
Fue un año de poca televisión para mí. Pero como dice Daniel Molina en su nota en la pasada Ñ, "a la televisión ya no se la mira, se la lee en los medios, se la oye en la radio, se la comenta en el trabajo, se la discute en Twitter y hasta se la puede ver en YouTube".
Así las cosas, podemos no haber visto ni un solo programa de Showmatch, y sin embargo saber de qué se habla cuando se habla del aqucadance.
La televisión, ese objeto radioactivo, dice Molina.
La televisión, que dejó de ser pura imagen para transformarse en puro discurso, insiste.
Por eso, porque no pude escapar de la radioactividad al aire libre ni de la gramática alrededor, acá van los mejores y los peores programas de este año.
Así las cosas, podemos no haber visto ni un solo programa de Showmatch, y sin embargo saber de qué se habla cuando se habla del aqucadance.
La televisión, ese objeto radioactivo, dice Molina.
La televisión, que dejó de ser pura imagen para transformarse en puro discurso, insiste.
Por eso, porque no pude escapar de la radioactividad al aire libre ni de la gramática alrededor, acá van los mejores y los peores programas de este año.
Los Mejores:
1) Clase turista. El mundo según los argentinos: me resulta fascinante recorrer ciudades los martes o miércoles a las 23,30, ya un poco dormida de tanto esperar. Además de la belleza de lo que se ve, el armado de cada programa es impecable, desde la edición hasta el acierto en la elección de los argentinos que narran la ciudad. Me quedé con ganas, muchas ganas, ¡de viajar a Berlín!
2) Para vestir santos: una vez digerido el lenguaje y tanta disfuncionalidad familiar, me enganché con la historia de estas cuatro hermanas y sus derroteros amorosos. Javier Dualte las dirige, y eso se nota. Me enamoré del plano de la casa en heroica decadencia, de Rafa Ferro, de Fernán Mirás, pero sobre todo, de los musicales que me sorprendieron en cada capítulo: una delicia.
3) Pura química: de tanto en tanto, Mex Urtizberea y equipo me hacen reír y me acompañaron en almuerzos tardíos mejor que Mirta Legrand. Un programa libre de chicanas, de chismes, de mala onda. Un diez.
4) Programas que engancho en caprichosos zappings, como aquel de Lalo Mir entrevistando músicos en un estudio.
5) Canal Gourmet me relaja como ningún otro. Eso de revolver y revolver pastiches, picar, mezclar y cortar me hipnotiza como un mantra zen.
Los peores (con ganas, con fuerza):
3) Pura química: de tanto en tanto, Mex Urtizberea y equipo me hacen reír y me acompañaron en almuerzos tardíos mejor que Mirta Legrand. Un programa libre de chicanas, de chismes, de mala onda. Un diez.
4) Programas que engancho en caprichosos zappings, como aquel de Lalo Mir entrevistando músicos en un estudio.
5) Canal Gourmet me relaja como ningún otro. Eso de revolver y revolver pastiches, picar, mezclar y cortar me hipnotiza como un mantra zen.
Los peores (con ganas, con fuerza):
1) Todos los programas de chimentos, es decir, casi toda la televisión. Ya lo dije –y me repito–, me mata ver a hombres de traje y corbata chusmeando como vecinas aburridas de barrio. Les quita hombría, los convierte en señoras con ruleros y batón. Tampoco me gustan ellas, ni la exótica colorada ni la angelical de RSM. ¿Qué sentirán en la soledad de sus noches: "Qué buen programa hago..."? Eso es lo terrible, estoy segura de que no.
2) Bailando por un sueño: desagradable de principio a fin. No sólo por lo que es sino por lo que dice que es.
3) Crónica y Anabela Ascar. Porque hay que ser muy mala persona para reírse en la cara de los lúmpenes, de los diferentes, de los desquiciados, de los freaks.
Sobre 678: ni lo mejor ni lo peor, pero, sin dudas, dio qué hablar.
Un programa muy bien armado, sobre una original, para contrarrestar la mirada hegemónica, como dicen ahí. Pero suelo quedarme con la boca abierta y la mandíbula trabada cuando veo que hacen lo mismo que tanto critican. Repiten cada informe hasta el hartazgo, subrayan palabras con dramáticos ecos. Las músicas de fondo refuerzan sensaciones casi tanto como la música de película de terror acrecienta el miedo en las noticias policiales de TN. Ambos buscan manejarnos a través de la emoción, y a los dos se les nota el revés de la trama. La desfachatez, la transparencia de la intención, el machaque. "Con la edición se construye relato", le critica 678 a TN, pero es con la pura edición con la que construyen el contrarrelato. En dos palabras: Distinta vara sale con fritas, de un lado o del otro de esta Argentina partida en dos. Yo elijo mirar con mirada propia, rescatar lo bueno y pronunciar lo malo de aquí y de allá.
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