29.5.09

Buen fin de semana


"No se gobierna de diferente manera a la que se llega al poder".
Martín Sabbatella.

27.5.09

Grito, pero sé.

Hay días felices porque sí, sólo se siente ese bienestar a flor de piel y se anda con la sonrisa a cuestas sin querer. Días de ding dong ding dong, como aquella musiquita de Leonardo Favio.

Hay días de
desánimo, entonces se repta agazapado al ras del suelo para que el vuelo de la hojarasca no nos dé en plena cara.

Pero hay días como el de hoy. De ganas de gritar, de hartazgo, de rabia. Entonces uno va y se llena la boca de Pavese, Fante, Bowkosvki, Handke; del Vallejo de los heraldos negros o de aquel de El desbarrancadero. De Bernhard, si el grito aturde y ensucia desde muy dentro.
Se respira en el aire la estafa, el descontento, la desazón. No hay Pessoa que alcance. Se vive con una mano en la garganta, como escribe Pizarnik. Se cae hasta allá abajo, pero no es tristeza. No. La tristeza es otra cosa.

Como si fuera imposible acordar con el mundo.
Como si se descarrilara a cada paso.
No se llora a los pies de Vallejo de la tristeza. No se canta con Cohen una canción melancólica.
Son ganas de patalear. De dar pelea sin saber a quién.
No hay motivos, más que, quizás, una bola de helado que se nos cae al piso, como dice uno de los personajes de la novela de Garcés. Y ya está, nuestra alma se quiebra en mil pedazos.
Es hastío, pero no del que aburre sino del que cansa.

Y entonces se hace lo que se puede, aunque ese poder hacer no alcance. En lugar de evitar el tropiezo se busca la piedra más dura en la que golpear y golpear.
Hasta que el grito silencioso calla.
Entonces, todo vuelve a estar bien.
Foto: Adriana Lestido.

26.5.09

En tela de juicio: 50 y 50

Cuando una pareja se separa, la culpa se reparte en un 50 y 50*.

No, yo digo que no es así.
El amor es un espejismo, quién no lo sabe.
Más allá de esa atracción primera que se produce por un "porque sí", la imaginación de quien se enamora, deliciosamente, construye el resto. Ahí va, sumando rasgos y talentos, a la medida de su corazón amante.

Nos inventamos un otro casi perfecto. Las campanas suenan y las pieles se erizan y celebran.
Con el tiempo, es inevitable la deconstrucción, pero si una pizca de ese amor prendió en nuestro ser amante como un gajo en tierra fértil, el resto es cuestión de voluntad, de querer querer, de cuidado.
Y una alianza amorosa puede convertirse en una de las grandes dichas de la vida: el compañero de ruta. Siempre que entendamos que no hay un alguien a la medida del otro, una completud para mi ser inacabado.

A veces las parejas se separan porque uno deja de amar, o los dos, o porque la ruta se hace intransitable de tanta turbulencia. O porque se decide, sin más, salirse del camino por propia vocación.

Se dice que "él no le da lo que ella necesita", o que "ella buscó afuera lo que no tenía en su casa".
Pero como no somos como la galera inagotable de un mago, siempre habrá algo que no estaremos dándole al otro. Si somos rubios, no podremos ser morochos, si tímidos y silenciosos, cómo ser extrovertidos o chispeantes... Si nos gusta el calor y el verano, jamás podremos ofrecer, sin fisuras, el placer por el frío y el viento.

Cuando una pareja se separa, no siempre sabremos el porqué.
Solo sucede. Ni 50 y 50. Ni 60 y 40.
Ni "you need two for tango", como dice mi amiga S.
Hay quienes ensayan cortes y quebradas solitos, al compás de los propios sueños o de incomprensibles pero inevitables pulsiones.
Misterios del amor y de la vida.
*texto ya publicado hace muuucho.

24.5.09

Más cosas que no entiendo

1) ¿Cómo no pensar que las candidaturas testimoniales son casi una estafa si hasta un chico de diez años, frente una regla así en cualquier juego diría: "¡ah, no!, eso no vale, es mula"?

2) ¿Creemos en la sonrisa de De Narváez y en sus palabras bonitas o lo que vemos apenas lo vemos es la gran campaña que lo construye?

3) ¿Son ciertos los interminables juicios de una vedette a otra? Si a sí fuera, ¿están los tribunales atestados de expedientes del tipo: Carmen Barbieri contra quién sea? ¿habrá empleados en los tribunales perdiendo horas de trabajo para determinar si "gorda" es un insulto o un agravio?

4) Escucho a Alberto Fernández en Radio del Plata. Dice que las candidaturas testimoniales no son, de ninguna manera, una estafa, puesto que la gente sabe que los candidatos, en esos casos, no asumirán.
¿Cómo sabe que la gente sabe? ¿Para que las ponen, entonces?

5) ¿Por que ya nadie silba o tararea despreocupadamente en la calle?

6) ¿Qué hace una modelo cuando le sale un grano en la nariz? ¿Qué hace un changarín cuando lo ataca la lumbalgia? ¿Qué hace un humorista cuando lo golpea el desánimo? ¿Qué hace Moira Casán cuando le da un ataque de calor?

7) ¿Por qué hay olorcito a verano en pleno mayo?

8) ¿Por qué los que tienen mucho dinero quieren siempre más? (... sí, ya sé, vuelvo al mismo tema, es que no encuentro la respuesta).

9) ¿Qué hace la más solícita de las amantes cuando le duele la cabeza (y mucho... y de verdad)?

10) ¿Cómo hace una familia para vivir con menos de dos mil pesos? ¿¿ehh?? ¿cómo hace?

11) ¿Por que se gastaría una mujer siete mil pesos en una cartera o doce mil en un vestido?

12) ¿Nadie le dice a Lilita que nos nos vaticine más desgracias?


13) Si hay 13 millones de pobres, ¿por qué un gobierno no deja de gastar en todo aquello que es superfluo o innecesario?

14) ¿Desde cuándo se puso de moda decir que el argumento de la honestidad es un verso moralista?

15) ¿Por que no llueve si anunciaron lluvias a partir del sábado?

Foto: Magdalena Sorondo.

21.5.09

Buen fin de semana


El mundo podría olvidar desde ahora
su jadeo nocturno,
sus reiterados sueños negativos
si comenzara de nuevo
con la misma certeza de mi mano
alzando esta taza de café.

Certezas matinales, Joaquín Gianuzzi.

20.5.09

Autoras II, III y IV

II) Siri Hustvedt, Elegía para un americano.

La venda y Todo cuanto amé me habían gustado lo suficiente como para manotear de la mesada de la librería este nuevo libro de la mujer de Paul Auster, que, además, había visto en un encuentro el año pasado en la Boutique del Libro de Palermo.
Pero no.
Otra vez, no.
No digo que no sea buena la novela, no soy quién para afirmarlo, pero no me enganchó, así, de la manera en que necesito que una historia me atrape.

Siri relata el recorrido de dos hermanos tras las huellas de su padre muerto. Él es un psicoanalista algo asustado y ella, Inga, una mujer llena de secretos.
Desde la primera página se abren innumerables promesas que logran entusiasmarme, pero a medida que avanzo mis ganas se van apagando, como si a la historia le faltara la misma pasión que les falta a los gélidos hermanos.

III) Sonia Budassi, Los domingos son para dormir.

Después de tanta traducción entreverada o no, quién lo sabe, aterrizar en estos cuentos tan cercanos fue un placer, como reencontrarse con la casa propia. No había leído nada de esta autora que anda circulando a pasos firmes, y la verdad es que sus cuentos me instalaron de un solo golpe en los desvelos de una generación: la que transita los bellos treinta: sus primeras nostalgias, sus rotundas convicciones para animarse a ir más abajo del abajo.
La prosa es rica, por momentos algo compleja, pero destila elegancia y fascinación por las palabras.

IV) Lucía Mazzinghi, Resolana

Termino con Budassi y ahí nomás, desde el primer párrafo, me acomodo en la historia de Sofía, una niña de diez años que me lleva a un mundo único, ése de la infancia. Como si recreara junto con ella cada uno de mis días, lo que me lleva a mirar la foto de la autora que figura en la solapa y pensar: la infancia de Lucía es mi infancia y todas las infancias. La casa de la niñez, el recuerdo de la biblioteca de madera, cada lámpara y cada taza. Ese mundo privado en donde aprendemos a vivir antes de entrar en la escena de la adultez. Y así llegamos, a veces fuertes y esperanzados, pero otras, con heridas que entorpecen cada uno de nuestros pasos, con preguntas huérfanas de respuestas, pero también con caricias que son como un bálsamo sobre la carne viva.
Cerré el libro, feliz, una noche a las tres de la mañana. Todavía hoy las vivencias de Sofía conviven conmigo, la que soy hoy, la que fui ayer. Supongo yo que a ustedes les pasará lo mismo.

18.5.09

¿Hay más?

Dicen por ahí que el director Scorsese está por filmar la vida de Frank Sinatra, con el gran Leonardo DiCaprio. Quizás, en unos años, Sinatra tenga para muchos el rostro aniñado del actor de Titanic, como:

Elizabeth Taylor es la cara de Cleopatra,
Robert Powell, de Jesús de Nazaret,
Kirk Douglas, de Espartaco,
Ed Harris, de Jackson Pollock,
Philippe Noiret, de Pablo Neruda,
Philip Seymour Hoffman, de Truman Capote,
Nicole Kidman, de Virginia Woolf,
Val Kilmer, de Jim Morrison,
Bradd Pitt, de Aquiles,
Helen Mirren, de la Reina Isabel II,
Judi Dench, de Iris Murdoch,
Joaquim Phoenix, de Johnny Cash,
Liam Nesson, del Dr. Kinsley,

Gwyneth Platrow, de Sylvia Plath,
Benicio del Toro, del Che (bueno... son igualísimos).

* Atención: verán que no pongo en la lista a Anthony Hopkins en el papel de Picasso, porque fue una de las peores películas que vi en mi vida. Por suerte, Picasso para mí nunca tuvo ni tendrá la cara de Hopkins (con o sin pelo), a pesar de las rayas de su clásica camiseta negra y blanca.

15.5.09

Buen fin de semana

"Y así, el acto de aproximarse a un momento dado de la experiencia implica escrutinio (cercanía) y capacidad de conectar (distancia). El movimiento de la escritura es parecido al de la lanzadera en los telares: se acerca y se aleja una y otra vez, viene y se va.

A diferencia de aquella, sin embargo, no sigue una pauta fija. A medida que se repite a sí mismo, el movimiento de la escritura aumenta su intimidad con la experiencia. Y al final, si tienes suerte, el significado será el fruto de esa intimidad".
Puerca Tierra, John Berger.
Foto: Gualterio Pulvirenti, serie "Micromundo".

13.5.09

Frase célebre de una amiga no célebre

Lo dijo B., mi cosmetóloga:

"Ojo, Estrella, que las orejas también envejecen, ¿lo sabías?".

11.5.09

Autoras I

Apago la tele porque los tres hombres de Tres Poderes me vuelven loca, ahí están, con caballetes y boletas gigantes, números y más números, a las apuradas y a los gritos. No es manera de terminar un domingo, me digo, así que elijo hablar -por un rato- de otra cosa:

No sé si fue la casualidad o qué, pero lo último que estuve leyendo fueron autoras y no autores. Se las voy presentando:

1) Paula Fox, Personajes desesperados:

Todo un descubrimiento para mí, gracias a Dasbald, comentarista de LLP, y Jonathan Franzen, que la rescató del olvido y la recomienda en su ensayo Cómo estar solos. No encontré esta novela en Baires, así que el bueno de Janfi me lo traje de Barcelona.

Leo el prólogo de Franzen, donde cuenta que leyó Personajes desesperados seis veces y que en cada lectura fue encontrando nuevos significados. Entonces me refriego las manos con lujuria, porque sospecho que puedo estar frente a una de esas historias que me mantendrán en vilo durante unos días.

Paula Fox arranca con todo: una mujer, Sophie, es mordida por un gato callejero. A partir de este hecho extraño y golpeada por el miedo, la vida de Sophie se trastoca. Como si el miedo al dolor fuera más destructivo que el dolor, imagina la manera en que su vida puede desmoronarse a partir de esta herida que sangra.

No toma analgésicos, aterrada frente a la posibilidad de que no le hagan efecto, en cuyo caso no tendría, siquiera, esperanzas de alivio, sino sólo dolor.

Con la mordida como eje de sus días, no hace más que seguir pistas, buscar y descifrar las claves del sentido de su vida, de la relación incómoda con un marido al que conoce apenas en la densidad de una vida en común pero no fuera de ella, de la sensación de vacío, de la artificialidad con la que se mueve.

La historia realmente es atrapante y la prosa de Fox se revela en giros y escenas descriptas maravillosamente. Pero la traducción empieza a desanimarme a las pocas páginas. No digo expresiones como ésta: "la jardinería se le daba bien", que puedo reemplazar de un plumazo por: "le gustaba la jardinería", sino, más bien, por el uso y abuso del pretérito perfecto compuesto: Miren, si no:

"He ido al cine. El hombre del al lado me ha dicho que estaba hablando sola y le he dicho que no me interrumpiera, y él me ha dicho que le estaba jodiendo la noche. Así que me he marchado y he llamado un taxi".

Me ha costado (me costó) mucho seguir el hilo de la historia, se me ha hecho (se me hizo) pesado leer así, se me ha trabado (trababa) la lengua. Así que he decidido (decidí) esperar un poco para leer otra de sus novelas. La he de empezar (la empezaré/la voy a empezar) dentro de un tiempo, cuando vuelva a tolerar el pretérito perfecto compuesto.

8.5.09

Buen fin de semana

El prójimo: Si me dice que es feliz, pienso que es un tonto. Si me dice que es infeliz, pienso que es un pesado.
Una amiga: "Yo nunca sé por qué una persona es inteligente. ¿Cómo saben?".
Mala suerte. En poco tiempo le chocaron dos veces, por detrás, el coche nuevo, y el psicoanalista le aseguró que el hecho era una prueba evidente de homosexualidad reprimida.
Adolfo Bioy Casares, Descanso de Caminantes ((y no molesto más con Bioy, ya volvió el libro a la biblioteca).

6.5.09

Lejos de la experiencia sensible


Así como en algunos libros importa más el paratexto que el texto, a veces siento que la vida se nos va en los paratextos y perdemos así toda posibilidad de experiencia.
La foto del suceso vale más que el suceso.
El video del casamiento, que el casamiento.
El recuerdo de un encuentro que el encuentro.
Si vamos al zoológico, ya no miramos sorprendidos al mono y a la mona, porque estamos ocupados en dilucidar cuál será el ángulo perfecto para sacar la mejor foto.
Si en la granja nuestro niño está por ordeñar una vaca, qué importa su experiencia, importa más la foto de su efímero ordeñe.
Ya ni nos aburrimos, porque siempre está el celular que nos priva de esos irrepetibles momentos de ocio, capaces de llevarnos al mejor de los mundos.
Como si viviéramos para otros, para después, para más tarde, para el registro minucioso de una experiencia siempre mediatizada, parecida a todas; casi igual a todas.
Foto de Fogwill: Magdalena Sorondo.

5.5.09

Diálogo XIV


– ¿Yo estoy tan gordito como ése que está allí?
– ¿Cuál?, ¿¿el de la camisa celeste que está lambeteando un helado de chocolate??
– Seee, aquel gordazo...
– ¡¡No!! Vos sos muuuuucho más gordo...
– ¿¿Quééé?? Vos está loca, andá...
– Ay, Gordo, me parece que vos tenés anorexia al revés.
– ¿¿eh??
– Sí, ¿viste los anoréxicos? se ven siempre con kilos de más, bueno, vos te ves siempre con kilos de menos, ¡te falla la autoimagen!

4.5.09

Elegí la foto que más te guste


No hay que alimentar al troll, se dice en el mundo bloguer.
O lo que es lo mismo: al anónimo molesto mejor ignorarlo, pues así se logra que se canse y que se vaya. Pero resulta que este anónimo ni se cansa ni se va.
Confieso que soy yo la que se cansó de hacer esfuerzos para ignorarlo.
"Herir a alguien es un acto de involuntaria intimidad", dice Hanif Kureischi, y eso es lo que sentí durante un tiempo: había alguien, una especie de un moscardón, merodeando en mi intimidad. Pero ya no. Si no siento por él ningún respeto, mal podría lastimarme. ¿Cómo respetar a alguien que día a día desenfunda sin por qué los más elementales insultos sin otro argumento que el de una compulsiva necesidad se molestar?

Pero vayamos al principio de todas las cosas, y perdón si los aburro.

La cosa es así:

Parece que todo blog, por más insignificante que sea, tiene sus anónimos molestos. Yo tengo tres. Dos "él" y una "ella".

Empecemos por ella, llamémosla anónimo 1. Empezó siendo amable, hasta que en épocas de conflicto con el campo se enchinchó, como si yo fuera ganadera. Que sos una mujer mediocre, que sos tibia, que tu ni muy muy ni tan tan me tiene harta. Uf. Claro que no lo dijo así de lindo.

Anónimo 2: aparece poco, se desquicia de tanto en tanto, hasta que finalmente vuelve a su falsa escuadra, entra en un periodo de silencio y desaparece por un tiempo.

Anónimo 2: He aquí el problema. Es el que desde hace meses deja mensajes horribles. Como el anónimo 1, cada tanto entra en un semiletargo, hasta que finalmente se despierta y vuelve a sus pueriles ataques. Digo pueriles porque lo supongo muy joven, casi un chico, por las palabras que usa, por lo que dice y por cómo lo dice.

Si algo he intentado durante toda mi vida es ser indulgente con ciertas miserias o debilidades de carácter. Por eso, puedo tolerar y hasta comprender a envidiosos, soberbios, atorrantes, mentirosos, haraganes, displicentes, irresponsables, borrachos, quejosos, miserables, histéricos, codiciosos, egoístas, posesivos, extremistas, fanfarrones, perezosos, inseguros, fatalistas, obsesivos, desconfiados, inmaduros, nerviosos, acomplejados, testarudos, prepotentes..., pero lo que no puedo, de ninguna manera, es entender a los crueles. "La única superioridad que reconozco es la bondad", dice el niño terrible Houellebecq.

Sólo me queda pensar que se trata de alguien víctima del desamor, que no soporta la armonía que no encuentra en él.
Por eso va otra vez este pedido: vos no sabés quiénes están del otro lado, cómo vive cada quien, qué siente, cómo sufre, qué cosas le tocó atravesar en la vida. Quizás haya algunos que encuentran en los blogs conversación, compañía, distracción y ... ahí aterrizás, anónimo malísimo, con toda tu malicia a cuestas. No sé si es un juego para vos, pero para otros puede ser una mortificación.
No tengo ganas de convivir con vos. Qué necesidad.
No tengo ganas de contestarte y mucho menos de leerte.
Cada comentario que dejes lo voy a borrar. Yo que vos probaría cambiar el anonimato por un nombre amigable y me sentaría a conversar, a ver qué pasa. Por algo entrás
. Y si no, hablalo con tu analista. O con tu mamá.