área).
El área marcado.
La área marcada.

27.9.10

¿Un glosario para mí?

Ya les conté que no tengo empacho en subrayar los libros. Con lápiz o con lo que venga. No sólo subrayo, sino que largo líneas para arriba y para abajo, marco surcos dobles cuando ese párrafo –y no otro– brilla para mí en medio de la página, jaes (así: ja!) si es que lo que leo me hace reír.
Desde que tengo un blog, nuevas marcas (casi fórmulas), se amontonan en las hojas leídas.

Si hasta hace un tiempo mi hermana me llamaba, desesperada, porque no entendía mis marcas, de ahora en más, supongo que deberé instalar a modo de glosario, el significado de los nuevos códigos, para que la pobre pueda leer sin contratiempos.

En plena lecutra, ella va dar con:

- una letra B = (tema para blog)
- una letra C = (citas de fin de semana).
- LLP + janfi = (copiar para La lectora Provisoria y mandar a Janfiloso)
- ? W = (buscar más info en la web)
- ##R =
(copiar y mandar a Ramiro, por ejemplo)
- s/ m, s/vej s/ padre = (sobre la muerte, la vejez, el tema del padre).

Y hasta podrá encontrase con esta fórmula:

?Y + (B) + C = (párrafo para consultar con yupi –nuestro experto en Aira–más tema para el blog, más posible cita de fin de semana).

Hermana, ¿estás ahí?, ¿qué hago?

24.9.10

Viernes de cuestionario 4


Carlos Busqued

1) Cuánto tiempo pasás conectado a la web?
Mucho, empleo todo el tiempo posible en no encarar la vida real.

2) ¿Qué te irrita?
Las motos y autos con escape abierto, mi fantasía recurrente es disponer de un lanzacohetes RPG para dar cuenta de esas máquinas y sus dueños.

3) ¿Qué te gusta cocinar?
Soy muy ansioso, prefiero pedir comida en vez de estar esperando que las cosas se cocinen.

4) ¿Qué te gusta comer?
Como mal: hamburguesas, pizzas, una empanadas fritas terribles que hacen unos jujeños de a la vuelta. Tendría que comer más sano, pero me embola gastar plata en una merluza con puré, por ejemplo, o en alguna cosa hervida. Siento que un poco me están estafando.


Mis respuestas:

1) Mucho. Y no digo más.

2) Tinelli, la demasiada gente, esperar y esperar, la antipatía.

3) Guisos, menjunjes, salsas...

4) todo lo que tenga carbohidratos, tengo una adicción. Y helado, qué rico.
¡Buen fin de semana!

22.9.10

Últimas lecturas *


1) El amor conyugal, Alberto Moravia.

Disfruté de este libro que compré en la calle Corrientes a 10 pesos.
Un hombre, que se siente un intelectual, decide suspender la vida conyugal con su esposa para dedicarse a escribir la gran novela, la que siempre soñó. Pero antes de empezar decide hacernos a nosotros, sus lectores, una serie de revelaciones: que tiene una gran tendencia a la retórica sentimental, es decir, cree amar cuando en realidad lo único que hace es hablar del amor, decirlo y nada más. Que todo se le mueve en la periferia porque en el centro le falta el motor; que no es sólo un esteta como los demás lo ven, sino un hombre atormentado por la angustia y al borde de la desesperación; que se entusiasma con facilidad pero que así como se inflama, se desinflama.


Lo mejor de la novela son las descripciones que el protagonista hace de Leda, la mujer: "Desde los primeros días de nuestro matrimonio, hallé un inapreciable placer mirando a Leda y estudiando su rostro y su persona incluso en sus menores gestos y en la más fugaz de sus expresiones". Sobre todo en las priméras página, donde describe cada parte de su cuerpo, y llega a definir el momento exacto en que un gesto pasajero, una mueca, destartalan la armonía del rostro de Leda hasta convertirla en una mujer fea.

Muy recomendable.

2) La Garchofa esmeralda, Alejandro Rubio.

Lo mejor de La Garchofa esmeralda es, para mí, la "Autobiografía podrida", primera parte del libro.

Quizás porque conocí antes a "maiakovski" que a Rubio. Resulta que ese es el nick que usa Rubio para intervenir en algunos blogs (como en La Lectora Provisoria), aunque últimamente ha hecho mutis por el foro. Una pena, porque si bien el hombre provocaba sin pudor, me resultaba my interesante leerlo.

Además le tomé cariño, esa es la verdad.

Leo ahora esta nueva versión de maia: un Rubio que cae rendido frente a las palabras esdrújulas; que cuando calla no es porque no tenga nada que decir sino porque está harto de palabras, que de chico jugaba a ser Starsky y limpiaba el mundo de traficantes y asesinos.
Ahora sé que en los años de la infancia maia la pasó muy mal, que el pobre no sabía jugar al fútbol lo que le generó, como a tantos otros, un complejo de inferioridad rabioso, y así, a fuerza de rabia, se convirtió en boxeador y en cada piña decubrió el placer de ser temido, hasta que recibio el pimer revés.

El barrio, la enfermedad, las drogas, el peronismo, la escritura.
Heldler, un compañero de taller a quien maia le tuvo miedo. Lo cuento porque no lo puedo creer. Le tuve miedo de inmediato, dice maia, y yo subrayo, para no olvidar que alguna vez temió.
Su camino hacia la poesía. Los pasos que lo convierieron en un poeta realista ("Decidí que siglos de laxitud habían inutilidzado la metáfora, la cual ya no servía para intuir lo desconocido y que por el contario habia que ser fiel a los datos de los sentidos"). "Descular de qué va el verso libro es mi objetivo", dice el maia poeta.
El capítulo que elijo releer se llama "Martina"; se me ocurre pensar: afortunada ella, que la quieren así.
Hay otros capítulos que debería leerlos de la mano de yupi, Q, montanés, necro, Di Napoli, el lord ("La literatura argentiana es el mal" ),
La literatura argentina está en guerra con la literatura de los otros. Subrayo. Cada argentino está en guerra con el argentino del otro, agrego yo.
Último subrayado (y pienso en Piglia): "Cada escritor argentina quiere ser el demiurgo menor de su generación (¿Quién de nosotros ecribirá el Facundo?)".

Muy recomendable.
*Próximamente: Unos días en el Brasil,de Bioy. Mezcolanza, de L. Lamborghini.

20.9.10

Por el pene de Júpiter

¿Qué sale esta noche? pregunta la gente los domingos, apenas empieza a bajar el sol. Empanadas, contesto yo, si es que no sobró algo del mediodía. ¿Y después?

Como somos muchos, no hay caso, imposible ponernos de acuerdo si la noche da para ver televisión. Si fuera por mí elegiría los programas políticos, que se han multiplicado estos últimos meses. Pero no.
La cosa es que uno propuso ver la serie Spartacus: HD, una historia que contar, buena producción. Y dale, dijimos todos. Y así fue como nos enganchamos con el gladiador y su pandilla. Cierta estética de comic, mucha (mucha) sangre y mucho (pero, ¡mucho!) sexo. Después de algunos capítlos, hoy puedo decir... que las peripecias de los súper hombres en las arenas romanas nos dan risa.

Resulta que los gladiadores parecen modelos de la revista Playgirl, con sus glúteos al viento embadurnados con aceites milenarios. Pelean y fornican sin descanso, descaradamente, mientras las cámaras toman el mejor plano del chorro de sangre que brota tras los golpes o el vaivén de los rítmicos bombeos en plena orgía. Pero lo que más nos hace reír es que, una y otra vez, invocan al pene de Júpiter cuando la cosa se les pone negra. "¡Por el pene de Júpiter!", exclaman tanto amos como esclavos.

Los gladiadores andan con taparrabos colaless, o directamente sin ropa cuando les toca descansar en los oscuros sótanos, que parecen saunas del siglo XXI.
Cuando, en cambio, deben salir al circo romano, van vestidos con armaduras de la cabeza a los pies, y para compensar tanto recato, llega el plano secuencia del grosero público: mientras algunos arengan al gladiador más musculoso, otros fornican en plenas gradas, como animalitos en celo. Entre las salvajes mujeres del pueblo siempre hay cuatro o cinco semidesnudas, ¿por que algunas sí y otras no?

Spartacus no es una serie histórica, no se dejen engañar. Es una serie cómico-pornográfica, donde todo puede suceder. Si la ven, ojo con la sangre. Y con el pene de Júpiter, más bien.

17.9.10

Viernes de cuestionario 3


Antonio Lobo Antunes

Que hace para divertirse?

Vivir me divierte mucho. Nunca me aburro estando solo. Siento la soledad cuando voy a cenar con gente aburrida, porque pienso que estoy perdiendo el tiempo, que estaría mejor leyendo. Pero tampoco desprecio esas reuniones, porque a veces se producen encuentros maravillosos, como conocer a alguien y sentir, inmediatamente, que es como un amigo de la infancia.

¿Le gusta el fútbol?

Me gustan todos los deportes. No me gusta comer, no me gusta beber, y lo que más me gusta es leer. Leo un libro cada día. Lo leo todo, lo bueno y lo malo, y todo me da placer.

¿Y usted de qué habla?

De todo... bueno, yo no hablo, escucho. Me encanta que me hablen, creo que soy un buen oyente. Con Zé Cardoso yo no hablaba, hablaba él: de fútbol, de política, de sus enfados, de sus furias. Le gustaba tener público y yo soy un buen público. Mis hijas me dicen que estoy siempre callado, que hablo muy poco. ¡Hablar de qué?

¿Cree en Dios?

Cuando le preguntaron a Hemingway si creía en Dios, respondió: "Sí, pero sólo a veces, por la noche". Yo envidio a la gente que tiene fe, a mí me gustaría tenerla.


Mis respuestas:

1) Contestaría lo mismo que Lobo Antunes, ni una palabra más ni una menos.

2) Ay, no. Sólo en épocas de mundiales.

3) De la actualidad, de política, de la vida. De cosas profundas y banalidades, de mí, del otro. De todos. De libros, películas, series. Me gusta la conversación de a dos, de a tres, jamás las multitudes. No me gusta discutir, ¡me canso!

4) Ehhh... sí, digamos que sí.
¡Buen fin de semana!

15.9.10

Recuerdos II

Los días fueron pasando, hasta que una tarde se acercó la hermanita de mi amor secreto.

– Estrella, tengo algo que decirte...
– ¿A mí? (¿cómo a mí, si vos sos la hermana del hombre imposible?)
– Dice Enrique que quiere que seas su novia.
– ...

Y así, sin decir una palabra más, se fue corriendo a saltar a la soga. Ahí quedé yo, petrificada. "Estás soñando", me dije de repente. Entonces olvidé vergüenzas y complejos y corrí hacia ella, sin importarme si de verdad parecía un espantapájaros destartalado.
Sofía, ¿qué dijiste?
– Que Enrique quiere ser tu novio, ¡tu NO-VIO!

Esa misma tarde, cuando Enrique llegó a buscar a su hermana, lo vi venir hacia mí. Quise desaparecer pero no puede, mis piernas estaban clavadas en la tierra. Cuando finalmente nuestras miradas se cruzaron, me di cuenta de que él estaba rojo de la cabeza a los pies, mientras que a mí un calor rarísimo me subía por el cuerpo hasta explotarme en la cara. Que no me hable..., suplicaba yo, muerta de miedo, ¿qué voy a decirle? se me va a notar la timidez.

Pero él no dijo nada. Sólo pasó a mi lado y con un disimulo casi teatral me entregó algo y siguió de largo.

Me acuerdo que salí disparando con el tesoro entre las manos y apenas me alejé del colegio lo saqué. Era una hoja de carpeta Rivadavia, doblada en seis... "Queridísima Estrella...", así empezaba. Tuve que inspirar y exhalar varias veces y creo que hasta llegué a pellizcarme para comprobar que todo era real. Me paré frente al pino y leí la carta dos, tres, cuatro veces. El corazón disparaba en cada repetición.

El dar y recibir las cartas en hojas Rivadavia se convirtió en la rutina de todas las tardes, y siempre, siempre, las leía frente al pino salvador.
Mientras tanto, los amigos celebraran nuestro amor silenciado, hecho de palabras escritas y no dichas.
De a poco dejé de sentirme tan alta, tan insulsa. Ahí estaba yo, la que no era ni muy fea ni tan linda, ni muy rubia ni tan morena; una pura chica ni muy muy ni tan tan, descubriendo en los ojos de los otros una nueva versión de mi misma.

Un domingo a la tarde, nuestro colegio había organizado una kermés y allí fue donde sucedió. Hasta ese momento, yo le gustaba, él me gustaba. Punto.
El domingo Enrique le va a pedir a Estrella que sea su novia, era el rumor que circulaba por ahí.
Estábamos en plena kermés y no pasaba nada, solo miradas y sonrisas nerviosas, no nuestras, sino de el resto del grupo, que esperaban el gran momento.
– ¿Me acompañas a tomar un helado a la esquina?, me dijo de golpe Enrique, colorado hasta los huesos.
– Bueno, le dije yo (¡"bueno"!, qué tonta, me acuerdo que pensé).
En completo silencio nos fuimos los dos solos hasta la esquina y en completo silencio volvimos. Claro que nadie imaginó que no habíamos cruzado ni media palabra.

– ¿¿Y??, nos preguntaron los amigos apenas llegamos.
Él y yo sonreímos; ellos lo entendieron como un "ya está, sucedió".
Desde ese día memorable, fuimos novios.

14.9.10

Recuerdos I

"A mí me salvó la adolescencia". Cuántas veces, a lo largo de mi vida, me encontré repitiendo esta frase.
Porque yo llegué a los 12 años tímida, completamente aterrorizada -tan flaca y tan alta-, y rodeada de tres íntimas amigas que no me llegaban ni al hombro.


La causa de mi terror eran los varones y había llegado el momento de hacerles frente. Para mí eran como seres de otras galaxias, como arquetipos del mal, como amenazas andantes.
Mi casa era una casa de mujeres. No puedo contar a mi único hermano, porque en esa época convulsionada apenas tenía 2 años. (Con el ser varón de mi hermano me encontré mucho después).

Pero me fui de tema. Vuelva a la cuestión de la salvación.
Ya les insinué que yo me sentía realmente horrible, más que horrible, sufría por mi altura. Me sentía desgarbada y sin ningún encanto, ajena a esa gracia propia de las petisas. Si caminábamos las cuatro amigas por la calle, ahí iban las tres, proporcionadas, manuables, chiquitas y risueñas. Y en medio de tanto equilibrio, yo, que emergía incómoda y destartalada, como un obelisco enclenque.

Visto desde hoy resulta una exageración, pero vayamos hacia atrás, hacia el incómodo mundo de una chica de 12 años que ya medía 1,68 y que, seguramente, seguiría creciendo. En esos años, nada estaba más lejos nuestro que celebrar las curvas y las alturas desmedidas.

Los varones que empezábamos a conocer eran todos bajos, menos uno, que se llamaba Enrique.
Enrique era, lejos, el más buenmozo de todos. Se parecía a Kirk Douglas porque tenía el mismo canal profundo que cortaba su mentón de arriba abajo.

Una de mis amigas -de las petisas- que vivía a la vuelta de mi casa, tenía un montón de hermanos varones. Por eso no me gustaba ir hasta allá, pero si no había más remedio, me escabullía, sigilosa, para que no me vieran pasar. Qué seres extraños eran para mí, perdón por la insistencia.

Uno de sus hermanos era muy amigo del Enrique que se parecía a Douglas. Enrique tenía una hermanita en segundo grado, en el mismo colegio que yo, así que empezó a ir todas las tardes, nunca supimos si de verdad tenía que buscarla o sólo encontró la excusa para ver chicas (petisas, risueñas).

Desde ese momento, todo primer año empezó a morir de amor por él, incluida yo, aunque nunca me animé a confesarlo. Las chicas más lindas y simpáticas estaban locas por él, ¿cómo se fijaría en un fideo desabrido? Ni se me cruzaba por la cabeza.
Pero a pesar de mi aparente apatía, interiormente todo mi yo peleaba, a su manera, por el amor del hombre del tajo.

No podía decir "acá estoy, mírenme", no tenía armas para semejante conquista. Pero cada tarde, cuando volvía caminando del colegio con mis cuadernos apretados contra el pecho, me detenía unos segundos frente a un pino altísimo. Si miraba hacia lo alto, veía cómo la última punta de la copa del pino se tocaba con el cielo, siempre azul. Yo entonces cerraba los ojos, y así, rápido, como con cierto disimulo, decía: "árbol, sé bueno, ayudame, pedile a dios que haga algo para que él aunque se me mire una vez".
Continuará...

13.9.10

A dos voces: Algo Personal.


Si yo fuera Pepito Cibrián, no lo dudaría: montaría una comedia musical con la canción Algo personal, de Serrat. Sería todo un éxito.

No sé porqué se me dio por pensar esto, quizás porque estuve viendo Amor sin barreras, quizás, porque hoy más que nunca esta canción puede ser tarareada de un lado y del otro de esta Argentina partida en dos.

Escena 1:
Entra al escenario, silbando bajo y con las manos en el bolsillo, Fernando Iglesias, y canta:
"Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal".

El público aplaude, conmovido, cuando Iglesias levanta un gigantografía de Guillermo Moreno, pero hay un sector que abuchea.

Escena 2:

Sale Iglesias con su estantarde y entra el mismísimo Guillermo Moreno, con pasito petitero y gesto de villano en el entrecejo:

"Hombres de paja que usan la colonia y el honor
para ocultar oscuras intenciones:
tienen doble vida, son sicarios del mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal".

El público que abucheaba, desconcertado, aplaude cuando Moreno levanta una gigantografía de Fernando Iglesias.

Escena 3:

Por la derecha, Cristina K; por la izquierda, Lilita Carrió. (Nota del autor: Si el público protesta, Lilita deberá correr hacia la derecha del escenario y Cristina, hacia la izquierda).

Canta Lilita, secundada por Pérez y María Eugenia:

"Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato".

Responde Cristina: (por detrás hacen la segunda voz Moyano y su hijo)

"Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,
juegan con cosas que no tienen repuesto
y la culpa es del otro si algo les sale mal.
Entre esos tipos y yo hay algo personal".

La mitad del público aplaude al grupo 1, la otra mitad, al grupo 2.

Escena 4:

Climax de la obra para un pintón Boudou, que, con pantalón y sin camisa ensaya un paso cuartetero y hace subir el ritmo de la noche:

"Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas".

"Olé, olé olé oléeee, bouuuudú, bouuuudú", estalla media tribuna, hasta que...

Escena 5:

Sale Boudu tirando besos al público e ingresan a paso redoblado Felipe Solá y Pino Solanas. A dos voces, entonan la misma estrofa. Felipe, a caballo. Pino, con polera negra azuza las ancas de tordillo de Solá.

"Probablemente que todo eso debe ser verdad,
aunque es más turbio cómo y de qué manera
llegaron esos individuos a ser lo que son
ni a quién sirven cuando alzan las banderas".

Unos aplauden hasta quemarse las manos; otros se despachan con el peor de los insultos.

Se va acercando del número musical más fuerte de la noche.

Como los pandilleros de Amor sin barreras, salen de a dos, gritándose unos a otros, cara a cara, haciendo sonar los dedos y revoleando piñas al aire:

Morales Solá y Verbinsky
Zloto
y Anguita
Tenembaum
y Víctor Hugo
Lanata
y Cabito
Eliaschev
y Sandra Russo
Leuco
y Galende
Magdalena
y Barone
Magnetto
y Barragán (y sí, le tocó a él)
Caparrós
y Florencia Peña
Beatriz Sarlo
y José Pablo Feinmann:

"Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión
de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo
que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,
donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz".

Corren detrás de los protagonistas, a modo de coro de las tragedias griegas, los miembros de los blogs k, con mendieta, escriba, Lucas y artemio lópez a la cabeza ¡pssss!

Hasta que llega el personaje que dará por finalizado el show. Como un Spartacus del siglo XXI aparece bajo los focos, con bigote y todo, Aníbal Fernández, que entona la estrofa final:

!Entre esos tipos y yo hay algo personal"!.

¡Los odio!, ¡los odio! grita desde las sombras Luis Delía.

Se cierra el telón.
Se acabó la fiesta.

¡¡Otra, otra, otra, una más, una más!!: viva el público enardecido.

Que no que no y que no.
Que cada chancho, a su rancho, manda Cristina desde el control.
* (perdonen el disparate, mañana va otra cosa)

10.9.10

Viernes de cuestionarios 2


Roberto Bolaño

1) Si después de muerto debe volver a la Tierra, ¿convertido en qué persona o cosa usted regresaría?

Un colibrí, que es el más pequeño de los pájaros y cuyo peso, en ocasiones, no llega a los dos gramos. La mesa de un escritor suizo. Un reptil del desierto de Sonora.

2) ¿Cuál es la virtud más sobrevalorada socialmente?

El éxito, pero el éxito no es ninguna virtud, es sólo un accidente.

3) ¿Qué talento desearía tener?

Saber tocar la guitarra. Saber jugar al fútbol. Ser un buen jugador de billar.

4) ¿Cuál es su pasatiempo favorito?

Ver videos hasta las cinco de la mañana.

*Mis respuestas:

1) Un mosquito que zumbe en la casa de Bioy Casares, pero inmortal.
2) La juventud, que tampoco es una virtud, solo una condición pasajera.
3) Poder cantar.
4) Ver películas, leer, tejer.

¿Las de ustedes...? Buen fin de semana!

8.9.10

Adhesiones y aversiones del mundito del espectáculo


Ayer, mientras escuchaba radio, en medio de informaciones sobre el caso Graiver, el drama novelado de los mineros y el partido de Argentina, se coló data sobre las disputas en Bailando por un sueño. Pero no es de Tinelli del que quiero hablar, aunque mi fantasía sigue en pie: encontrarlo en un ascensor y quedarnos, él y yo, encerrados durante 15 minutitos entre el piso quinto y sexto para poder decirle lo espantosamente desagradable y pernicioso de todo lo que hace.
No. Esta vez no.
Se me ocurrió pensar (vaya novedad) que uno consume estas noticias aunque no lo quiera; imposible no enterarse de las cartas documentos que se lanzan desde los pasillos del burdel Ideas del Sur (¿no es un abuso casi infantil?).
Qué desagradables se me hacen algunos personajes: acá quiero llegar. Porque nuestra farándula (horrible palabra) a veces, da lástima, vergüenza, fastidio, horror. Moria Casán, Jorge Rial, el Coco Siley, Flavio Mendonza, Graciela Alfano...
En cambio algunas celebridades, (como dice Catalina Dlugi) me caen bien, se me hace gente con cierta nobleza. Boy Olmi, Carola Reyna, Soledad Pastorutti, Alfredo Casero, Narda Lepes, Kevin Johansen, Luciano Pereyra, Lalo Mir, Sebastián Wainraich, Mex Urtizberea, Iván Noble.
Otros me resultan agradables o muy buenos en lo suyo, pero sospecho que será mejor no ahondar más allá de una clara simpatía. Porque las veces que me tocó conocer de cerca a alguno, vino, indefectiblemente, la desilusión. Qué culpa tendrán ellos, pienso a veces, de las construcciones de cada quien.

Moraleja: así como conviene no conocer nunca al autor de ese libro que tanto nos gustó, tampoco se aconseja mirar de cerca (o apenas fuera de la pantalla) a la gente que vive ahí, dentro del señor televisor, plasma o LCD.

6.9.10

Un libro sobre Cristina


Porque terminé el libro de Pilar Calveiro, Política y violencia, una aproximación a la violencia de los años 70 y me quedé con ganas de más, ando buscando con qué seguir. Justo ahora, que el tema flota, espeso, en el aire de aquí y de allá. Gutman, Reato, Vezetti, Grimson, Gillespie, son algunos nombres que tengo en mente. Será cuestión de ir con tiempo a una librería y hojear u ojear hasta decir: "¡éste!".

Oscar Del Barco, Caparrós, Anguita, Bonasso: los leí hace algunos años, en un contexto diferente y, seguramente, sin tanta desconfianza.

Mientras, decido espiar el nuevo libro de Sylvina Walger: Cristina, de legisladora combativa a presidenta fashion. No me hace gracia el título y sé que no va a gustarme lo que voy a leer, pero lo leo igual. En dos días termino las casi 200 páginas de éste libro, que no es una biografía sino una colección de postales o estampas que muestran fragmentos de su vida y diferentes aristas de su personalidad pública, pero más que nada, la personalidad que la autora quiere retratar.

Sé, claro, que Sylvina Walger no la quiere a Cristina ni un poquito. Así y todo me sorprendo cuando leo, me asusto, me complazco, me enojo, me pregunto una y otra vez, ¿¿será verdad?? ¿¿será verdad?? ¿¿será verdad?? Cuentan, dicen, se sospecha..., ¿es suficiente? Si es cuestión de decir, dice cualquiera.

Pero Sylvina no tiene pelos en la lengua. Dice lo que quiere decir, y más. Y con este "más" –sumado al tono, por momentos irónico y burlón–, pierde credibilidad. Uno ve entonces el enojo, la rabia, el desprecio y todo queda teñido de duda.
A mí, personalmente, me bastan 3, 4, 5 datos (por no decir, 6, 7 u 8) para no simpatizar con Cristina, para darme cuenta de que no puedo acordar con ellos. Suficientes para mí. Sylvina carga las tintas, exagera, desnuda su bronca. Y yo no lo le creo, soy pura desconfianza.

Acá les cuento qué dice, entre otras cosas, Walger sobre CK:

- CF de K tiene un único y excesivo objeto de interés: ella misma.

- Idealizó los años 70, sobre todo, la época del peronismo montonero, con el que nunca terminó de comprometerse, pero del que tomó todos los elementos para armarse un personaje: el de la militante sacrificada y despojada. Cristina padece lo que algunos terapeutas califican con "falso self", o sea, creerse algo que no es, una suerte de Cristina in wonderland con que suele fatigar sus discurso.

- Su militancia no fue particularmente participada (considerando lo que tardaba en maquillarse, habría que agregar), ni se involucró el cien por cien.

- Podría haber sido una chica normal y corriente si su madre no la hubiera empujado a ascender socialmente. Ahí nacen todas sus inseguridades, y por ende, todas sus mentiras.

- Se avergonzaba del trabajo de su padre, que era colectivero, y de que se paseara por la casa en camiseta.

- En los 70, cuando la situación política se agravó notablemente, Cris se asustó y le suplicó a N que la sacara del país, N la sacó, pero con destino a Río Gallegos.

- El 16 de marzo de 1977, K fue detenido junto al ex diputado Rafael Flores-Sureda. Fue un padecimiento corto que duró dos días: ambas familias eran muy conocidas y tenían vinculaciones. La liberación fue rápida pero no gratis. Según el periodista Christian Sanz, "los informes de inteligencia de la época dicen que entregaron direcciones, teléfonos e información varia, que desembocaron en numerosas detenciones": Sanz sostiene que esto explica "por qué, a pesar de haber estado en todas las listas y tener una militancia notoria, no se encontró información sobre ellos en los recientemente abiertos archivos de Inteligencia".

- Después de este episodio, N y Flores se separaron para siempre. El motivo exacto no se conoce... Flores se convirtió en principal enemigo de los K.

- En 1978, C y N ya tenían su estudio jurídico.

- Dictadura mediante, a la pareja que hoy gobierna el país no le fue tan mal con el bufete. Compraron deudas hipotecarias y las ofrecieron en los remates de propiedades. Eran los años de Martínez de Hoz, artífice del ingreso del matrimonio al mundo de la usura.

- En 1987 ya eran dueños de una veintena de propiedades en Río Gallegos.

- Acumularon dinero gracias a la 1050 de Martínez de Hoz.

- Método cristino: hundir el estilete al máximo y después presentarse como víctima (tirar la piedra y esconder la mano).

- A C le sobran mal carácter y ansias de confrontación. Le faltan, en cambio, dotes de gestión.

- Le atraen los intelectuales de la izquierda vernácula.

- Los K convirtieron sus apetencias en un enfrentamiento con connotaciones ideológicas.

- Pedante, sarcástica, omnipotente, sabelotodo. Puede despreciar y humillar sin que nadie le ponga límites, salo su marido, que la paraliza con solo mirarla.

- No se la ve feliz. Su cara, inexpresiva por el botox.

- Lleva un libro gordo de petete escondido en el cerebro.

- Nunca en sus discursos pronunció la palabra corrupción.

- Palabras más usadas: igualdad, argentinos, Argentina, Malvinas, país, Bicentanerio: lo menciona varias veces al día, tanto por su connotación patriótica como por el recuerdo positivo que dejó entre los argentinos ese festejo.

- Le resulta imposible explicar algo si no lo vuelve autorreferencial.

- Discurso confrontativo y belicoso, basado en la teoría de Carlo Schmidtt, "según el cual en política prevalece la dialéctica amigo-enemigo".

- N y C se están vengando y quieren destruir un aparato que rompió el pacto con ellos, que es el grupo Clarín.

- Obsesiva con su aspecto. La Cristina de hoy, más que destacarse por su buen gusto, lo hace por la infinita variedad de su ropero. Y porque, como buena argentina, insiste en un look que resalta las formar y le da un aire sexy aun cuando está a punto de aterrizar en los 60.

- Apasionada por el oro.

- Una de sus debilidades son las carteras Hermes. Prefiere las de cocodrilo y lagarto, las más buscadas y que solo se venden por encargo. Los precios oscilan en los 40 000 dólares.

- El descuido en el vestir de K se distancia notablemente del atildamiento de su señora esposa.

- La presidenta colecciona zapatos, tiene más de 100 pares. Otro de sus gustos es engamarlos en el tono exacto de su atuendo, aunque esta tendencia haya pasado de moda, según los expertos.

- Le jugaban (le juegan) en contra caderas anchas y piernas con extremidades regordetas

- La envidia, el resentimiento y el odio moldearon el carácter de NK.

Hasta acá, los apuntes del libro de Sylvina.

Se le fue la mano, insisto yo, porque les dio servido en bandeja a sus retractores argumentos para atacarla, en lugar de tener que defender sus posiciones.

Hay información que no interesa, hay un tono que desentona, hay detalles que tapan el meollo.


Habrá que esperar la biografía que acaban de encargarle a la periodista Sandra Russo.

No es que vaya a creerle, pero que la voy a leer, la voy a leer.

3.9.10

Viernes de cuestionarios 1

AUGUSTO MONTERROSO:

¿Cuál fue el mejor halago que le dijeron?

Cuando de niño, oí decir que era inteligente y creí entender lo que eso quiere decir.

¿Cuáles son sus cinco minutos de gloria por día?

Es uno solo, el de antes de dormirme.

¿Le molesta que le pidan libros prestados?

Por el contrario, es una buena manera de desprenderse de algunos de ellos.

¿Cuál es su ruido favorito?

El que produce el agua en una fuente.

¿Cuál es su fuente de inspiración?

La lectura, la observación de los demás, el no hacer nada.

* Mis respuestas:
- "Lástima que no tomás, con lo bien que te quedaría una copa de champagne".´
- La mañana, el diario, el café.
- Depende a quien, no me gusta prestárselos a cualquiera.
- El del mar.
- La observación, cuando sé mirar.

¿Las suyas? Sean buenos... son cortitas... ¡buen fin de semana!

1.9.10

Iguales y distintos

Ya les conté que mis hermanos y yo nos reconocemos en ciertas taras. Pero a pesar del denominador común, arrastrado desde la misma infancia, cada uno carga con sus marcas individuales.
Una de nosotras (no voy a decir cuál) levanta papeles del piso, esté donde esté. Tan grande es su obsesión, que hasta sale a caminar por la playa con una bolsita para ir levantando aquellos papeles que se le hacen irresistibles. No puede contenerse, se le hace agua la boca como a mí frente a una torta de chocolate y naranja.
Cinco de nosotros somos más o menos cuidadosos con nuestra apariencia. Pero una, sólo una, no se mira en el espejo ni el día de su cumpleaños. Cada tanto, sale un fashion emergency. Una se ocupa de su pelo, otra de las manos, de la ropa, de los zapatos. Ella se deja, hasta que le agarra el ataque y nos grita: "¡¡Atrás!!". Total, para qué, pienso yo, si su corazón siempre anda arregladito.
La mayor odia los perros y en la otra punta de la escalera real, la menor los colecciona: tiene cinco y siempre va por más. Los mete en su cama, conversa con ellos, llora cuando al más feo le hacen un desaire, se deja lambetear sin descanso.

Hay ciertas rarezas comunes a todos: somos hijos de la misma madre, una mujer sociable y conversadora que cada tanto nos dice: "¿se puede saber de dónde salieron ustedes?", cuando nos escucha refunfuñar porque algún evento a contramano nos saca fuera de nuestras cuevas. "Es que no tenemos conversación de cóctel", se defiende una en nombre de todos.
Pero hay más: compartimos una extraña rareza -si se me permite semejante redundancia-, que flota en el ambiente como una marca de nacimiento de la que las mujeres no nos podemos desembarazar... sólo las mujeres, porque ÉL... ¡vaya si pudo!
Resulta que somos demasiado puntuales. La puntualidad llevada a ese extremo se convierte en un defecto que nos hace avergonzar. Un impuntual (grave) frente a cinco puntuales por demás. Si la cita es a las 10, nosotras llegamos 9,45. Mi hermano, a las 11 o a las 12, si es que llega, porque también puede hacerse humo.
Lo mismo nos pasa allá donde vayamos. Primeras, siempre primeras. Aunque nos propongamos quebrar la barrera de la puntualidad, aunque nos distraigamos en el camino con el propósito de sorprender a los otros, nada. Ahí estamos, unos minutos antes de la hora acordada.
¿Tendrá la culpa nuestra madre?
Para mí que sí.