30.11.07

Respuestas de Borges y algo más...

¿Qué cualidad prefiere en un hombre?
Cuando a uno le preguntan cuánto es siete más cuatro, sabe responder once. Cuando le preguntan la prolongación de la calle Bolivar, se sabe que es San Martín. Sobre la pregunta en sí, le contesto: yo diría el no tomarse demasiado en serio.
¿Qué cualidad prefiere en una mujer?
La indulgencia, la cortesía.
Algo más:
+ "En veinte años he aplazado sólo a tres alumnos porque insistieron mucho para que los aplazase".
+ "De acuerdo, soy un bleff, pero un bleff involuntario".
+ A los 81 años no me queda más remedio que elegir entre el suicidio y la longevidad...
- Y usted eligió la longevidad.
- No, no la he elegido. Mi cobardía la ha elegido. Cuando mi madre cumplió 95 años estaba tristísima. Me dijo: "noventa y cinco años, a quién se le ocurre. Se me fue la mano". Estaba impaciente por morir, ¡claro!

28.11.07

Dos palabras antes de morir

¿Cuál es el don que le gustaría poseer?
Me gustaría ser valiente. Mi dentista asegura que no lo soy.
¿Cómo le gustaría morir?
Bruscamente, hoy mismo.
¿Dónde le gustaría vivir?
Inexplicablemente, en Buenos Aires.
¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?
La indecisión.
¿Cuál es su color favorito?
El amarillo, el único que la ceguera me ha dejado.
¿Cuál es su flor favorita?
Supongo que la rosa, que es símbolo de todas las otras.
¿Qué es lo que más detesta?
Creo que la estupidez y la crueldad, que suelen ir juntas.
¿Qué cualidad prefiere en un hombre?
¿Qué cualidad prefiere en una mujer?
..............................................
Dejo las respuestas en suspenso, ¡para que primero contesten ustedes estas dos preguntas! (y de paso pruebo, a ver si alguien me hace caso...).

27.11.07

Familias de película

Ni muy muy... Ni tan tan...Las familias disfuncionales son más atractivas que las que funcionan como un violín. Tan así es que tienen sus propio género en el cine y en la literatura. Las funcionales se explican por sí mismas. Como pasa con la mismísima felicidad, nada hay que agregar. Sé es feliz y listo. Acaso, ¿quién querría ver una película sobre una familia de manual o leer un libro donde ningún conflicto ponga en juego a los personajes?
Así y todo, hay un prototipo de familia, que de taaaan perfecta, se convierte en paradigma de lo que otras no quieren llegar a ser.
En la familia perfecta:
Los esposos se tratan de "amor", "amore", "gorda o gordo". (Gracias a Dios, no tenemos el "cariño" ni el " honey" o el espantoso "sweetheart").
Circulan palabras tales como: comunicación, diálogo, confianza. Valores que no se discuten, claro, pero que en boca de las perfectas familias se convierten, automáticamente, en el peor de los atributos, a pesar de las proclamas.
Los hijos son: inteligentes, lindos, buenos alumnos, los mejores compañeros, excelentes deportistas. Jamás dejarán una toalla mojada sobre la cama. Y sus zapatos, siempre lustrados, irán de sus pies al ropero y del ropero a sus pies. Novios y novias serán los esperados, y si no lo son, ya se les encontrará la vuelta para que encajen como anillo al dedo y pasen a ser otro motivo de orgullo.
La madre, dedicada, eficiente, buena administradora. En el fondo de su heladera, jamás reposará un tomate machucado y con signos de putrefacción. Las plantas de su jardín siempre parecerán como recién plantadas; no habrá manchas en sus sillones ni bombitas quemadas en sus faroles.
El padre, ¡ah, el padre! Especie de boy scout, siempre listo para lo que se lo mande llamar. Ayuda y ayuda, sin pedir nada a cambio. Tiene su pinta, un buen trabajo, y, lo más importante, es capaz de cualquier cosa por el bien de los suyos. No mira otras mujeres porque ama a la suya, que es la mejor. No le interesan los problemas de otros hijos, porque no entiende de conflictos filiales.

Para alimentar la perfección, la familia realiza encuentros temáticos, viajes "en familia" donde todos juntos escalan montañas, remontan ríos, duermen en carpas, cantan y bailan.
Todos se aman y se declaran su amor.
No hay nada más que decir.
Son familias perfectas.
¿Por qué, entonces, a la mayoría de nosotros nos incomoda tanta perfección?

26.11.07

Diálogo IV

Entro en la librería buscando un libro para regalar; espío el último de Sergio Bizzio, pero no lo compro. Pido una extravagancia, entusiasmada por una reseña de Rodrigo Fresán ..., $110; elijo no arriesgarme. Me decido por una novela de Cheever, traducida por Juan Forn. Y me pongo a conversar con el chiquilín de bachín, que está detrás del mostrador:
- "No vale la pena leer a Bizzio, y me tiene sin cuidado lo que recomienda Fresán, a mí me gusta leer cosas oscuras, dolorosas, densas... Cheveer no alcanza, mucho bla bla bla, pero no se animó a más, hay que leer a Pavese, que se suicidó, ¡eso es literatura!".
Les juro que fue más o menos así (palabras más, palabras menos). Entonces pensé: pobre pibe, lo que le falta y lo que le espera si a esta edad temprana desprecia a Cheever porque no apretó el gatillo.

23.11.07

Buen fin de semana

"Hace poco, sentada a la mesa, me sorprendí repitiendo un gesto de mi madre (...). Es como si citara a mi madre, y la cita me inquieta porque no la puedo controlar".
Sylvia Molloy. Varia imaginación.

Libros que se van acumulando

Ya tengo una torre de libros para leer este verano, cuando el trabajo amaine, la casa se vacíe y se aquieten los tiempos.
Este año, en mi pila no hay clásicos (durante muchos eneros fui leyendo a grandes autores, por eso hoy, para mí, la playa me recuerda a Tolstoi y los bosques del sur a Thomas Mann). Tampoco poetas. Otro año será. Sospecho que el blog propio y la lectura de los ajenos me llevaron por otros senderos. Yo, feliz con el recorrido. Va mi lista:
1) Relatos porteños, Raúl Escari (Pura curiosidad).
2) Dejen todo en mis manos, M. Levreto (Desde que empecé a leerlo, quiero más y más).
3) Narrativa completa, Sara Gallardo (Quedó pendiente de mi lista del año pasado).
4) Señor de la Luz, Roger Zelazny. (Recomendación de Leo. LLP).
5) Diarios de Tolstoi, edición Acantilados. (Recomendación de Flavia. LLP).
6) Derrumbe, Daniel Guebel. (Lo vi y me tentó; me gusta leer a los escritores argentinos que están escribiendo hoy).
7) Ensayos bonsai, Fabian Casas (Por la misma razón, me gusta cómo escribe).
8) Este libro te salvará la vida, A. M. Homes (Porque al anterior, Música para corazones incendiados, me lo devoré en dos días).
9) Querido Dexter, Jeff Lindsay (Recomendación de mi librero, Alejandro).
10) Las Benévolas, Jhonattan Littell (Recomendación de mi librero Fernando y de mi amigo Eduardo).
Y sigue la lista, pero para qué. No nos engañemos, muchos de ellos pasarán a la Lista de libros para leer frente a la chimenea.

21.11.07

El ensoñadero

Hoy, temprano a la mañana, me encontré manejando en medio de hileras de jacarandás esplendorosos, que resaltaban en el fondo del cielo, tan azul como el mar azul.
Dice la filosofía zen que hay que vivir en el presente, aquí y ahora. Es decir: cuando como, como; cuando manejo, manejo. Para mí, en cambio, el auto es como un gran ensoñadero, sólo el brillo recién nacido de los verdes primaverales me instala en el más perfecto presente. Ni el tráfico ni las bocinas presurosas logran sacarme de mi construcción imaginaria. En el auto ensayo el más logrado de los diálogos que, claro, nunca tendré en la vida misma; soluciono la vida de todos los que quiero; recreo retóricamente la mejor de las escenas, ensayo post para este blog o monto una gran puesta, que de tan verosímil justifica mi día. Los días de tristeza cruda, ahí está la música, como perfecta banda de sonido para mis desdichas pasajeras. En el auto pienso, ordeno mis ideas; como si me invadiera, de golpe, una lucidez única, que se escapa una vez que, desde el ensoñandero, detengo la marcha y llego a destino
.

Perla

Perla tiene dos hijos: Alejandro y Vicky. Ale tiene 4 años y nació mientras ella trabajaba conmigo. Cuando a los tres años llegó Vicky, Perla decidió dejar de trabajar, porque las cosas empezaban a complicarse en su casa. Ellos viven en la villa 31, en el barrio ferroviario. Víctor, su marido, paraguayo como ella y hombre trabajador, empezó a tomar en épocas de desempleo para matar las horas en ronda de amigos. Perla es una mujer extraordinaria, bien podría hacer cualquier trabajo: es inteligente, rápida, dueña de una eficiencia sin límites y de un trato más que angelical. Desde que nació Vicky, Perla se las rebusca; puso un kiosco, prepara almuerzos económicos para los trabajadores de la zona, está con sus hijos.
Hace apenas unos días, ella decidió dejar su barrio y se mudó a lo de una cuñada en el Bajo Flores. Ya no puede pelear con lo que ve, día tras día, en las puertas de su casa, en su calle y en su barrio. Chicos y chicas, casi niños, drogándose a la vista de todos. Los hombres (entre ellos su marido), emborrachándose no ya por la falta de trabajo, sino porque se les ha hecho costumbre. Perla siente que ahí no puede educar a sus hijos, porque el entorno, tarde o temprano, terminará arrebatándoselos. Tampoco sabe qué hacer para ayudar a esos casi niños que, día a día, ve desmejorados y como apagándose, sin contención ni modelos. Tampoco quiere que sus hijos jueguen en la calle o en el arenero del lugar, porque vuelven picados, repletos de ronchas y sucios de tanta mugre. A pesar de todo, Perla tiene proyectos, sueña con una vivienda donde poder vivir con Víctor (que le ha jurado que no volverá a tomar) y educar a sus hijos.
Yo, mientras converso con ella, pienso que es una mujer admirable y que se merece una mejor vida. Ella sabe que cuenta conmigo y con toda la gente que la quiere, pero también sabe que tanto su vida como la de sus hijos no será nunca fácil.
Al rato nos despedimos, con promesas de hablar en estos días. Esa misma noche, mientras miro el noticiero, veo una publicidad de Felipe Solá: muy orgulloso, nos dice que nos deja una provincia en pie.
No creo que Perla piense lo mismo.

19.11.07

Leo que ha salido un nuevo libro de Robbe-Grillet, tan, pero tan pornográfico, que se vende envuelto en un plástico negro: sadomasoquismo, crueldades y depravaciones que han escandalizado a los lectores franceses.
Por un lado, me pregunto que puede decir este hombre de 85 años que ya no haya sido dicho. Y por otro, pienso en lo difícil que es escribir literatura no ya pornográfica, sino erótica, y en cómo ha ido cambiando -si es que ha cambiado-, la forma en contar la intimidad.
"Con valor y paciencia se superan los mayores obstáculos. Es una locura pensar que se deba, en la medida de lo posible, desflorar a una jovencita con un miembro muy pequeño. A mí me parece, por el contrario, que una joven virgen debe entregarse a los aparatos más grandes que pueda encontrar, para que, una vez rotos los ligamentos del himen con mayor rapidez, puedan definirse rápidamente en ella las sensaciones de placer. Es verdad que, una vez acostumbrada a este régimen, le costará mucho adaptarse a otro mediano; pero, si la joven es rica, joven y bella, encontrará el tamaño que desee. Que se atenga a ello".
La Filosofía en el tocador. El Marqués de Sade.
"C. volvió a estremecerse al darse la potente e inexorable entrada del hombre en ella, una entrada extraña y terrible. Hubiera podido ser como la penetración de una espada en su cuerpo suavemente abierto, y entonces, ello hubiera significado la muerte. C. impulsó su cuerpo contra el hombre, impulsada por la brusca punzada del terror. Pero aquello se transformó en una oscura penetración de paz.
El hombre dejó caer la camisa al suelo y se quedó quieto, mirándola. A través de la ventana se coló un rayo de sol que ilumino los muslos del hombre, su vientre aplanado y su falo erecto, que se alzaba oscuro y ardiente, saliendo de la vívida nube de vello dorado rojizo. C. quedó sobresaltada y atemorizada". El amante del Lady Chatterley, D.H. Lawrence.
"Entonces me siento un imbécil, un perdedor, porque no puedo evitarlo, termino antes que ella, apenas comenzaba y ya me he rendido como un pobre diablo, he colapsado con muy poca hombría. Aunque trato de prolongar el combate, quedo inerte y abochornado por tan torpe exhibición de mis dotes amatorias". El huracán lleva tu nombre, Jaime Bayly.
"Al mismo tiempo, sentía que mientras unos dedos le tironeaban del pelo, las yemas y uñas de otros se le clavaban en las sienes, provocándole dolor. Hubiera querido liberarlo del pantalón y empezar allí mismo a succionarlo, pero la presión de los dedos en las sienes y en el cuello, y la fuerza de su lengua -chiquita y sana como la de un bebé, pensó- estaban precipitando ese orgasmo que ella había esperado alcanzar recién en el momento en el que el hombre eyaculara en su boca". Vivir afuera, R. Fogwill.
"Ella no se movió. Lo que más temía era que la mano parase, que se hiciese más tímida, que se alejase. Ella tenía deseos de moverse, para poner la pierna un poco más apartada, más separada de la otra, de forma que los dedos llegaran a esa piel interna, más sensible que la de los muslos". Diarios de Anais Nin.
"Él te sembró toda la piel de quieros / y quiero a quiero calentó su piel / desabrochó tu soledad por dentro / de un solo quiero y de una sola vez. / Él te sembró toda la piel de quieros, / quieros enteros que mordía él, él, él. / Su boca encinta de un misterio bravo / diez hembras hondas te empujó a crecer, / porque en tu pelo y tu silencio largos / veinte varones él sabía ser". Balada para él, Horacio Ferrer.
"Apenas él le amalaba el nema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionars de cara al nóvalo. (...) En un momento, ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los extrayuxtaba y paramovía... (...)". Rayuela, Julio Cortázar.
"Se miran / se presienten / se desean. / Se acarician / se besan / se desnudan. / Se respiran / se acuestan / se olfatean. / Se penetran / se chupan / se demudan. / Se adormecen / se despiertan / se iluminan (...)". Espantapájaros, Oliverio Girondo.

16.11.07

Buen fin de semana

"¿Vive el que escribe un diario, o solamente escribe un diario?".
(Alan Pauls).

Agrego: ¿Vive el que escribe en un blog, o solamente escribe en el blog?

14.11.07

En tela de juicio

"No hay como el cine para ver una película".
No quisiera sonar nostalgiosa, pero díganme si no: ¡ya no se puede ir al cine! Por lo menos, no los fines de semana, pues uno se encuentra con un sinfín de obstáculos.
Un pochoclo por acá; una pizza con peperonis por allá. ¡Ah! si hasta uno extraña el ruidito del papel de celofón del caramelo... porque se pelaba y ¡chau!, en un instante terminaba el martirio. Ahora hay que soportar los baldes interminables de popcorn, porque con el nuevo hábito vino el nuevo nombre. Joder. Se me dirá que los baldes de palomitas de maíz abundan en películas pochocleras. Ya no. Hoy dicen presente hasta en las iraníes, en esas en las que casi no hay diálogo, solo, por ejemplo, un bote que avanza lento por un río oscuro, con el único sonido del ruido de remo atravesando el agua. Al plam, plam, plam del movimiento del agua, hay que agregarle el crac, crinch, gruacc, brrruanch del acaramelado maíz pisingallo, pues nadie le enseño a nadie cómo deben ir al rescate del de arriba, en lugar de revolotear por los bajos fondos.
Si no es el crunch cranch, puede que nos invada el olor fuerte de los tacos mexicanos, o el salame hipergraso de la pizza derretida y tibia.
Los celulares suenan (tiririririri, uuuiii, pinpinpin, uaiuai, lalala, leleli); la gente contesta y entonces el: "No, nene, mañana no puedo, tengo fútbol, llamalo al chango, y te dejo porque estoy en el cine".
¿Quien recuerda ese silencio sacrosanto, ese hablar apenas en murmullos no bien uno avanzaba por el pasillo en busca de la mejor ubicación?
Dentro de poco, la gente irá al cine con pantuflas y la mantita del sillón al hombro, para sentirse 100% como en casa. El problema es que ¡no estamos en nuestra casa!
¡Estamos en el cine!
Shhhhhhh...

12.11.07

En el nombre del Padre

Es muy probable que muchos escritores se acerquen a la escritura casi como un intento por acercarse al "padre". No en vano, es uno de los temas más presentes en la literatura. No recuerdo tantos autores o relatos ligados a la figura de la "madre".
Algunos autores en rotundo conflicto con el padre (si se acuerdan de otros, serán bienvenidos):
1) KAFKA: "Querido padre: una vez me preguntaste por qué te temía, como de costumbre, no supe qué responderte": así empieza la famosa Carta, donde se pone en juego la fuerza del padre y la debilidad subjetiva del hijo. Hay quienes dicen que este antagonismo tenso y trágico, estos sentimientos hostiles, fueron agigantados por Kafka, casi como una excusa para expulsar sus propias debilidades.
2) DOSTOIEVSKI: Hijo de un hombre estricto y huraño. Durante toda su vida quiso probar que nada tenía que ver con su padre; odiaba de él su ausencia de piedad. Después de su muerte, lo abrumó la culpa por no haberlo amado y por no haber querido parecerse a él. Los hermanos Karamasov es uno de los libros más fascinantes que leí: tres hermanos en diálogo universal con el padre.
3) MARTIN AMIS: Ser escritor y, además, hijo de un escritor famoso (Kingsley Amis) no es fácil, y mucho más, cuando el mismísimo padre confiesa una y otra vez que no le gustan los libros de su hijo. En su precoz autobiografía, Experiencia, los capítulos dedicados al padre y, especialmente, a la vejez y enfermedad de su padre, son terriblemente conmovedores.
4) PAUL AUSTER: Escribió La invención de la soledad apenas se enteró de la muerte de su padre: "Mi padre ya no está, y si no hago algo de prisa, su vida entera se desvanecerá con él". En el libro, Auster comienza con su muerte y página a página, va desandando el camino hasta la vida, buscando los rastros de ese padre que estuvo siempre ausente, como padre y como hombre, desde el exacto principio y hasta el último día.
5) CHARLES BUKOWSKI: Dicen que empezó a conocerse a sí mismo a través del rechazo de su padre. Dicen que le pegaba, para que alguien pagara por su mediocridad y falta de talento. Dicen que Bukowsvi mantuvo su furia, su rebeldía y sus propias frustraciones agazapadas hasta el momento en que empezó a escribir, no con la cabeza, dicen, sino con la sangre.
6) JAZMINA REZA: Una desolación, terrible historia de un hombre ya anciano que, mediante un monólogo alocado, le reprocha a su hijo la forma en que ha malogrado su vida, tanto, que llega a decirle: "Hubiera preferido un hijo criminal o terrorista, antes que un militante de la felicidad".
7) GUILLERMO SACOMMANO: Ya el título lo dice todo: El buen dolor: "Durante los 19 años que duró su enfermedad, una y otra vez escribí sobre mi padre. Casi siempre, uno escribe sobre lo que ignora, persiguiendo develar un misterio. Se escribe buscando una explicación. Y se encuentran sólo incógnitas".
8) FEDERICO JEANMAIRE: Uno de los libros más sentidos que leí. Otra vez el padre. Otra vez la enfermedad y la muerte. Pero en la novela y en la vida de Jeanmaire, y en la relación con su padre, hay encuentro, hay reconciliación, hay amor. Después de este libro, Federico escribió Patria, donde, entre otros temas, pone sobre la mesa la relación con su hijo, relación construida sobre la base de ese amor reconciliado.

11.11.07



Parece que con el ángel eléctrico tuvimos la misma idea: salir a sacar fotos de los jacarandás; pero en el camino, tanto él como yo, nos encontramos con estos lindos ceibos. Mis fotos son del Rosedal, de Palermo. El ángel anduvo volando por Santa Fe.

10.11.07

¿Buen fin de semana?

"Al este y al oeste, llueve y lloverá; una flor y otra flor celeste, del jacarandá".
(¡Ramón Ortega y María Elena Walsh!).
Foto: Cora Burgin

9.11.07

Esta mujer no deja de sorprenderme: baja las escaleras al grito de: "¡Mirtha, para tooodos!". Se viste de un rosa tan rosado que ni una niñita se atrevería. Mirando sus propias piernas dice, imperturbable: "Chiqui, ¡qué piernuchas!"; y cuando muestra, orgullosa, su vestido, cada dos por tres, exclama: "!Ay, Chuiquita, qué ¡chenchuuuale!". Hace unos días, miró fijo a un notero y le exigió: "¡Sáqueme bien, que soy una muy linda señora!".
¡¿¿Cómo se hace para tener la autoestima taaaaaaan alta???

7.11.07

Los derechos del lector

1) El derecho a no leer.
2) El derecho a saltearnos las páginas.
3) El derecho a no terminar un libro.
4) El derecho a releer.
5) El derecho a leer cualquier cosa.
6) El derecho al bovarismo.
7) El derecho a leer en cualquier sitio.
8) El derecho a ojear.
9) El derecho a leer en voz alta.
10) El derecho a callarnos.
Danniel Pennac dice que para evitar enfermedades de transmisión textual, hay que hacer uso de este decálogo. Si tuviera que elegir uno o dos, me quedaría con mis derecho a saltearme páginas (no sé por qué, nadie me lo enseñó) y a no dar cuenta de lo leído, porque no hay lectura sin intimidad.
Lo único que importa es cómo se vive, cómo se mira, después de leer.


Ni muy, muy...
(Circo del sol, en el barrio).


Ni tan, tan...









Cirq du soleil, en el mundo.
Foto: Magadalena Sorondo.

5.11.07

Piropos: Adhesiones y Aversiones.

Si quisiera decirte lo más bello que evoco
usaría tu nombre si no te ofendes por el piropo
(Jaime Ross)
Qué falta de respeto, que atropello a la razón, me dijo mi profesora de inglés sudafricana en medio de una clase, cuando hace años le conté que en nuestro país el piropo es el pan de cada día. Claro que la rubia sajona poco sabía del pesimismo discepoleno, pero sus ojos asombrados no podían creer lo que yo, mujer latina y extraña, le estaba contando. Que no, que los buenos piropos se agradecen con sonrisas. Que no, que nadie se enoja si lo que se dice no ofende.
Hay quienes sostienen que a partir de una edad, las mujeres se vuelven transparentes; ya nadie las mira pasar. Lejos de esta crónica de una muerte anunciada, debo decir, mujeres argentinas, que ese momento nunca llega. Siempre habrá un roto para nuestra femineidad descosida. Y sin no me creen, pasen y vean. Pasen, nomás, por delante de una obra en construcción, entren a un taller mecánico, o busquen entre la multitud a aquellos piropeadores profesionales, que no descansan ni de noche ni de día. En caso de extrema necesidad, y cuando ni desde las zanjas los zanjeros nos silben bonito, no hay más que salir a caminar por zona de camiones. El camionero no defrauda: oiremos una y otra vez esos bocinazos deliciosos, cuyo texto dirá lo que nosotros querremos que diga, porque esos ojos nos verán con otros ojos que los nuestros.
Ahora sí: afuera quedarán los piropeadores agresivos, los que nos miran, farfullando por lo bajo, y los excesivamente descarados, que de tan aduladores se vuelven mentirosos. Un poco de esmero, ¿será pedir demasiado?

2.11.07

Buen fin de semana


"Cuando pienso soy un genio, cuando escribo tengo talento y cuando hablo soy un tonto".
Vladimir Nabokov