31.10.07

Reírse de la muerte

Leo estas reflexiones de Borges sobre la muerte y me río con él:
El concepto de Dios es la máxima creación de la literatura fantástica.

La idea de la muerte me sugiere una gran esperanza: ¡pensar que voy a cesar!

Cuando mi madre cumplió 95 años, me miró y exclamó: "¡Caramba, 95, me parece que se me fue la mano!", como si se sintiera culpable de haber vivido tanto.

Pedro Henriquéz Ureña tenía una cátedra en la Universidad de La Plata y tomaba siempre en tren en Constitución. Un día, el tren se le iba, y él corrió. Lo alcanzó, se sentó y se puso a conversar con un amigo. En realidad, el otro se puso a conversar y él nunca contestó: se había quedado muerto de un ataque al corazón. Murió cumpliendo su destino pedagógico. ¡Es una linda muerte!

Un gramático francés murió en su ley; al morir, dijo algo así como: "Yo muero, pero puedo decir también yo me muero". O sea, murió siendo un gramático, y esto es una muerte propia.

Me llama la atención que la gente piense: "Voy a morirme y el mundo seguirá andando...". Nadie piensa: "qué horror, yo no existía durante el sitio de Troya". Si no nos duele no haber estado presentes en la Guerra de Troya, qué nos importa saber que no estaremos presentes en las próximas guerras.

29.10.07

yo, yo, yo, yo, yo, yo
Entre tanta gente adicta al yoísmo, los escritores se apuntan en los primeros puestos. Pero como justamente, por ser escritores son grandes embaucadores, nunca sabremos si la "Literatura del yo" es pura autobiografía o sólo un recurso efectivo para narrar y narrarse.
Yo (sí, ¡yo!) como lectora, caigo presa del narrador en primera persona, aunque el libro todo rebose de yo, me, mi, conmigo. Me seduce el cómo, más que el qué y, de la mando de ese monólogo narcisita, entro en una contundente intimidad con el autor. Puedo rescatar en cada historia, ficcional o no, el común denominador autobigráfico que atraviesa las vidas de cada yo y de cada tú.
¿Habrá "yoes" más dignos de ser contados que otros? No para Vivi Tellas, cuando decidió parir el ciclo de teatro Biodrama, que no deja duda, ninguna duda, de que cualquier vida anónima puede convertirse en literatura si hay una historia, si hay un relato que puede contarse.
Y pienso entonces, (¿cómo no?) en los miles de blogs donde "yoes" desconocidos, sin nombre ni apellido, circulan por el ciberespacio, buscando un lugar desde donde pensar, decir, conversar, entrar en diálogo con el mundo.
Yo los leo,
tú los lees,
él los lee,
aunque sepamos poco y nada, de ese yo que nos convoca a conversar con él.
Foto: Alejandro Guyot.

26.10.07

Ni muy muy...
Ni tan tan...

En tela de juicio

"El mundo de la moda ama el negro porque es el color más seductor".
No sé el mundo de la moda, pero sí sé por qué las mujeres amamos el negro: ¡porque es práctico!
Una de las máximas que pretendo dejar marcada a fuego en mis hijas, como San Martín a su hija Merceditas, es la siguiente: "Si descartas todas las prendas de tu ropero, porque sientes que nada te favorece ese día, prueba con algo negro y saldrás airosa".
Por lo tanto, digo, con la seguridad que me da el haber transitado este camino, que el color negro no es para nada el color de la seducción, sino el comodín perfecto de las mujeres indecisas.
El vestido negro (según una especialista en moda que escribió hace unos años un libro sobre el tema) se define por aquello que no es: no es suntuoso, no es llamativo, no es incómodo, no es un color indiferente.
En otras épocas, vestirse de negro tuvo connotaciones oscuras, fue el color del pecado y de lo sobrenatural. Se visten de negro las monjas, los ermitaños, los eruditos, los abogados. Hace muchos años, los oscuros no resaltaban entre el resto, más bien se fundían en una única negrura. Pero a la aristocracia, en el siglo XVII, se le ocurrió usar colores suaves, y dejó al pobre negro pegado a la idea de austeridad, de falta de gracia.
Después surgió el color del luto, como la negrura severa de la señora Bernarda Alba.
Lo adoptaron también los románticos para potenciar sus languideces.Ya en el siglo XX, y con la crisis económica de los años 30, una mujer vestida de negro era sinónimo de elegancia y de modestia; no eran tiempos de andar ostentado. En cambio, las décadas de los cuarenta y de los cincuenta brilló como el más festivo de los colores; lo usó Edith Piaf, lo usaron los beatniks en sexys poleras, y todo aquel que quería reflejar el estado de su interior de caverna. La época del punk rock lo instaló, con toda su furia y como único posible, en los setenta.
Hoy, nosotras, mujeres modernas y urbanas, lo usamos ... porque es práctico y amigable: si no sabés qué ponerme, ¡avanti con el vestidito negro!

(Perdonen, hombres, esta digresión tan profunda).

24.10.07

Mientras ordeno mi cuarto y acomodo papeles, pongo Mañanas Informales, justo cuando un periodista le cuenta a Facundo Arana que una persona X está diciendo que él y su novia planearon fríamente el embarazo, no por amor, sino para dejar constancia de sus extremas bellezas en un niñito. Arana lo mira, incrédulo, pero reacciona y contesta: "Cada uno habla desde la moral y la ética que tiene". Como soy una mujer hecha de citas, ahí nomás mi cabeza linkeó los decires de un político y de un poeta.
Dice el político Sabatella: "No se gobierna de distinta manera a la que se llega al poder". (Si miento para ganar, gobierno mintiendo).
Dice el poeta mexicano Jaime Sabines: "Uno es el agua de la sed que tiene...". (El que tiene sed de justicia, será un hombre justo; el que busca venganza, será puro rencor...).
Foto: Magdalena Sorondo.

22.10.07

Citas ensangrentadas

Me corro de la política por un rato y me voy, como koba, al placer de la lectura. Ayer, día de la Madre, mis hijos me regalaron Escritores contra Escritores, de Albert Angelo; algo así como un compendio de puteadas literatas.
Durante muchos años ellos fueron testigos de mi asombro cuando, cada vez que entrevistaba a un escritor argentino para un programa de radio, los unos no hablaban bien de los otros. En el mejor de los casos, los ignoraban: "¿Fulanito? ¿quién es? no, no lo leo"; y en el peor, los destrozaban: "¿Menganito? un escritor marketinero". En los cortes o fuera de aire, yo me empeñaba en convencerlos de que cuanto más se leyeran y se recomendaran entre ellos, mejor. Pero no había caso. No y no. Sólo algunos pocos me parecieron generosos, despegados, seguros de ellos mismos.
No llegué a conversar con los de esta reciente camada de escritores jóvenes, los de la Joven Guardia, pero parecen menos individualistas; algo tienen de Pumas, van avanzando amontonados, en bloque, cuidándose las espaldas aquí y allá.
Dice el prologuista de este libro, Jordi Costa, que pocos escritores logran vivir de su arte, y el que lo hace es puesto en cuestión. Que viven apretujados entre la pomposidad y el desamparo. Que, en el fondo, el escritor sólo se tiene a sí mismo (y a sus aduladores) y que por eso tienden a la hipertrofia de su ego, tanto, que una única habitación sería un espacio insuficiente para la coexistencia pacífica de dos egos de escritores.
De ahí que han desarrollado un singular lenguaje para comunicarse con sus pares, casi siempre, indirectamente, por medio de descalificaciones exhibicionistas, puñaladas barrocas y exabruptos con filigrana. A Albert Angelo, dice Jordi Costa, le encanta ver cómo los escritores se parten la cara hasta que uno de ellos muerde el polvo del oprobio público.
Van algunas de esas citas envenenadas donde, claro, también habrá, para muchos, pura literatura:
Isabel Allende:
Me parece una mala escritora, simple y llanamente, y llamarla escritora es darle cancha. Ni siquiera creo que sea escritora; es una escribidora. (Roberto Bolaño).
Azorín:
Azorín escribe cobarde. (Francisco Umbral).
Pío Baroja:
Baroja escribía adjetivos como suelta un burro sus pedos. (Joseph Pla).
Julio Cortázar:
El mejor Cortázar es un mal Borges. (Cesar Aira).
Gustave Flaubert:
A pesar de lo mucho que se esforzaba en escribir, las frases no le salían bien. Cae, como Lugones, en un estilo burocrático que apaga el interés del lector. (Jorge Luis Borges).
Ernest Heminguay:
Lo leí por primera vez a mediado de los cuarenta, algo sobre bulls, balls and bells (toros, pelotas y campanas) y me repugnó. (Vladimir Nabokov).
Jack Kerouc:
Lo que hace no es escribir. Es mecanografiar. (Sobre los escritores de la beat generation). (Truman Capote).
Milan Kundera:
Este tipo es un pesado, aparte de que sus novelas son la misma novela aderezada con un poco de rollo filosófico. Es uno de los escritores más machista, y le queda bien esa sentencia... Yo siempre he dicho que La Insoportable levedad del ser es un libro levemente insoportable de leer. (Lucía Etxebarría).
Carson McCullers:
Un minuto con Carson McCullers es como una hora en el dentista sin anestesia. (Gore Vidal).
Pablo Neruda:
Yo abomino del comunismo, pero pienso que el comunismo le hizo bien a Neruda. Si no hubiese sido un poeta político, habría sido un mal poeta. (Jorge Luis Borges).

Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz, mínimo de ojos, escaso de pelos en la cabeza, creciente de abdomen, largo de piernas, ancho de suelas, amarillo de tez, generoso de amores, imposible de cálculos, confuso de palabras, activo por padecimiento, poeta por maldición y tonto de capirote. (Pablo Neruda).
Arturo Pérez-Reverte:
Hay un auge de la llamada Literatura profesional, algo que a mí no me gusta. (...) Es una especie de pérez-revertismo. Eso produce una suerte de literatura acabada, que yo odio. (Alan Pauls).
Arthur Rimbaud:
No entiendo ni jota a Rimbaud. (Joseph Conrad).
Ernesto Sábato:
Sábato encarna al argentino agonista, apocalíptico, siempre con la idea de que el arte es en cierto modo autoflagelación. (Rodrigo Fresán).

Sábato y su malditismo. Malditismo que no coincide con su personalidad. Es un señor perfectamente racional que juega al maldito. Así, se ve obligado a escribir constantemente en sus textos la palabra angustia, la palabra dolor, y claro, eso no funciona. (César Aira).
Miguel de Unamuno:
Unamuno no hubiera dejado hablar, por gusto, a nadie. No escuchaba. Le hubiera explicado a Kant la filosofía kantiana, a Poincaré lo que era la matemática y a Einstein lo de la relatividad... (Pío Baroja).
Virginia Woolf:
La propia Woolf nunca pudo acostumbrarse al hecho de que, si escribes libros, tarde o temprano alguien va a ser grosero con ellos. (Anthony Powell)

20.10.07

Buen fin de semana

"La única manera de continuar en vida es manteniendo templada la cuerda de nuestro espíritu, tenso el arco, apuntando hacia el futuro".
Prosas apátridas. J. R. Ribeyro.
Foto: Alejandro Guyot.

18.10.07

A dos voces

Ayer vi el debate. Mientras escuchaba atentamente a los políticos, pensaba:
Que más allá de que me parezcan buenos los debates, resultaba imposible no estar de acuerdo con lo que cada uno decía en su minuto y medio. ¿Quién no desea un país desarrollado, sin pobreza, con educación y salud para todos? ¿Quién no quiere más equidad, resolver los problemas de la inseguridad, combatir la inflación?
Yo, que no soy nadie y que no tengo nada de omnipotente o soberbia, creo que sabría cómo resolver algunos problemas. Es fácil. Es una cuestión de decisión, de querer hacer, como cuando una madre ve a uno de sus hijos trastabillando y se dice, firmemente: "A éste lo voy a sacar bueno". Y toda su energía y capacidad se dirigen a ese cómo. Sin palabras lindas. Sin buenos deseos ni exactos diagnósticos. Sin poses de buena madre. Ella se instalará allí, en medio de torbellino.
Sé que hay muchos temas por resolver y que en algunos se está trabajando, pero el problema de los chicos en la calle es primordial. No habrá un país posible con miles de niños creciendo a la intemperie, víctimas de las drogas, a merced de adultos desentendidos, con sus familias desarticuladas por la exclusión, mientras muchos gobernantes (no todos) se miran el omligo o hacen negociados vergonzantes.
Yo podría hacerlo. Ya. ¿Por qué los políticos no?

17.10.07



Ni muy, muy...
Ni tan, tan...

16.10.07

Aquellas pequeñas cosas... para las que no tengo respuestas

1) ¿Qué hacen los changarines cuando les duele la espalda?
2) ¿Por qué el agresivo es el primero que se ofende cuando alguien lo agrede?
3) ¿Por qué creemos que es inteligente aquel que piensa como nosotros?
4) ¿por qué esta nueva moda de pagar por una garantía extendida?
5) ¿por qué los hipócritas son los que más llevan el estandarte de lucha contra la hipocresía?
6) ¿Por qué en las telenovelas, el personaje "pobre" se viste en Jazmín Chebar de Palermo Soho y duerme maquillada con productos Lancome?
7) ¿Por qué hay que guardar el ticket de todo lo que uno compra? ¿Por qué ese pánico cuando lo perdemos?
8) ¿Por qué hay pájaros trasnochados que cantan a la medianoche como si estuviera amaneciendo?
9) ¿Por qué se habla en la tele del tránsito lento de las mujeres y no del de los hombres?
10) ¿Por qué las vendedoras son más antipáticas que los vendedores?
11) ¿Por qué a los hombres les divierten tanto los chistes sobre sexo, mierdas y pedos, y a las mujeres no se les mueve un pelo?
12) ¿Por qué siempre se pierde una media y la otra queda sola de por vida?
13) Si las carteras truchas que imitan a las marcas buenas y carísimas son tan perfectas que es imposible distinguir cuál es cuál, ¿por qué se sigue comprando las originales?
14) ¿Por qué es mejor ser alto que bajo, rubio que morocho?
15) ¿Por qué me distraigo con estas cuestiones?
16) ¿Por qué en algunos blogs se discute a matar o morir y en otros no?

12.10.07

Buen fin de semana

"Otro mundo es posible. Es sólo cuestión de romper prejuicios, de buscarnos entre quienes pensamos en la dirección de una sociedad distinta y de encontrarnos en esta lucha que dignifique al hombre. La lucha por vivir todos los días, por tener proyectos para nosotros y para las generaciones venideras, por no dejaarnos ganar por el desconsuelo y por sostener la esperanza de que todavía es posible, siempre con otros, construir una comunidad donde la dignidad humana cabalgue briosa por sobre todas las cosas". Cuando con otros somos nosotros, La experiencia asociativa del Movimiento de Trabajadores Desocupados -MTD La Matanza- , Toty Flores (compilador) MTD editora, Buenos Aires, 2006.
Más información, acá.

11.10.07

Cuando todo es traducción


Mucho se discute sobre si es posible traducir la poesía sin traicionarla, y mucho más se lamenta el simple lector por todo lo que se pierde al leer un texto traducido.

Pero si partimos de la convicción de que el oficio de la palabra es hacer posible que el mundo diga al hombre, y que leer es emprender la aventura de balbucear significados, encontraremos en lo traducido un nuevo misterio, y en el traductor, una sombra que crea, un fantasma del hombre aquel que inventó las palabras que ahora inventa el traductor.
Paul Auster fue, antes que poeta o novelista, traductor. Adivinó sin entender el apasionamiento de los poemas de Baudelaire, se empeñó en volverlos mas reales y los tradujo a su lengua, el inglés. Auster, entonces, vuelve al origen por una segunda vez, recomienza el poema y revive, al escuchar esa voz que no es su voz, los aciertos y las fronteras que encontró el poeta en su vez primera.
Con el tiempo, el mundo mismo se le hace a Auster tan incomprensible como los versos de Baudelaire y quiere traducirlo, entonces, dice el mundo en palabras propias para ser leído por otro. Auster traduce así el amor a la vida y la terrible inmediatez de la muerte, traduce el dolor, la desazón, el sin sentido, en palabras que hablan y seguirán hablando a través del tiempo, encarnándose en un otro.
La necesidad de traducir el mundo está en el corazón mismo de su vivir, y será en las palabras del poeta, donde el hombre se sentirá traducido.
Auster traduce en su búsqueda y en el encuentro con la palabra justa. El lector, a su vez, traduce el decir del poeta, y es en su propia lectura donde quizás traicione la palabra original, como el traductor, que en su intento brutal de cambiar una lengua por otra, traiciona como una sombra y reinventa lo que ya fue inventado por otro en otra lengua.
Por eso, traducimos y traicionamos cada vez que interrogamos el pasado, cuando miramos una obra de arte, cuando escuchamos al otro y su sombra se convierte en nuestra luz, cuando recorremos una ciudad, como lo hacía Cortázar, que caminaba por las calles de París reinventando París a partir de los graffitis que empapelaban sus paredes.

Y será en esa mediación donde permanecerá intacto el lugar de lo intrasladable, lo inasible, lo que se escurra de nuestras manos.
Leo a Pessoa traducido por otro y, en la intimidad de mi lectura, lo traduzco y lo traiciono, porque el río de su aldea que no hace pensar en nada no es mi río, como tampoco es mi río el que atravesaba una y otra vez al poeta Juan L. Ortiz. Puedo conmoverme y sentir que me he apropiado de su río, pero habrá algo que quedará vedado para mí.
Si Borges cita en sus versos el sur una y otra vez, nosotros, sus lectores, traducimos la intención de su decir. Creeremos quizás que elige el sur por vínculos, lealtades o memorias y, quizás, quede oculto lo que pueda o no ser la verdad: que Borges ha sido seducido por la palabra sur, por su musicalidad, por esa letra u que le regala una cadencia que no consigue con otra palabra. Entonces uno podría preguntarse: ¿Borges traduce el sur o traiciona el sur? ¿Borges traduce el sur para sus lectores o traiciona a sus lectores seducido por una palabra única?
Finalmente, todo es traducción. En cada palabra habrá tal vez un puente o un obstáculo, pero siempre existirá la posibilidad de una comunicación donde uno reciba lo que pueda ser comunicado y, al mismo tiempo, acepte y se resigne a querer abarcarlo todo, como el traductor que acepta ser el protagonista de una experiencia única: crear en su lengua lo que en su memoria se encuentra en otra lengua. El traductor debe traducir lo que ha sido traducido, debe traducir al traductor primero y será, entonces, cuando la palabra que le sirve como instrumento para hablar, se convierta en límite que lo imposibilita en su expresión. El traductor tendrá que mediar entre dos lenguas sin encuadrar, deberá dejarse decir y buscar en sus recuerdos la resonancia de cada palabra, acertando en el lugar justo donde anudar un verso. El traductor, que es convencido, deberá convencer y crear así una complicidad diferente a otras complicidades, donde traductor y lector acepten lo que no se pueda trasladar.
No habrá quien que pueda trasmitir lo que encierra el... rajá, turrito, rajá... de Roberto Arlt, como no habrá lector extranjero que pueda captar plenamente la imagen de aquella mujer que estaba ahí, sentadita...de Borges.
No se podrá nunca traducir lo intraducible.
Cuenta Juan Carlos Onetti, que en uno de sus viajes a México, un curioso taxista mexicano, amante del tango, le preguntó: Dime, ¿qué quiere decir “la mina se piantó del bulín”?, y Onetti, con total libertad, le contestó: “Muy fácil, que la percanta se rajó del cotorro’’.

10.10.07

Enlaces de blogs

Tanto koba como jose soriano y crab trasladaron a sus blogs la frase puesta en tela de juicio en el post anterior. Pasen por ahí, se los recomiendo, hay reflexiones que valen la pena.

Otra frase que pasó por En tela de juicio y dio qué hablar: acá.

9.10.07

En tela de juicio:

"Cada pueblo tiene el gobierno que se merece".


Cada vez que escucho esta frase (tan seguido, por cierto) algo hace ruido dentro de mí. Y hoy pienso que no es cierto. ¿Se merece un mal gobierno el obrero que hace su trabajo, vuelvo a su casa bañado y planchado, listo para comer y dormir? ¿Qué culpa tienen maestros y profesores que a pesar de sueldos escasos y poco cuidado, enseñan, alimentan y contienen a más niños de los que su preparación les permite? El abogado que es un buen abogado, el médico, que hace su trabajo a conciencia, la empleada doméstica que lava y cocina en casas ajenas y en la propia, las personas que donan su tiempo y sus ganas en las miles de ongs, para sumar su granito de arena en la construcción de un lugar mejor. El ciudadano responsable, cumplidor de las normas que nos permiten vivir en cierta armonía.
Hablo de una mayoría. Si no fuera así, no existiríamos como país.
Por eso creo que este pueblo no merece lo que tiene.
Que cada cual atienda su juego:
Que el cocinero cocine, que el médico cure, que el plomero destape cañerías, que el dentista saque muelas.
Que las clases dirigentes asuman su enorme responsabilidad. Que el gobernante gobierne y sirva a su pueblo; Que lo respete, que cuide a sus ancianos y proteja y eduque a sus niños, que castigue a los corruptos y rehabilite a los delincuentes. Que proyecte una nación próspera para el futuro, que no piense en sí o en su partido, sino en el otro, en aquel al que está representando y que sí hace su trabajo y se compromete con el papel que le toca desempeñar en esta sociedad.

8.10.07

De cómo me llegaron tres recetas de tortas o budines de naranja.

Hace unos días dije en este blog que tenía muchas, pero muchas ganas de aprender a preparar una rica torta de naranja.
Tres lectores compasivos mandaron sus recetas, y resultaron tan buenas, que aquí se las copio. Eliga usted su propia aventura:


1) Torta infalible a la condesa sangrienta:
Abra una caja de Exquisita y siga las instrucciones. Ah...eso sí, fíjese bien, no sea que abra un puré Chef y ¡acúerdese de apagar el horno pasado un tiempo prudencial...!


2) Torta peruana para el flaco Ribeyro (por José Soriano):
Ingredientes : 3 huevos, 300 g de harina, 250 g de azúcar, 1 vaso de jugo de naranja, 1 pan de manteca, 1 paquete de levadura.
Recette: Mezclar las yemas con el azúcar y la mantequilla hasta que la pasta este cremosa. Agregar el jugo de naranja, la levadura y la harina. Si deseas darle mayor sabor, agregar ralladura de la cáscara de naranja. Batir las claras a punto de nieve y agregar a la preparación anterior, mezclando suavemente. Enmantecar un molde y verter la mezcla. Meter al horno bien caliente, 30 minutos. Verificar si esta listo con la punta de un cuchillo o un palito.
*La naranja puede ser reemplazada por mandarina, para estar a tono con el flaco.

3) Jugoso Budín Tomasino, desde el restorán Michel Bras, Laguiole, Francia.
¿Receta de budín de naranja, con mucho gusto a naranja, ácida y dulce? Acá va: Bueno, la cosa no viene fácil, hay que ponerse en plaza desde una noche antes, o la mañana misma para terminarla a la tarde, pero mejor la noche anterior. Pero que vale la pena, lo vale.
Noche anterior: 300 g de azúcar, 3 naranjas rayadas (cáscara). Mezclar y dejar la preparación, tapada, en la heladera, toda la noche. Sirop: 420 cl de agua + 80 g de azúcar. Cortar 120 g de nuevas naranjas en rodajas de 3 mm. Llevar a ebullición el sirop y agregárselo a las rodajas de naranjas. Dejar cubierto en un tapper toda la noche. Día siguiente: Montar a blanco 225 g de huevo con el azúcar del día anterior (con batidor, bien, bien espeso). Agregar 90g de manteca derretida ¡¡¡TIBIA!!! (la temperatura tiene que se un poco más elevada que la del cuerpo) y mezclar. Agregar 30 cl de Grand marnier o Cointreau ¡¡¡TIBIO!!! Incorporar 135 g de crema espesa (normal, si no hay espesa). Agregar muy suavemente 300 g de harina y 70 de polvo de hornear (juntos y tamizados) y mezclar con ESPÁTULA DE PLÁSTICO. Cortar las naranjas del día anterior en pedazos chicos (no muy grandes, porque después en la cocción se hunden, y no muy chicos porque después no se ven). Escurrir la naranja antes de cortarla. Mezclar, despacito, suavemente. Cocción: poner en molde de budín, previamente enmantecado o con papel manteca y poner en el horno a 180º. El tiempo depende del molde, así que habría que cuidarla seguido (atenti la condesa). Como toda torta, y como dice soriano, lo mejore es el sistema del cuchillo y listo: si el cuchillo sale SECO quiere decir que ya está lista. Y para un toque de lujo, cuando veas que la torta está levando y se está haciendo una pequeña crostita arriba, le hacés un corte al medio y a lo largo, y va a seguir levando lindo. Antes de sacar del horno, hacer una mezcla espesa de jugo de naranja y azúcar en polvo: líquida pero espesa. Y al sacar el budín del horno, mientras sigue caliente, lo pintás con esta mezcla por arriba, así quedará un poco más ácido. ¡A disfrutar! Espero que te salga bien, ¡mucha suerte!

5.10.07

Buen fin de semana (y esta cita, mientras esperamos a la preciosa primavera):

"Hay tarde soleadas de primavera, como ésta de hoy, soleada, dorada, que no se viven, sino que se desgajan como una mandarina. Y para ello nada mejor que una terraza de café, una bebida tonificante, una vacancia de la atención, un dejar que nuestra mirada en reposo reciba y archive las imágenes del mundo, sin preocuparse de encontrar en ellas orden ni sentido, ni prioridad. Ser solamente el cristal a través del cual nos penetra intacta la vida".
Prosas apátridas
Julio Ramón Ribyero

4.10.07

Diálogo III

- ¡Hola, Estrella! ¿Así que estuviste en Barcelona?
- ¡Sí! en el casamiento de...
- ¡Ah! Yo estoy esperando a mi novio (en realidad, su marido, pero ella dijo "mi novio"), que se fue con nuestros hijos para allá. Hace como veinte días que no los veo.
- Mirá, vos, ¿y qué...
- Porque el padre tiene que estar con los hijos, es muy pero muy importante, que estén juntos sin la madre, que conversen, es muuuuy importante, muyyyy, che, muuuuy.
- Sí, claro, qué bien, así que ya vuelv...
- Ý yo le decía, mirá, para qué vamos a guardar la plata, ¿para que después la disfruten ellos? No, no, no, y si nos quedamos en la lona, y bueno, quién te quita lo bailado...
- Sí, claro. Sabrás que estuve con tus amig...
- Porque al final, tanto laburar, para qué, mejor disfrutar ahora, porque mañana qué sabés lo quepuedepasarporquequéquerésquetedigaesmuuuyyyyimportante,peromuuuyyy
importantequeloshijosesténconelpadreahílosquierovernolesquedaotraqueconversar
yconversarylaguita,bueno,che,eslodemenos,yalosquierovernolesquedaotraqueconversar
ylaguita,bueno,eslodemenosdiosproveráblablablablablablablablablablablablablabla.
- Ajá
- bueno, nena, así que todo bien.
- sí, s...
.-bueno, chau, me voy que tengo mil cosas que hacer.

¡¡¿¿Para qué me pregunta lo que no le interesa!!?? ¡¡¿¿Para qué me cuenta lo que no me interesa!!??

2.10.07

Tengo ganas, pero muchas ganas:

1) de que llegue noviembre para ver los jacarandás en flor.
2) de tener tiempo, para poder perderlo.
3) de disfrutar de las primeras noches tibias con olor a verano.
4) de levantarme a la mañana, y que las noticias del diario me hagan sonreír.
5) de ir al río, una tarde de luna llena.
6) de ver la que será la mejor película de año.
7) de no enterarme del pronóstico de los próximos días.

8) de aprender a preparar una rica torta de naranja.
9) de observar cómo florecen las primeras hojas de los árboles.
10) de entender el mundo, como me dijo hoy mi hijo menor.

1.10.07

Adhesiones y aversiones de lugares y no-lugares


Sólo, como un poeta en el aeropuerto,
así estoy yo sin tí.
Joaquín Sabina

Dijo alguna vez Pablo Neruda que él escribía cuando quería y dónde podía, y es ese dónde el que me lleva a pensar en el lugar que el lugar ocupa en el vivir.
Hay espacios ya sabidos, y otros, nuevos, que desde hace algunos años forman parte de las grandes ciudades y que nosotros, sus habitantes, vamos asimilando, felices o resignados.
Marc Augé, antropólogo francés, habla de los no-lugares y los define como esos espacios gigantes y anónimos donde la gente tiene vínculos fugaces y donde se ponen en juego los problemas de la simbolización y la identidad.
Son lugares a los que ingresamos desprovistos de legajo y en dónde avanzamos hacia el otro sin palabras, atentos a las señales invisibles, a las voces metálicas y monocordes, a las sonrisas automatizadas, que nada tienen que ver con una mutua empatía o con un simple acto de cordialidad, donde se anula de un plumazo nuestra frágil capacidad de percepción.
En los no-lugares todo se define a la manera de un gran espectáculo: uno puede imaginar al colosal escenógrafo, al director, que marca posiciones y planifica eficiencias; al sonidista benévolo, al iluminador perfecto para que nuestro fascinado mirar salte sin obstáculos de una a otra pasarela. Todos somos lo mismo en un no-lugar, una suma de individualidades repetidas y solitarias jugando al oficio mudo, sintiéndonos el centro del universo porque estamos ahí, instalados en la actualidad más sublime donde las cosas pasan. Desde nuestro permanente circular, vamos registrando los mismos mensajes, obedeciendo iguales códigos, respondiendo a las mismas y esperadas consignas.
Solos y parecidos, sin historias que contarnos, vivimos el instante de ese presente, atrapados entre paréntesis que nos cobijan. En los no-lugares todo será predecible, porque no habrá nada que temer, porque letras sordas nos marcarán siempre la entrada y la salida, y no existirá nube negra que pueda caer sobre nosotros.
No importa que el tránsito por el no-lugar nos encuentre en la ciudad de Tokio, Honolulu o Nueva York, nos sentiremos siempre "como en casa", interactuando en cada autopista con similares textos informativos, recorriendo un shopping, ávidos y expectantes, listos para acceder a todo aquello que de tan conocido se nos vuelve imprescindible, o deambulando por un aeropuerto a la espera ansiosa de encarar una quincena de dicha estandarizada.
Porque nuestras necesidades se van pareciendo, no importa en qué idioma hablemos. Tanto fuego de artificio termina por convertir nuestra libertad en una libertad ficticia, y elegimos, sin darnos cuenta que hemos caído en la sutil trama de los espacios paradigmáticos de estos tiempos nuevos.
Y entonces nos sentimos actuales y agradecidos por los muchos beneficios que, sin duda, los no-lugares traen a cuestas. Algunos de nosotros accedemos a aquello impensable años atrás. Podemos andar y desandar en medio de temperaturas benignas entre espacios armoniosos, sin claroscuros que amenacen nuestro recorrido. Podremos, quizás, concretar nuestros sueños veloces y seriales, si somos lo suficientemente eficientes para realizarlos antes de que una nueva necesidad empuje a la anterior en nuestra mesa de novedades.
Habrá quienes aplaudan cada nuevo complejo que, de repente y sin vacilaciones, se instale en medio de una ciudad; habrá otros que, temerosos de tanta velocidad y tanto cambio, se aferren, nostálgicos, a aquello destinado a desaparecer, y no faltarán los que acepten, apáticos y despreocupados, las nuevas reglas del juego.
Pero creo que en todos asoma una cuota de leve impotencia o cobardía y, quizás, algunos no sepamos como detener la correntada y defender aquellos lugares que nos nombran y nos identifican, y que nos dan la maravillosa oportunidad de comunicar y comunicarnos, sin prisas y con pausas, libres de estridencias, donde podemos ser únicos y distintos, y así reconocernos en cada diferencia.
Sería difícil imaginar a Neruda escribiendo cuándo quería y dónde podía si ese dónde fuera posible únicamente en estos espacios anónimos y estériles, en los que difícilmente las palabras puedan sonar y dejar su huella.
Quizás, con el tiempo, no podremos ya elegir los lugares donde queremos estar o volver porque sencillamente no estarán. Los nuevos espacios, inclementes y sólidos, irán avanzando sobre los otros, listos a responder a cada una de nuestras nuevas y libres necesidades, que sin previo aviso de fieles deseos, se instalarán en nuestro mundo de sueños globalizados.
No puedo imaginar a Julio Cortázar sin sus lentas y largas recorridas por los cafés y las plazas únicas de Buenos Aires, atento siempre a los gestos olvidados.
Onetti decidió un día que no había lugar más lugar que la cama, mientras leía lo que Faulkner había escrito en el vestíbulo de un burdel. Bernardo Kordon supo imaginar desde la calle Corrientes los sueños de una ciudad contradictoria y, sin la ciudad más absoluta, es inconcebible Roberto Arlt.
Osvaldo Soriano iba en busca del silencio y de los signos de la noche, y a Virginia Wolf le bastaba apenas su propio cuarto. La Biblioteca era el marco que despuntaba el talento de un Borges; Hemingway necesitaba del sol de cada amanecer, Manuel Puig, del contacto con el mar, y Octavio Paz, de las largas caminatas para acomodar, al ritmo de cada paso, la melodía de sus versos.
Cuenta Saramago que es en Lanzarote donde puede ver en primavera lo que se vió en otoño, ver de día lo que se vio de noche, y Eduardo Galeano busca lugares donde las palabras se parezcan a lo que nombran desde su Montevideo que huele a pan en verano y en invierno a humo.
Por eso, muchos de nosotros recibimos a estos lugares con cautela y nos resistimos a la tentación de aceptarlos sin preguntarnos qué vamos dejando en el camino. Quizás podamos convivir todos, lugareños y no-lugareños, y así preservar nuestra libertad, y con ella nuestras pasiones, sueños y deseos, en la medida en que, como Neruda, podamos elegir a dónde ir.