30.10.08

Buen fin de semana

Actualización: las fotos que ilustran este post me las mandaron, la primera, Adivinador, y la segunda, Wonder Woman. ¡Gracias! Y ya que estamos, pongo en cursiva los versos que más me gustan, que hacen de este tango una pura potencia ¿erótica?, con palabras que no son las que usaría la Rampolla:

Cayó la tarde y él tenía tango
whisky en la zurda y en la otra sed.
Su voz, un gusto de magnolia macho,
los muslos duros de saber volver.
Él me sembró toda la piel de quieros
y quiero a quiero calentó mi piel.
Desabrochó mi soledad por dentro,
de un solo quiero y de una sola vez...

Su boca encinta de un misterio bravo,
diez hembras hondas me empujó a crecer.
Porque en mi pelo y en mi silencio bravos,
veinte varones él sabía ser.

Y tuvo tango otra vez su tarde
porteñamente sangradora y fiel,
cuando se fué con todo el beso al aire...
whisky en la zurda y en la otra sed.

Y tuvo tango otra vez su tarde,
la tarde grande que moría en él.
Balada para él*
Letra: Horacio Ferrer
Música: Astor Piazzolla
*(no encuentro foto para ilustrar este tango)

29.10.08

Diálogos XII: en la calle

- ¡Estrella! ¿Estrella!
- ¡Hola!
- ¿Qué tal, Estrella? ¡Hace tanto tiempo que nos nos vemos...!
- Sí, es cierto, la última vez apenas pudimos conversar, había tanta gente, ¿te acordás?
- ¿Cómo va tu vida, Estrella? ¡contame!... taraririri taraririri tararariri... ¡ay!, disculpá...
- ... (gesto de: ok)
- ¿Hola? ¿Hola, hola? ¿¿HOLA??
- .... (gesto de: dale, que estoy a mil)
- Ah, sí, sí, te escucho bien... ¿hola? ¿vos me escuchás? me parece que no tengo señal acá... ahora sí: decime...
- ... (gesto de: qué pesadilla)

- bla, bla, bla, ...
- ... (gesto de: no puedo creer esto, me voy a la mierda)
- Ja, ja, ¿en serio? ¿¿hola?? es que hay mucho ruido acá...
- ... (gesto de bye bye adiós)
¡Ta luego!, nos vemos...
- ¿¿eh?? sí, no... , disculpá, ... a ver, qué mala señal... ¡Estrella!... ¡pará!

Como dice mi hija Lucía, ahora conviene más llamar al celular de un amigo cuando querramos conversar largo y tendido, sin interrupciones, porque vale más la persona a través del celular que en vivo y en directo.

27.10.08

Una mañana quieta

Milagrosamente, la casa se vacía de gente a las 10 de la mañana. Ésta es la mía, pienso, tengo no ya mi cuarto propio, sino mi casa propia.
Son tantas las cosas que quiero hacer para no desperdiciar ni un minuto del silencio quieto de una mañana de domingo, que después de leer los diarios a vuelo de pájaro, decido seguir con la lectura de Confesiones, de Tolstoi. Pero, ay de mí, anoche cerré los ojos con la garganta atravesada por sus devaneos existenciales y me doy cuenta, apenas veo en la tapa la silueta del viejo ruso, de que no estoy para almacenar más nudos en mi garganta trasnochada.

Miro a través de la ventana un cielo azul y limpio, entonces decido ir en busca de mis "lecturas pendientes" (esas que reservo a un costado de mi mesa de trabajo, para leer durante la semana) y me instalo en el jardín. Ya rodeada de recortes, revistas, artículos y papeles, no sé por dónde empezar, todo me resulta interesante. Manoteo un artículo, pero de reojo espío otro y otro y otro. Leo el primer párrafo de una hoja, la contratapa de un vieja revista de cine, los titulares de varios recortes. Estoy inquieta, me siento inquieta.

Me muevo para un lado y para el otro, separo algunos papeles, deshecho los que menos me interesan y los apilo a un costado, pero se los lleva el viento. Los elegidos se arrugan, se mezclan con los descartados, se vuelan.

Qué es este caos, me pregunto, de golpe. A dónde se ha ido la quietud de mi mañana.
Entonces, decido olvidar "los pendientes".
Cierro los ojos, bajo el respaldo de la reposera y escucho, a lo lejos, los pájaros que celebran el silencio de una mañana quieta.

24.10.08

Buen fin de semana

"El verbo leer no soporta el imperativo:
aversión que comparte con otros verbos: "amar", "soñar".
¡Ámame!
¡Lee!
¡Sueña!
Como una novela, Daniel Pennac.

21.10.08

La errrata*

Cuentan que hace un tiempo, un editor se empeñó en demostrar que podía evitar las erratas en un libro, entonces hizo revisar el texto una y otra vez. Cuando el libro se publicó, sin una errata, se leía en la última página esta declaración: Este libro no contiene una sola rata.

Es que la errata es el peor enemigo del corrector, porque es tan insignificante como un granito de arena y tan traviesa como una niña jugando a las escondidas. Es eterna, maldita, siempre sale victoriosa. Es causa de desaliento para todos, pero para el corrector es sinónimo de ¡¡horror!!


Cuando leo un texto con ánimo de corregir (sólo cuando trabajo), me saltan al instante los errores de sintaxis, el mal uso de los verbos, las rimas internas, la repetición de palabras, el exceso de conectores, las subordinadas mal construidas, la fallas en la puntuación, pero nunca, nunca, veo la errata: esa letrita que está de más o que falta, o que se enreda en la palabra hasta camuflarse como un camaleón.

A pesar de mi problema con las erratas, no me falta trabajo. Confieso que me esmero doblemente en la revisión final, pero reconozco que dos cosas (mejor dicho: tres) hacen de mí una mala correctora:
1) Leo y escribo demasiado rápido, no hice ningún curso de lectura veloz, pero soy veloz. Y un poco disléxica, tal vez.
2) No soy obsesiva; imposible, entonces, ser una correctora de primer nivel.
3) Tengo pendiente una visita a mi oftalmólogo desde hace un tiempo: al menos ésta, tendrá solución.

Algunas erratas encontradas por ahí:

orden púbico por orden público.
fuente serena por fuente serrana.
maraña por mañana.
comentario por cementerio.
termino por término o terminó.
APJF por AFJP.

A veces, por buscar tan minuciosamente la maldita errata, se deja pasar esta bonita oración:
"Tenía la mano fría como la de una serpiente": ¡HORROR!

20.10.08

Otra vez, la televisión

Lo digo otra vez.
No puede ser tan difícil resolver algunos temas, como por ejemplo, el de los adolescentes que salen de clase para fumar marihuana, en una escuela-rancho de la provincia de Misiones.
No es tarea, claro, que deban hacer sólo los maestros y los padres, porque como ya sabemos, los maestros ganan poco y hacen un trabajo por demás desprestigiado, y los padres, pobres padres, anda él perdido y ausente, y ella trabajando fuera de su casa para que sus hijos puedan comer.
Es el Estado el que no está. O está distraído, mirando para otros lados, gastando más allá, y se olvida de hacer lo que debe que hacer: velar por sus niños y sus jóvenes. ¿O hay, acaso, algo más primordial?
Ya no digo que todo se arregla con educación, salud, trabajo y justicia. Prefiero decir que todo se arreglaría con ganas, con voluntad, con decisión.
Es mucho lo que habría que hacer para cuidar, realmente cuidar, a los chicos de la calle y a los chicos de las casas sin padres, donde los hijos crecen solos, mirando una pantalla de televisión.
¿Podemos decir que los buenos libros, la música, el teatro nos ayudan a desarrollarnos como personas sensibles y pensantes dentro de un sistema donde cada uno encuentra su lugar, donde los que están más allá de los bordes tienen la posibilidad de salir de su exclusión y de sentirse parte de un todo, en la medida en que puedan pensar y pensarse, y construir, palabra a palabra, una visión particular del mundo? ¿Alguien lo duda? Creo que no.
Entonces.
¿Qué hacer con el reverso de lo que es bueno, con la contrafigura de lo que nos "hace bien", como dice la canción de Drexler?
La televisión, por ejemplo, abarrota a los chicos que la miran de aquello que no les hace bien. Nadie se atrevería a decir que no es así: peleas forzadas de conventillo, mal gusto de la mañana a la noche, un lenguaje que no pueden comprender, porque son niños en plena niñez o jóvenes confundidos en estado de orfandad. Nadie los cuida y ahí están, a merced de las desmesuras de Tinelli, de noticieros que cargan las tintas en el peor lugar, de programas que enseñan cómo drogarse y cómo robar, de imágenes de mujeres que no tienen nada de lo que una mujer tiene que tener: capacidad de contención, ternura, fortaleza, femineidad.
A todos nos hacen mal, a nadie puede hacerle bien.
Se me dirá que la tele está para entretener, pero si mientras entretiene daña, entonces, que revise sus formas de entretener.
Que los responsable de la tele no les sigan echando la culpa a los que la ven, porque son ellos los que los así los han construido, por propia elección. Que revisen sus corazones, en lugar de sus bolsillos.
Así como se habla cada vez más de la responsabilidad social empresarial, que pone a los empresarios frente al compromiso de velar por el medio ambiente y por la población de la comunidad en la que está insertada, así también el Estado y la sociedad deberían exigirles a los medios de comunicación que no atormenten más a los chicos, que tengan piedad.
Un Estado casi ausente, familias desintegradas por la pobreza, escuelas que no alcanzan para educar y una televisión en cada hogar que escupe sobre la dignidad de los que la ven, sin importarle que sean chicos y adolescentes los que pasan horas y horas frente a la pantalla del gran televisor.
Ya basta de exigir "seguridad", que no es eso lo que hay que hacer.
Es muy claro lo que pasa.
O nos educamos entre todos, o nos estaremos insultando, robando y matando los unos a los otros, los de arriba y los de abajo, los jóvenes y los viejos, de aquí a la eternidad.

16.10.08

Buen fin de semana

"Pensar que la vida en Finlandia se parece a una película de Kaurismaki
es como creer que en España todos somos personajes de Almodóvar".
Dietario voluble, Enrique Vila-Matas.

¿Cómo? ¿No te lo conté?

Esta es una de las tantas historias que tan bien sabe contar mi amiga Beta.
Ella y su marido, llamémoslo Beto, viven en una apacible provincia donde hay tiempo para todo tipo de relatos, hasta los más domésticos. Pero vamos a la historia. ¿Vos tenés perro? le pregunté a mi amiga en plena charla, mientras una y otra vez interrumpía la conversación para abrirle la puerta a mi perra Juanita. Bastó esa sola pregunta para que la Beta, abriendo bien los ojos me dijera: ¿Ah, pero vos no sabés lo que nos pasó con el salchicha Coco? ¿No? ¿Nunca te lo conté? Era insoportable, yo no lo aguantaba: se hacía pis siempre en la misma pata de la mesa, viste, la que tengo frente al sillón, arañaba las puertas... era un perro jodido, de mal carácter, gruñón, pero vieras vos cómo lo quería Betita, hasta que un día le pegó un tarascón a la pobre chica y Beto, el padre, dijo esto se acabó.

Subió el perro al auto y se fue hasta lo de un amigo, para que lo aconsejara, digo yo. Ya en la casa del amigo, mientras le contaba en la vereda los pormenores del asunto, que el meo, que el mal carácter, que el tarascón, sale de la casa de al lado una viejita muy simpática que ahí nomás quedó enamorada del salchicha gruñón, ay, qué lindo perrito, dijo la mujer. ¿Lo quiere, señora?, ¡se lo regalo!, la apuró el Beto y fin del primer capítulo.


Pasaron unos años, pongamos que tres. Un buen día tocan el timbre, ¿quién es? Mire señora, acá hay un perrito perdido y como nos acordamos que ustedes tenían un lindo salchicha... que no, que no es mío, dije yo, pero la Betita desde atrás gritaba de alegría: ¡volvió el Coco, volvió el Coco! Ahí nomás llegó Bettito, que casi se muere de la impresión. Qué va a ser Coco, ¡naba!, le dijo a la pobre criatura. Que sí, que sí, insistía Betita, miren, miren, tiene el mismo collar, la patita chueca, la mancha en la oreja, ¡¡es Coco, qué felicidad!! y lo hacía upa como si fuera un bebé. Que te cuento cuando llegó el Beto, ¡qué hace este perro acá! gritó. Es Coquito, que volvió. A los dos minutos ahí andaba el perro meando la pata de la mesa y arañando la puerta del cuarto donde el pobre Beto intentaba ver el partido por la televisión, y vos viste cómo es, mucho no aguantó. Dio un salto, agarró al Coco del cogote y al grito de este perro de mierda no me jode más la puta que lo parió, le hizo una seña al Betito, vení, acompañame y salió dando un portazo. ¡Ay, nooo!, ¡que es el Coco que volvió!; ¡volvió las pelotas!, dijo el Betito y siguió airoso detrás de su padre. Se fueron hasta la casa de la vieja y sin que nadie los viera, alzaron al perro y lo hicieron volar a través del cerco hasta que el Coco aterrizó, en perfecto estado, eso sí, en el jardín de la vieja... con su patita chueca y todo, cayó como un gato, mirá.
Reinó la paz en el hogar hasta que al rato, una hora, no más, recibe el Beto un mensaje de texto de su amigo, el vecino de la señora en cuestión. ¡¡Che, boludo, acá me dice la vieja que tiene dos Cocos en el jardín!!

14.10.08

Última lectura IV

Leo todo lo que publique Vila-Matas, así se trate de novelas o recopilación de sus muchos artículos, en los que, para ser sinceros, suele repetirse.
Pero no me importa.
Me hace celebrar la vida y la lectura.
Me gusta su prosa y su humor, su sapiencia y su curiosidad.
Mi identificación con él y sus lecturas es tan instantánea, que enseguida me prendo de sus páginas, porque me dejan con ganas de seguir conversando, porque me abren las puertas hacia otros escritores, a los que llego siempre de su mano.
Me llena de entusiasmo. Antes, cuando eran pocos los que lo conocían y ahora, que sus libros se venden, sospecho, casi como pan caliente.
Comparto con él su deslumbramiento (porque él sabe deslumbrarse) por Kafka, Magris, Bolaño, Ribeyro, Walser, Macedonio Fernández, Borges, Bioy y hasta los actuales Pauls, Aira, Piglia y Fresán.
Como yo, tampoco sabe por qué le apasiona leer a ciertos autores cuando comentan los libros de otros. Nunca descarrila: si no le gusta, calla, de puro generoso.
Como yo, atesora citas y se defiende de los ataques de los maniáticos anticitas: sabe que se escribe siempre después de otros.

Organiza juegos literarios, con los que se entretiene y se despeja de los avatares de la vida; rastrea los mejores principios de novelas, pesca bartlebys empantanados, escritores portátiles, historias de amor después del amor, relatos de viajes o de densas esperas.
Me gusta, porque su vida se juega en una permanente tensión entre ficción
y realidad.
Dietario voluble es el título de este último libro: crónicas notables, aunque para nada volubles.

10.10.08

Buen fin de semana largo

"Mi padre decía que un bar no era un sitio al que uno quería ir, sino un sitio en el que uno acababa. Aunque había algo en los bares que me gustaba: la sensación de que en ellos se mantenía viva la posibilidad de que pasara algo largamente esperado, por mucho que hasta el momento no hubiera pasado nada".
De mujeres con hombres, Richard Ford

8.10.08

Más cosas que no entiendo

1) Que en las revistas de los diarios del domingo salgan los precios de algunos vestidos, como la de este domingo: U$S 10.000.
2) La compulsión a la maldad.
3) La compulsión al perfeccionismo.
4) El horario de protección al menor.
5) Que se fabriquen autos que anden a más de 200 km/h.
6) Las publicidades del tipo: "Retinol, promesa cumplida: adiós a la celulitis".
7) Que Jorge Rial relate dimes y diretes mientras su lenguaje corporal da cuenta de un estado de alerta, como si estuviera decidiendo el futuro de toda la Humanidad.
8) Que haya gente que no sepa quién es John Malkovich.
9) Que, en algunos casos, se idolatre al escritor de culto y se lo crucifique cuando, por esas cosas de la vida, logra, finalmente, que sus libros se vendan cada día más.
10) El refrán popular que dice Al que madruga Dios lo ayuda, cuando existe otro, tan popular como el primero, que se juega por No por mucho madrugar se amanece más temprano.

6.10.08

Frase célebre de un amigo no célebre





Lo dijo O.:

"Odio los patios de comida de los shopping: ahí voy yo con con mi bandejita, buscando mesa como Clint Eastwood en La Cárcel de Alcatraz".

3.10.08

Buen fin de semana

"Hay dos formas de maldad. Los verdaderos malos son así porque quieren: podrían ser buenos, pero prefieren fastidiar al prójimo, abusar del otro y apoderarse de lo que les gusta sin respetar a nadie. De estos malos de verdad creo que hay bastante menos de lo que suele creerse. Los malditos, en cambio, abundan mucho más. Llamo "malditos" a los que quisieran ser buenos para acaban siendo malos porque los demás no los ayudan, los rechazan o no los entienden. Más que malos, los malditos son buenos con mala suerte. Los malos auténticos se hacen solos; pero a los malditos los hacemos malos entre todos".
Malos y malditos, Fernando Savater.

(Me pregunto yo si mi enemigo anónimo será un malo o, pobrecito, apenas un maldito).

2.10.08

Observaciones

Está en la luna, hasta que inesperadamente escucha su nombre; entonces reacciona.

Las vendedoras de los stand de cosméticos: como cirujanas con sus trajes blancos, inmaculados.

La imagen de una mujer, agobiada por los muchos hijos.

Pánico de las conversaciones sin puntos ni comas.

Quiere disimular su enojo, entonces mira para otro lado.

Fuma, y entre pitada y pitada, como si dijera: "¿y qué?".

Se sabe moderna: camina por Palermo Rúcula.

El niño que, astutamente, llora porque quiere eso que quiere.

La cajera del supermercado mira con recela a ésa, la que lleva el manojo de las llaves secretas que abren cada uno de las cajas: ella tiene el poder.

La mujer remendada no es consciente de sus remiendos, aunque los otros sólo vean las costuras.

Camina encorvado, va con bastón y la mirada atenta a cada baldosa. Los otros lo maldicen porque camina por el carril rápido.

Hace daño y entonces se siente feliz.