8.9.07

Los mil y un lectores

Cada biblioteca personal es un recorrido y un proyecto único.
Nuestras formas de leer no se parecen, porque no existe un lector igual a otro.
Hay lectores aventureros que se lanzan, ávidos, al encuentro de aquello que los instale en plena turbulencia, mientras que otros, lectores rigurosos, siguen atentamente las secuencias de un elaborado itinerario.
Los hay intuitivos, otros perezosos, algunos tan inquietos que, en medio de una lectura y movidos por fuerzas subterráneas, se desvían hacia otras páginas, se bifurcan, se pierden en laberintos inciertos y encuentran en cada historia una historia que nunca termina.
Están aquellos deseosos de similitudes, y esos otros, callados y solitarios que custodian hasta la exageración sus horas robadas al tiempo.
Hay lectores nocturnos que en plena luz del día y hartos de esperar la noche, bajan persianas y encienden el foco más potente mientras encajan su cuerpo en las formas sabidas del mismo sillón amarronado.
Algunos buscan reflexión y encuentran diversión, quieren certezas, pero suman dudas, apuestan a la adhesión y se enfrentan a su propia resistencia.
Circulan, de tanto en tanto, los titubeantes, vacilan ante datos que se les hacen tramposos, dudan entre los colores estridentes de una portada y los demasiado suaves de otra, o releen, desconfiados, las reseñas necesariamente elogiosas de la contratapa.
Otros, los desbordados y caóticos, aman la confusión, el revoltijo, el más brutal amontonamiento.
Hay lectores de libros prestados que nunca devolverán, y otros que van escribiendo en tanta lectura hospitalaria su propia biografía a fuerza de garabatear tras cada párrafo sus pareceres, que con el tiempo ni ellos mismos podrán descifrar.

Están los rebeldes, los minuciosos, los cobardes; los ciclotímicos, que veneran hoy lo que ayer detestaron; los distraídos, los insensibles, los siempre fieles y entusiastas, que hacen de sus lecturas leña de constantes conversaciones; los fanáticos que apabullan con su vehemencia y terminan echando sombra en lugar de contagiar.
Existen minorías que lo que más hacen es leer. Otras, que lo único que hacen es leer.
Existen también lectores que se tutean con los personajes de ficción y logran con ellos más familiaridad que con sus compañeros de trabajo.
Los hay poco selectivos, esos que no dicen no. Los que eligen siempre el mejor capítulo, y los que vuelven a los textos conocidos y encuentran, en cada relectura, el doble placer de la repetición y el descubrimiento.
Algunos lectores, lectores nuevos, aterrizan fugaces entre páginas vírgenes de la mano de alguna buena película, mientras que otros se montan al envión de sus lecturas y salen a la vida con ojos de lector para convertirse en grandes observadores.
Habrá quienes sufran remordimientos por lo que no leyeron, y quienes se sientan marcados a fuego por un único libro. Quienes, impacientes, eviten descripciones y quienes, voraces y sensuales, lean tres veces el mismo y erótico pasaje.
Los hay veloces, grandes hojeadores, masoquistas y malabaristas que apuestan a la múltiple lectura de cuatro o cinco libros y que no entenderán nunca a los otros, lectores morosos, que se detienen para saborear esas líneas incandescentes que de repente se vuelven una revelación.
Unos rastrean, otros demandan, acumulan, fragmentan, devoran.

El pasatista se entretiene, el pícaro saltea, el travieso espía la página final, el nostálgico atesora frases memorables, el intimista convive amorosamente entre sus libros, el obsesivo lleva un eterno diario de lecturas, el fetichista recorre los estantes de su biblioteca y acaricia lomos conocidos o recién encuadernados.
El de corazón abierto comparte sus lecturas, el introvertido odia compartir.
Unos necesitan de la letra escrita de cada día; otros arrancan cada Año Nuevo; algunos leen de tanto en tanto, de época en época. Pero leemos y como lectores que somos debemos permitirnos todos los derechos y así poder potenciar nuestro placer.
Leemos para vivir o para gozar; o para abstraernos o para traducir la complejidad del mundo, o para encontrar posibilidades que los límites de la vida nos niegan o para lo que querramos que sirva leer.

20 comentarios:

Mascaró dijo...

¡Por dios! ¿De dónde saliste? ¿Dónde estuviste todo este tiempo, y porqué no te conocí antes?
Hiciste un retrato perfecto de mí.

Anónimo dijo...

me encanto!

Anónimo dijo...

me gusta lo de ...

"Hay lectores nocturnos que en plena luz del día y hartos de esperar la noche, bajan persianas y encienden el foco más potente mientras encajan su cuerpo en las formas sabidas del mismo sillón amarronado"

me los imagino!

Jotafrisco dijo...

Como prefiero gastar guita en películas tengo un método asqueroso, detestable, para comprar libros, o elegirlos de la biblioteca del colegio: ¿Quién lo leería? ¿Me banco a esa persona?

Hace seis meses que no leo ningún libro, y dos veces seguidas saqué uno del colegio, pero no pasé las tres páginas.

Hoy me compré Springfield, de Sergio Olguín, a 17 pesos está bien.

¡Gracias por ver Licencia para casarse! De última te mando la plata del cine.

Anónimo dijo...

"Leer en la cama. La combinación de cama y libro me proporcionaba algo semejante a un hogar al que siempre podía volver, noche tras noche, donde fuera que estuviese"
alberto manguel.

Koba dijo...

¡Muy bueno Estrella!
Soy de los que leen varios libros a la vez, y luego descanso un par de días para no terminar chapita.

opqo dijo...

Estrella en realidad la leí en silencio. Y sabe que significa leer en silencio ?
Le voy a confesar que es leer en silencio:
Leer en silencio es no mover los parpados, dejar que la sensación se adueñe sin provocar el chasquido que emiten los ojos. Quede absorto por tanta rimbombante escena del mejor predominio en este arte de escribir. Y quedé en silencio junto a ese algo que se provoca en el otro, muy cerca de lo que el otro quiere siempre quiere leer. Fue entonces que hasta un antes del instante que precede terminar y en ese tono que libera en tanta fluidez de las letras, no produje sonido alguno y en realidad tengo que agradecerle estas escenas básicas de su comportamiento literario, aclaro, no chasqueé mis ojos por temor a que todo se deshiciera en el aire. Gracias por este escrito suyo un humilde lector de los mil lectores.

Estrella dijo...

Crab!,

me hiciste reír!
Me decís en el post siguiente que te gustó este texto, peor no algun otro. Y que es mejor no escribir por escribir. Puede ser, pero ¿no es, justamente ese, uno de los desafíos de un blog? Hay post buenos, otros excelentes, y algunos de los que nos avergonzamos al día siguiente. Asi como llegan, se van. Y en el camino, uno afloja la muñeca, aprende a mirar para poder contar, y a bancarse esos días en que lo que sale no nos deja conformes ni a nosotros ni a quienes nos leen. No lo sé, pero también es lo que me pasa a mí cuando visito otros blogs.
Gracias por el interesante comentario!!

Estrella dijo...

Jotafrisco,

sos mundial: "¿quién lo leería? ¿me banco a esa peersona? GENIAL.
Entre los derechos del lector, está el de no sentirse culpable por no leer.
Saludos!

KOBA,

Además de la zurdera, ya tenemos algo más en común: yo también leo varios libros a la vez. ¿Terminaremos chapitas los zurditos?

Estrella dijo...

Talle small,

qué buena cita, ¿me la prestás para algún fin de semana?
¡gracias!

Rodolfo,

muy halagada por su comentario, lo agradezco mucho.

Anónimo dijo...

Muy lindo, una tipología tremenda.

Estoy tratando de catalogar a una amigo, pero no puedo. Yo, en cambio, en cuanto a libros se refiere, soy asquerosamente categorizable.

Koba dijo...

Estrella, te deseo un buen viaje, mejor estadía y ¡tiempo para alimentar el blog!

Estrella dijo...

Gracias, koba. Va a ser un problema "alimentar" el bolg; pasate cada tanto, asì no se oxida.
Hasta la vuelta!

Estrella dijo...

Enterhase, ¿dentro de què categorìa estàs? Cuando logres dar con la de tu amigo, mandame la nueva categorìa.

Anónimo dijo...

Què lindo Post Estrella!
Me recordò el libro de Piglia EL ultimo lector donde hay una capitulo que recorre las lecturas de èl, pero en una jerga màs acedemica (aburrida) que la tuya.

Realmente excelente

Espero que la estes pasando muy bien en la madre patria!!!
Silvia/Medu

Yvette&Ofelia dijo...

Tengo q reconocer por aburrido q suene , q soy una lectora reflexiva... siempr eme gusta mas un libro dp de haber discutido con alguein ,lo peor entonces es q lectora codependiente...

Anónimo dijo...

Querida Estrella, retomo actividades.
No hay nada que pueda sumarle a lo preciso y precioso de tu texto. Creo que he sido y soy todos los lectores cada tanto -expresión muy geminiana, es cierto-. No sé si me agrada, pero me encuentro cada vez más intolerante con algunos textos, más deslumbrado con los otros y más solo en la lectura.
Abrazo ENORME

José Soriano dijo...

Pase un rato tratando de escaparme de mi rutina laboral. Me gustó lo que leí, creo que ya lo dije antes, pero me dejo picando las ganas de volver a leer como antes. De a racimos. Nunca he sido muy ordenado pero antes tenía libros para cada ambiente. Hoy traslado los dos o tres libros conmigo y me duran mucho tiempo.En todo caso, muchas gracias por tu bello texto.
js

Anónimo dijo...

Pero, che! nos tenes abandonados!

Estrella dijo...

Medu,

Buenísimo el libro de Piglia. Hay tanto para hablar sobre el ser lector. Y gracias por tus deseos, como verás, lo pasé realmente bien.

Yvette&Ofelia,

Para naa aburrido, noy hay conversación más interesante que la que tiene que ver con los libros. Cuando quieras...

Juan,

Creo que me pasa lo mismo que a vos. Habrá que hablar más de libros, entonces.

Ona,

una alegría cada vez que te veo por acá. Me gustó lo de leer "de a racimos".

Ele,

ay, gracias por extrañarme. Ya paso por el blog de todos, porque LOS EXTRAÑO yo a ustedes!