30.10.09

Buen fin de semana

"Fui a la facultad a encontrar gente, como hoy la gente va a facebook, mi facebook fue la facultad de Filosofía y Letras".

Alan Pauls, en revista No Retornable.
Foto: Magdalena Sorondo, en la Boutique del Libro de Palermo, A.P. junto a Fabián Casas.

29.10.09

Pura pinta

El martes a la noche fui al Palais de Glace, al Buenos Aires Photo 2009.
Tanta gente ... y tanto calor ahí adentro, que apenas si di una vuelta.

¿Lo más divertido? Mientras esperábamos al siempre impuntual de mi hermano, que era justamente uno de los expositores y poseedor de las entradas, mi hermana y yo estuvimos paraditas en la vereda más de media hora.
Me sentí en la red carpet de los premios Oscar.
Qué ropa, qué zapatos, qué lindos tapaditos...
Y qué maquilladas estaban las mujeres. ¿Cuánto gastan? ¿dónde compran? ¿qué se hacen en esas pieles de porcelana?

En eso, una mujer de negro, vestido caro, cinturón de charol (de buen charol), taco aguja, corte de pelo a lo garçon, sale con todo su glamour y para un taxi en la calle Posadas. No sé qué le dijo el tachero, la cosa es que ella dio un portazo y le gritó: ¡"andá, forro"!

Ah, bueno, pensé yo..., esta mujer es un bluff.

28.10.09

Bien por Federico Jeanmaire

Federico Jeanmaire ganó el Premio Clarín.
Más allá de mis simpatías con este tipo de premios, y en especial con el de Clarín, me puse feliz.
Porque se lo merece. Es un gran escritor. Créanme.
La foto es de Alejandro Guyot.
Me acuerdo de esa noche, de la lluvia, de la calle empedrada, de su voz quieta y su decir manso.
Pero más me acuerdo de su prosa.
Así que.
Estoy feliz.


26.10.09

Una educación sentimental

Cineclub, de David Gilmour

Resulta que el hijo del pobre David está harto del secundario. No le gusta, no hay caso. Colecciona malas notas sin que se le mueva un pelo.
Un día, el padre le dice: "Si no te gusta el colegio, podés dejarlo". El chico cree que el padre lo está provocando, y espera en medio de bostezos el resto del sermón, aquello de qué va a ser de tu vida si no estudiás y bla bla. Pero no. El padre sólo le dice: "Pensalo, mañana me contestás".
Al día siguiente, apenas se lo cruza en el pasillo rumbo a la cocina, le da la respuesta: "Quiero dejar el colegio".
Ok, le contesta el padre, pero con dos condicicones: 1) nada de drogas, 2) vamos a ver juntos una película por día: esa será tu educación.

Y así empieza el Cineclub y la historia de una educación nada convencional.

Claro que el padre no está seguro de lo que hace, ¿será éste el principio de una suma de fracasos en la vida de mi hijo? ¿estaré dando el punto inicial hacia su nada laboral? No lo sabe, pero lo que sí sabe es que nunca podrá ser feliz si en el mientras tantos el hijo hace lo que no le da ni una pizca de felicidad.

Empieza el baile:
Los cuatrocientos golpes, La Dolce vita, Pulp Fiction, El Padrino, Mujer Bonita, Psicosis, Qué bello es vivir, El bebé de Rosmary, Bajos instintos...
A partir de cada película y a pesar del desgano del hijo y de la impaciencia del padre, surge la conversación, las ganas de más, el juego.

A ver, en esta película tratemos de pescar qué escena nos inquieta de tal manera que nos empuja hacia la punta del sillón. En El Resplandor, dice el hijo, aquella en la que Jack Nicholson, alucinado, mantiene una conversación con el mayordomo del hotel, o en Annie Hall, la escena en la que Diane Keaton canta Seems like old times en un bar a oscuras. O cuando Harvey Keitel, en Calles Salvajes, recorre un bar, iluminado de rojo, acompañado por los contundentes acordes de Tell me, de Los
Rollins Stones.

Padre e hijo siguen repasando escenas memorables, a medida que pasan los días: Audrey Hepburn en la escalera de incendios de un piso de ladrillos rojos en Breakfast at Tiffany´s; el monólogo de Marlon Brando en Último tango en París o cuando tira los platos de la mesa en Un tranvía llamado deseo.

Fascinados por Brando, el padre le cuenta al hijo la biografía del actor y conversan hasta la madrugada sobre la historia de la inmigración, sobre dónde reside el talento, sobre la belleza. Otro día, el hijo repite una y otra vez el cuadro de Caracortada, el momento justo en el que Al llega a Miami. Empieza entonces una clase de Geografía. ¿Donde queda Miami?, pregunta el hijo. Después de una hora, de recorrer Estados Unidos, Florida y Cuba, llegan a Sudamérica.
¿Es un país?, pregunta el hijo.
No, un continente. Sigues avanzando miles y miles de kilómetros, selvas y ciudades, más selvas y ciudades, hasta el final de Argentina.
¿Es el fin del mundo?, pregunta el hijo, asombrado.
Más o menos... contesta el padre.

Todavía no terminé el libro. Ahora el hijo anda enamorado, y el padre corre a la videoteca para elegir una película sobre el amor y el desamor.

El padre sigue dudando, pero el hijo aprende. Sabe de planos y contraplanos, puede identificar un plano secuencia y una cámara en mano, pero también, construye de a poco un pensamiento propio.
Una vez que el hijo se entusiasme con esta nueva pasión de ver y pensar, el padre intentará el segundo paso: que el hijo quiera ir a la universidad para debatir así no ya con su padre sino con jóvenes de su misma edad.

Veremos si lo logra. Después les cuento.

23.10.09

Vuelta y cita

Y pasaron tres meses, así como así.
Miro para atrás y esto es lo que hice mientras duró el paréntesis:

Trabajé: con las revistas de siempre, en dos o tres libros y algunas cosas más.
Viajé: por la bella Quebrada del Norte argentino. (Hay diario en La Lectora Provisoria).
Lamenté: cada desencuentro entre gobierno y oposición, entre flacos y gordos, entre pelados y lampiños.
Recorrí: los blogs de siempre y más.
Descubrí: al músico Tomás Lebrero.
Planté: colores en mi jardín.
Celebré: un encuentro hiperfamiliar, donde entre todos encontramos la marca a fuego de nuestro Potente Gen G. (gracias, yoni Bigud).
Acosé: a la gente de Fibertel.
Seguí: cada capítulo de Tratame bien. (Ni loca me pondría la remera maradoniana, pero sí aquella que dice: yo banco a José Chocachian, si es que se escribe así).
Padecí: como todos, las zozobras argentinas.
Leí: más de diez libros. ¡Ya les contaré!

Va cita:

"Todo es raro, todo es imposible".
Ema, la cautiva. César Aira.*

* gracias, yupi!