31.3.09

¿Loca, yo?

La otra noche, en plena duermevela, me sorprendí clikeando sobre links amigos.
Me asusté de esa actitud mía. Si bien he pasado horas de insomnio recitando versos de Vallejo, pasando en limpio listas de cosas para hacer al día siguiente, proyectando inútiles mejoras en mi casa y hasta tomando decisiones claves en mi vida, nunca, pero nunca, había clikeado mitad despierta, mitad dormida, con un mousse imaginario entre los dedos.


Pero anoche sucedió: larga la espera y el link no abría.

¿Estoy loca o es sólo un estrés postraumático, resabios de una tarde sentada frente a la computadora sin que mi banda ancha decidiera conectarme con el mundo? No lo sé, pero ahí estaba yo, tamborileando con los dedos sobre las sábanas blancas, en actitud de espera.

Finalmente me dormí, supongo que apenas por unas horas, porque al rato el pájaro carpintero empezó con su tac-tac-tac-tac-tac desde el árbol cercano a mi ventana, el hombre que duerme a mi lado resopló varias veces en do mayor al tiempo que el diarero lanzaba el diario sobre la puerta ¡PLAMC!, mientras cruzaba la calle pedaleando y silbando bajito uiuiuiiiiii uiuiuiiiiii....

30.3.09

Una canallada


El sábado a la mañana escuché en el programa de radio de Ernestina Pais, Salgan al sol por la Rock & Pop a Laura Pardo, una especialista en análisis del lenguaje en medios de comunicación visual. Hoy parece que está de moda -dijo- poner en pantalla a los freaks, a los enfermos, a los pobres, a los que se muestra casi como curiosidades de circo.

Y es cierto, pensé. Se los expone de tal manera que solo se exhiben sus pliegues más miserables y aterradores porque, se sabe, eso es lo que golpea. Pero lo que se esta mostrando no es "la realidad" sino una edición obscena de la realidad.


¿Somos nosotros, espectadores, capaces de leer en esta clave la actualidad televisada? ¿Tenemos la suficiente información offtv como para desmenuzar lo que recbimos?

Detrás de esta espectacularización no hay otro interés que el de ganar y ganar, ¿acaso podría pensarse que pueda haber otra intención?

Si bien todos sabemos que el objetivo de los medios no es educar (para eso está la escuela, la familia), tienen, como todas las partes de una sociedad, una enorme responsabilidad en los contenidos de lo que emiten.

Sábado a la noche.
Apenas termina el partido de argentina empieza un nuevo programa del nefasto Chiche Gelblung. Además de la gran diva, emperifollada en un vestido de gasa rosa-bebé, el tema de la noche es el siguiente:

¿Con qué sistema estarían de acuerdo los argentinos si se aplicara la pena de muerte?
¿Hay opciones?
Sí, hay opciones: guillotina, horca, silla eléctrica o inyección letal y cada opción tiene su jueguito que la representa, una sillita, una horquita mini, una guillotiniiiita muy simpática y una jeringa. Con esas preguntas y los juguetes en la mano, el notero sale por la calle; no quieran saber las respuestas recogidas.

¿¿Se puede ser tan canalla??

¿Qué dicen de esas actitudes las Escuelas de formación de periodistas?
¿Hay conciencia del tipo de espectador que se está construyendo?
Los medios, como parte de la sociedad, ¿no son también responsables de contribuir a la transformación social que tanto necesitamos?

Si de mí dependiera, convocaría a los mejores especialistas en comunicación, a los pediatras, psicólogos, filósofos, pedagogos y docentes más capacitados para que me dijeran exactamente que produce en el espectador medio esa estetización y banalización de ciertos temas, como los que se tratan, por ejemplo, en los programas de Gelblung, en los noticieros, en los de entretenimientos o en los del tipo de Policías en acción.

En épocas de auge de las alianzas y las redes, ¿no será posible que empresas y medios trabajen juntos para cambiar la calidad del discurso televisivo? Hay tanto flujo de talento y de conocimiento dando vueltas por ahí, ¿por qué los medios no pueden capitalizarlos en aras del bien común y no sólo el de sus bolsillos?

Los que quieran contestarme que apague la televisión, no se gasten. La televisión está, la prendamos o no. Quizás tenga razón Tomás Abraham y la asignatura "Lectura de la actualidad" sea imprescindible en el sistema escolar.




27.3.09

Buen fin de semana


"A Adolfito no le gusta el pollo porque dice que tiene gusto a gallinero".
Los Bioy, Jovita Iglesias y Silvia Renée Arias

25.3.09

A veces me siento una persona horrible.
Por ejemplo, cuando descreo de esa manía de algunos de ver el vaso siempre lleno.
No hablo del optimismo, eso es otra cosa, sino de la terquedad del que justifica todo para no aceptar que sólo hay vacío en el vacío.

"Las cosas pasan por algo, cada uno hace lo que puede, de todo se aprende": yo digo que no, que no siempre es así.

Algunas "cosas" nos llevan directo al lodazal; eso que podemos no alcanza o no sirve; y de ciertas experiencias se sale malherido o envenenado a perpetuidad.
Prefiero el "es lo que hay", porque sobre esta afirmación puedo construir lo que falta. Me relaja, pero no me anestesia ni me justifica como el "hago lo que puedo".

Ya me dirán ustedes lo equivocada que estoy.
He probado pararme más acá o más allá, pero la corriente me arrastra hasta el lugar de siempre. Sí, lo sé, las conductas aprendidas, el piloto automático. Pero resuslta que no es automático, no es inercia, es la fuerza de los argumentos los que me hacen ver el vaso medio vacío cuando está casi vacío, como si detectarada al instante la rajadura en el vidrio por donde se cuela el agua.
Claro que cuando está lleno no hay quien me convenza de que se puede vaciar.

23.3.09

Los cielos de cada día

Una vez más me abalanzo sobre los diarios de un escritor.
Esta vez, los de Sandor Marai. Ya me había advertido mi hermana que no lo hiciera, pero terca como soy, y seguidora fiel de este tipo de escritura, no hice caso. Llegué hasta la página ciento y pico... y abandoné, por lo menos hasta que mi estado de ánimo vuelva al punto más alto en la escala anímica. (Seguir el día a día de un hombre de 85 años hastiado de vivir no puedo digerirlo aquí y ahora).

Esta hermana que me había recomendado no leer a Marai es fanática del sueco Mankell, no por las historias que le cuenta, sino por la manera en que el autor le habla del frío, de la nieve y de la blancura de aquella parte del mundo.

Puesta a pensar en el tiempo, y para no empantanarme en asuntos más incómodos, me di cuenta de que es en los diarios íntimos donde más se hace referencia al clima. Como si la cotidianidad no pudiera prescindir del estado de los cielos y los vientos.

Qué llega primero, me pregunto ¿el cielo ennegrecido o la tormenta interna?, ¿la niebla del afuera o la semipenumbra del adentro?
No lo sé. Lo que sí sé es que el día sábado se me fue recorriendo las páginas de varios diarios, en busca de la manera en que cada escritor deja constancias de sus meteorologías.

Así, logré distraerme de las penas terminales de Marai y me instalé, cómoda, entre nubes y cielos otoñales.
Claro que se habla más de la lluvia que acompaña a la desdicha que de la felicidad de los racimos en flor, porque, creo yo, como ya lo venimos diciendo, que la felicidad no necesita de las palabras para desplegarse, en cambio la tristeza, ay, la tristeza..., necesita del hurgar solitario casi como de un exorcismo.
Esto es lo que encontré, en las entradas de los distintos días (y perdonen la largura):

Diarios, John Cheever:

"La obstinada melancolía de este domingo lluvioso".

"La excitación del otoño está presente en el aire fresco y húmedo".

"Estos días de primavera verdes, fragantes y cavernosos. Olor a pescado y lombrices; el agua, fría".

"Ayer, frío y lluvioso. Un día oscuro, una casa en sombras, las preocupaciones exacerbadas".

"Qué día tan hermoso, que día tan bello. Es uno de esos días en que uno se siente contento de estar vivo, dijo la criada".

"La luz de la mañana me conmueve, es nada menos que la diferencia entre la cordura y el horror".

"A las siete, el cielo está teñido de oro y rosa. Relámpagos, truenos, lluvia torrencial. Me falta la risa de la vida".

La Novela luminosa, Mario Levrero.

"La lluvia absorbente se transformó en una llovizna miserable y el aire fresco dejó de correr y ya está adquiriendo nuevamente la consistencia de una esponja pringosa".

"El cambio de clima repentino me provocó los malestares de siempre, especialmente una suerte de distracción extrema y una lentitud pavorosa".

"JA JA JA.
¡He derrotado el verano! Tengo aire acondicionado. Lo festejo con medio vaso de vino. Estoy borracho".

"La tormenta de ayer me afectó mucho, quiero decir, las horas previas a que estallara la tormenta".

"Sigo muy haragán. Muy perturbado por el verano y el carnaval".

"Un sábado horrible. Tiempo cargado, me levanto con las vértebras pegadas y el cuerpo dolorido".

Cuadernos de un escritor, William Somerset Maugham

"Encima de los árboles, enmarañadas entre sus ramas desnudas, flotaban las tenues nubes negras como harapos de un amplio manto desgarrado".

"El bosque de pinos está frío y silencioso como amoldado a mi humor".

"Después de la tempestad, el cielo, barrido por el viento aullante, tenía la horrible inhumanidad de la justicia".

"La feliz lluvia de abril. La noche paciente".

"El viento, siniestro y fantasmal, se precipita como un animal ciego sobre las grandes ramas sin hojas".

"El suntuoso oro de la tarde de verano".

El oficio de vivir, Cesare Pavese

"Es de una desolación tonificante, como una mañana invernal, padecer una injusticia".

"La vejez o madurez desciende también sobre el mundo exterior. La rígida y transparente noche invernal".

"Viene la primavera, y yo, desde hace demasiado tiempo, me siento indiferente. El cielo límpido, las brisas nuevas y los perfumes ebrios de juventud no hacen más que velar mi desconsuelo".

"He empezado la cadencia del sufrimiento. Hoy por la tarde, al oscurecer, corazón oprimido hasta la noche".

Diario Argentino, Witold Gombrowicz

"Viento, viento y viento. Por la mañana se hinca en mi despertar el ruido de los árboles".

"El océano brilla, verde y blanco, salta, salino, con estruendo, en las orillas rocosas".

"Infatigable, el viento".

"¿Cuándo terminará este torbellino, esta violencia, esta demencia de hojas, esta desesperación de las ramas?"

"Cesó la tormenta. Truenos, viento, lluvia, resplandor... todo terminó. Silencio".

Diarios, Ángel Rama

"Es sábado, llueve, deambulo por la casa reuniendo papeles".

"Nevó todo el día. Es domingo y Georgetown es un barrio muerto".

"El día está gris. Ha comenzado a nevar y el viento arrastra la nevisca y la dispersa. Las torres altas se recortan negras sobre el cielo. Todo dice soledad".

"En casa, apaciblemente los dos. En nuestra linda casa llena de plantas, cuadros, libros y música de Vivaldi, bajo el sol que entra por sus ventanitas y los árboles que a través de ellas se ven reverdecidos".

"Hoy ha concluido la serie de días fríos y lluviosos, los cielos comienzan a despejar, la temperatura a subir y las azaleas y glicinas han florecido repentinamente".

Paseo con Robert Walser, Carl Seelig

"Cielo lluvioso y gris como capa de plomo".

"un día de primavera de un azul aromático, como en el poema de Morike".

"Mañana invernal, sin nubes. Un frío constante".

"Una mañana turbia de lluvia, que hacia las 12 se parece más a la noche que al día".

Diarios, Kafka

"En medio de un frío desesperante, el rostro transformado e incomprensible de los demás".

"Hermoso día, soleado, cálido. Color en la sangre".

"Así se me va el domingo. Tranquilo, lluvioso".

20.3.09

Buen fin de semana

"Nunca me gustaron las frases célebres de nuestros padres fundadores, sobre todo, las últimas palabras de los próceres retenidas por la memoria colectiva.
Muchas de ellas unen invariablemente Patria y Muerte: Viva la Patria aunque yo perezca (¡ese aunque, Señor mío!), ¡Patria o Muerte, venceremos!, Es preferible morir de pie que vivir de rodillas, ¡Viva la Muerte!, ¡Oh juremos con gloria morir!, etc.
Una sola frase me gusta: ¡Ay, Patria mía!
Dos relatos porteños, Raúl Escari.

16.3.09

Hoy empiezo

Tengo siempre a mano un cuaderno con espiral donde anoto lo que se me va ocurriendo en el bunker de mi ensoñadero. Así, garabateo en cualquier lugar: en el auto, en la cola de la verdulería, en la sala de espera del médico, en plena jornada laboral...

La cuestión es que después ni yo misma me entiendo. A veces sólo escribo una palabra clave, ¿por qué escribí esto? me pregunto al rato, como si yo fuera otra. Mi letra, en algún tiempo pareja y redondeada, es ahora un atropelladero de signos sin ton ni son.

En mi defensa, me digo que soy zurda, muy zurda, hecho que dificulta enormemente el garabato si no tengo un sustento en donde apoyar mi codo izquierdo. Tanto, que decidí dedicarme –como Levrero en El discurso vacío– a la terapia grafológica, apostando, como él, a una posible y profunda relación entre la letra y los rasgos del carácter.

No me descifro. He ahí el problema.

Se que el es un que (quién no lo sabe) y el tb es también, que algunas R significará Relación o Revolución (según el contexto) y las E seguramente Encuentro o Entrevista o Ernesto, vaya uno a saber, porque no siempre obedezco a los mismos formatos e invento nuevos códigos que después me cuesta interpretar. Soy un desastre.



Es que el pensamiento galopa y los dibujos de cada letra me llevan mucho tiempo, entonces suplanto sílabas por rayas y escribo en lugar de esto:

En este momento estoy mirando la pantalla de la computadora.
Esto:

E_ e_le __o__e__lo esl_y __irra_lo l_ P. de l_ co__pu.

Hoy empiezo con los ejercicios. Debo escribir veinte veces sobre el papel y otras tantas sobre el teclado:

Buen día a todos, ¡que tengan una buena semana!


13.3.09

Buen fin de semana (y una pregunta)

"Después de Google, no hay erudición sino links".
Beatriz Sarlo.

(La pregunta: ¿tienen problemas para entrar en los blogs de Blogger?
¿Soy yo o son ellos, quienes quieran que sean ellos...?).

12.3.09

Punto final para LTS

Llegué al final de Las Teorías Salvajes.
Quizás no entendí el libro o entré por la puerta equivocada, pero ahora sí puedo decir que:

Todo el entusiasmo de las primeras páginas se fue apagando con el correr de las hojas.

Como le dije a yupi, de cada tres páginas, disfruté de una, me sorpendí con otra, y la tercera me dejó fuera de juego.

No pude con las crueldades de la narradora ni aun leyendo en clave de comedia.

Me interesa su prosa, no lo que me cuenta.
Se me hizo un mundo un tanto frívolo y una narradora demasiado cruel.

No soy la lectora en la que piensa Pola O. cuando escribe, sin dudas. (Leí también su capítulo de Confesionario II. Es la misma Pola).

Así y todo, me alegro de haberla leído, fue una experiencia estimulante.

Voy ahora a aquietarme un poco con los recuerdos de adolescencia de Leonard Cohen
lejos de mogólicos cool y de crueles bellezas.

¡Hasta mañana!

11.3.09

¿Alguien vio Palabras + Palabras -?
¿La escucharon a Isabel Vázquez?
¿Es posible que esta mujer, una de las fundadoras de Madres contra el paco, hable como ella habló hace un rato?
¿No es acaso reconfortante que una mujer común, a la que acaban de matarle a su hijo (adicto al paco), diga que no siente odio sino responsabilidad y pena por cada chico de la calle que carga una historia de abandono y desamor?
¿No es sabia una mujer que quiere sentarse en la misma mesa con la Presidenta, la oposición, médicos, psicólogos, representantes de distintas religiones, abogados, asistentes sociales y periodistas para pensar entre todos cómo se le da pelea al paco que está exterminando a los chicos y a los jóvenes más vulnerables, empujándolos hacia la muerte o hacia el delito, en lugar de sólo clamar por penas más duras?

¿No les gustaría preguntarles a los políticos que vienen gobernando la provincia de Buenos Aires durante los últimos años por qué no nos protegen a todos: a unos, de los delincuentes; a otros, de la exclusión que los lleva a delinquir?
¿No es aleccionadora la mirada de Isabel?
¿No es admirable su belleza?
¿No será contagioso su buen corazón?

9.3.09

Algo sobre Las Teorías Salvajes

Con entusiasmo y un poco asustada, decidí leer Las Teorías Salvajes, de Pola Oloixarac.
Aún no lo terminé, voy por la página 138, pero necesito ir largando mis impresiones, para que no se me atraganten en la mitad de la garganta. Como pensar en voz alta, como conversar con alguien.


Si Quintín reconoció en su reseña haberse sentido como un negro frente a un restaurante en Alabama en 1953, yo, que acabo de ver Gran Torino, creo que estoy como el personaje de Eastwood, el dueño del auto pasado de moda. ¿Seré, quizás, una lectora obsoleta que ya no puede seguir el devenir de nuevos narradores empantanados en teorías salvajes, doctrinas filosóficas aprendidas en Filosofía y Letras, ramalazos de Humbert-Humbert y de Nippur de Lagash?
Como si la novela se me escapara, como el agua entre los dedos.

A pesar de esta sensación de derrota escurridiza, sigo leyendo, porque me gusta lo que leo.

Estoy casi fascinada por la prosa de la señorita Pola, que, tiene que ser dicho, es una joven hermosísima y muy inteligente. Veo su foto en la solapa del libro, encontré su imagen en varios blogs; es una mujer más que linda: atractiva de arriba abajo, cosa que no sería importante si la narradora no hiciera de éstos, sus atributos, armas casi letales.

Al principio y tímidamente, empecé a subrayar párrafos deslumbrantes y novedosas salidas de pista, hasta que me encontré escribiendo, ahí, en el margen de cada hoja, adjetivos endiablados, como "cruel", "dañina", "irritante", "¿malvada"..?
Cierto es lo que dicen algunos, Pola-narradora es una versión femenina del terrible Houellebecq, ese que va por la vida dejando constancia de su enojosa y cínica infelicidad.

Pero a Pola no se la siente infeliz porque Pola es hermosa. Desde su hermosura despliega entonces su aparente insensibilidad, su mente calculadora, su falta de empatía con ese mundo que no es ella.

Me doy cuenta de que no me importa tanto lo que dice sino cómo lo dice; y lo dice así, desmesurada, desopilante, impiadosamente.

Pola tiene coraje, es osada. Se anima a ser la más linda entre las lindas y la más cruel entre los crueles.
Los otros son horrendos, no deseables, gordos y lelos. Tienen ceños perrunos, ojos saltones, caras monstruosas, fealdades que raspan los ojos y obligan a un constante parpadeo. Sus cerebros, como forúnculos, la llenan de asco. Las bocas de los otros son rábidas; los dientes, amarillos; los olores, a semen guardado.
Ella, la narradora de Puán, sabe que es irresistible. Nunca usa medias porque descalifican su piel, es mirada y deseada por cada hombre y por todos los hombres, y no le importa ser tan dañina como un águila precipitándose sobre su presa.

Así las cosas hasta ahora, hasta la página 138.

Hacía mucho que no me pasaba con un libro lo que me está sucediendo con LTS: me angustia y me deslumbra al mismo tiempo, quiero seguir leyendo mientras ansío encontrar un poco de piedad, una señal de hondura, como una epifanía de mi lectura contrariada (algo me desconcierta en la página 97: "No puedo explicar el modo en que ciertas lecturas erizan el vello dorado de mis brazos de niña", dice la voz que narra).
Por ahora, pienso otra vez en Houellebecq y en una de sus frases en donde el hombre se da vuelta como una media: "la única superioridad que reconozco es la bondad".

Si la encuentro, serán los primeros en enterarse.

(Al que se haya animado a leer este post, le agradezco la paciencia).

Foto: ¡Gracias a: girlontape!

6.3.09

Buen fin de semana

"La pregunta qué es un lector es, en definitiva, la pregunta de la literatura. Y su respuesta –para beneficio de todos nosotros, lectores imperfectos pero reales– es un relato: inquietante, singular y siempre distinto".
Ricardo Piglia

3.3.09

Horrible costumbre

Costumbre horrible la de maltratar los libros, dicen algunos. Pero no es maltrato para mí esta cuestión de doblar las hojas: es urgencia, es parentesco, es hacer lo que se me da la gana.
Por eso subrayo con lápiz o con marcadores; saco flechas que pueden ir hacia el punto más impensado y agrego conversaciones a cada lectura, como si entrara, de verdad, en un profundo diálogo con el autor o con alguno de los personajes.

Con el paso del tiempo y al releer ciertos libros, ese diálogo primero se convierte en un nuevo diálogo con el ser que yo era en ese entonces; y así, preguntas y respuestas se reproducen según la edad, el estado de ánimo, la empatía casual con el autor a esa hora de la noche en que lo leo.

Si alguien, por casualidad, quisiera conocer, saber algo de mi imaginario diario íntimo (¿por qué querría?), no tendría más que leer mis lecturas, lupear sobre los subrayados, descifrar signos de exclamación, jaes cuando lo que leo me provoca risa, doble rayas apretadas como si quisiera cavar una zanja en el papel.

Mi mayor aspiración: que este libro nuevo, simétrico, compacto, se convierta con el tiempo en ese amasijo de hojas gastadas.

*Texto ya publicado. Va otra vez, no porque sea bueno, sino porque pocos lo leyeron y ando con mucho trabajo. ¿Me disculpan?