"La plata no nos da la felicidad... ¡pero cómo ayuda!".
No es cierto, a veces el dinero no hace más que hacernos perder toda posibilidad de ser felices.
El señor A. murió de viejo hace unos meses. Dejó nueve hijos, una esposa enferma y desmemoriada, y una suculenta fortuna. No se trata de una de esas familias de nuevos ricos. No. Más bien hablo de una de esas pocas familias que tuve la suerte de poder darles a sus hijos la mejor educación, el refinamiento en los gustos, el acceso al arte, a los viajes, al mundo.
El señor Z. murió de viejo el viernes. El sábado lo despidió una multitud en un cementerio de Pilar. Ahí marchaba la procesión de paraguas multicolores, entre los truenos y las centellas, bajo un cielo encapotado. Dejó una esposa bien plantada y siete hijos adorables, uno de los cuales lo despidió diciendo, entre otras cosas: "ahora nos vamos a reunir con mis hermanos para ver cómo nos repartimos lo que nos dejó el viejo". La multitud no sólo sonrío; hubo carcajadas, pues el señor Z. fue un pato toda su vida.
Hoy, los hijos del señor A. están divididos así: uno contra todos; al día siguiente, dos contra siete. Al mes, son cuatro contra cinco, o mujeres de un lado de la trinchera y varones del otro. La cosa es que no se aguantan; ha surgido lo más cruel de cada quien, se odian, se insultan, se desean la peor de las suertes. Uno de ellos es el encargado de velar por el cuidado de la madre, es decir, de pagar el equipo de enfermeras que la cuida y de ocuparse de sus finanzas.
La familia del señor Z. se organizó para cuidar a su padre durante todo un año de agonía... que uno se queda a la noche, que el otro cubre la tarde y el nieto mayor, la mañana. La esposa trajina de acá para allá, a pesar de los muchos años y de los mil contratiempos. No se queja, sólo protesta cuando en pleno entierro sus hijos la ponen como ejemplo de entereza. Que no, dice ella, que no soy la Madre Teresa, que claro que protesto, lo que pasa es que ustedes no se dan cuenta. Hasta es humilde la buena señora. Pero sus hijos no olvidarán nunca el amor con ella lo cuidó.
Yo miro desde afuera y tomo nota de lo que veo.
La familia A. está a punto de desintegrarse, cada uno de los nueve hermanos está envenenado su corazón, aprendiendo a odiar por un puñado de billetes, aunque se diga que no, que no es la plata, que es otra cosa.
La familia Z. sonríe. Todos. Dicen que este último año fue muy rico para ellos. Hermanados como nunca, salieron a capear el temporal. Cada uno es en sí mismo como una gema de oro. Los dos varones: hombres cabales como el padre, solidarios, generosos, buenos hombres. Y las mujeres... ni hablar. Divertidas, inteligentes, contenedoras, fuertes.
Yo no sé que hubiera pasado con la familia del señor A. si no hubieran tenido un peso, ni que hubiera sido de la familia del señor Z. si hubieran tenido la fortuna del señor A.
No es cierto, a veces el dinero no hace más que hacernos perder toda posibilidad de ser felices.
El señor A. murió de viejo hace unos meses. Dejó nueve hijos, una esposa enferma y desmemoriada, y una suculenta fortuna. No se trata de una de esas familias de nuevos ricos. No. Más bien hablo de una de esas pocas familias que tuve la suerte de poder darles a sus hijos la mejor educación, el refinamiento en los gustos, el acceso al arte, a los viajes, al mundo.
El señor Z. murió de viejo el viernes. El sábado lo despidió una multitud en un cementerio de Pilar. Ahí marchaba la procesión de paraguas multicolores, entre los truenos y las centellas, bajo un cielo encapotado. Dejó una esposa bien plantada y siete hijos adorables, uno de los cuales lo despidió diciendo, entre otras cosas: "ahora nos vamos a reunir con mis hermanos para ver cómo nos repartimos lo que nos dejó el viejo". La multitud no sólo sonrío; hubo carcajadas, pues el señor Z. fue un pato toda su vida.
Hoy, los hijos del señor A. están divididos así: uno contra todos; al día siguiente, dos contra siete. Al mes, son cuatro contra cinco, o mujeres de un lado de la trinchera y varones del otro. La cosa es que no se aguantan; ha surgido lo más cruel de cada quien, se odian, se insultan, se desean la peor de las suertes. Uno de ellos es el encargado de velar por el cuidado de la madre, es decir, de pagar el equipo de enfermeras que la cuida y de ocuparse de sus finanzas.
La familia del señor Z. se organizó para cuidar a su padre durante todo un año de agonía... que uno se queda a la noche, que el otro cubre la tarde y el nieto mayor, la mañana. La esposa trajina de acá para allá, a pesar de los muchos años y de los mil contratiempos. No se queja, sólo protesta cuando en pleno entierro sus hijos la ponen como ejemplo de entereza. Que no, dice ella, que no soy la Madre Teresa, que claro que protesto, lo que pasa es que ustedes no se dan cuenta. Hasta es humilde la buena señora. Pero sus hijos no olvidarán nunca el amor con ella lo cuidó.
Yo miro desde afuera y tomo nota de lo que veo.
La familia A. está a punto de desintegrarse, cada uno de los nueve hermanos está envenenado su corazón, aprendiendo a odiar por un puñado de billetes, aunque se diga que no, que no es la plata, que es otra cosa.
La familia Z. sonríe. Todos. Dicen que este último año fue muy rico para ellos. Hermanados como nunca, salieron a capear el temporal. Cada uno es en sí mismo como una gema de oro. Los dos varones: hombres cabales como el padre, solidarios, generosos, buenos hombres. Y las mujeres... ni hablar. Divertidas, inteligentes, contenedoras, fuertes.
Yo no sé que hubiera pasado con la familia del señor A. si no hubieran tenido un peso, ni que hubiera sido de la familia del señor Z. si hubieran tenido la fortuna del señor A.
En eso me quedé pensando...
Y también, en que la mejor de las fortunas que uno puedo dejar como legado tiene que ver con cómo se ha vivido, atento a qué temas, diciendo qué palabras. Los amigos, los hijos y los nietos heredarán, entonces, un tesoro inagotable o una bolsa de gatos, sucios y enmarañados.
Y también, en que la mejor de las fortunas que uno puedo dejar como legado tiene que ver con cómo se ha vivido, atento a qué temas, diciendo qué palabras. Los amigos, los hijos y los nietos heredarán, entonces, un tesoro inagotable o una bolsa de gatos, sucios y enmarañados.
22 comentarios:
Me inclino a pensar que la familia Z con una gran fortuna, seguiría siendo y actuando como la familia Z.
Y no serían más felices por tener dinero, claro.
Saludos.
Algunas reflexiones al vuelo:
- No autoconvencernos que el dinero no nos hace vivir mejor porque no lo tenemos y es una forma de sentir que no nos perdemos nada. Falso. Nos perdemos mucho.
- El dinero en abudancia enrarece el ambiente. La codicia hace estragos con la capacidad de sentir.
- Los valores morales son esenciales para tener una vida fundada en la sensibilidad y en la existencia de nuestros pares.
- El dinero es un medio que puede ser menos importante si se crece dándole valor a las cosas simples de la vida. Una catástrofe natural como un terremoto o una inundación extrema son ejemplos en donde se puede apreciar quién es quién.
Buena entrada. Siempre es sano repensar quienes somos.
Un saludo cordial.
mi papá siempre dijo que el, cuando muriese, no iba a dejar nada a nadie. Exactamente pa no generar esos tipos de discordia.
Bueno, lo cumplió, mi papá. Cuando murió no nos dejó nada. Porque al fin y al cabo, el nunca tuvo nada. Yo, que siempre voy ganando alguna cosita más que mi papá, pretendo gastarla toda. Quiero seguir la tradición familiar: a los herederos, nada.
Tuvimos un alcaide en san pablo, en los años 80, que tenia mucha plata. La nuestra plata, devidamente desviada de obras publicas pa sus cuentas fuera del pais. Murió anteayer. Cerca de 30 personas fueron a su velorio. Las otras creo que están indo a Suiza o a algun otro paraiso fiscal. Hay que sacar la plata, antes que otro pirata lo haga.
Familias, bah...:(
Pobre señor "A" se debe estar retorciendo en su tumba. Seguramente el tenía las mejores intenciones pero cuando empiezan a rodar los billetes....
Saludos.
Cuando la herencia ha sido una vida rica en valores y en amor compartido, la otra no existe como problema.
Pensemos que sería de los abogaods si todas las familias fueran como la "Z".
De todos modos yo soy de la idea de repartir, lo poco o mucho que se tenga, mientras se está vivo.
Saludos
¡Cuántos temas juntos! la plata, la felicidad, la herencia, la propiedad.
Personalmente, ya terminaría con la ley de herencia. A la larga, con la propiedad privada, como no fuera de las pertenencias para vivir, los medios de producción debieran ser compartidos.
El dinero ni hace, ni quita felicidad. Es un medio, si lo dejamos en lo que es, nos sirve para satisfacer necesidades. Cuando con habilidad y algo de dinero satisfacemos alguna necesidad, por un rato podemos sentirnos bien, pero la felicidad no se compra.
La felicidad es una consecuencia, como todo afecto, está en relación con cómo nos vinculamos con nuestro entorno, quién "busque" ser feliz ya se equivoca en el planteo, debemos tener claros cuales son nuestros intereses, deseos, motivos o como queramos llamarlos, si con nuestra actividad logramos acercarnos a cumplir con algo propuesto, podremos un rato saborear lo logrado, la felicidad llega y se queda un ratito con nosotros, si sabemos recibirla sin buscarla, la atrae todo lo bueno que hagamos en el mundo.
Complejos pero lindos temas. Ni leer, ni escribir acerca de ellos me dió dinero, si algo de alegría, gracias.
Habría que sentarse a definir felicidad.
Si tiene que ver con la tranquilidad de espíritu, no es necesario tener nada.
Todos hemos visto alguna vez a familiares matarse por la repartija, ya sea en novelas baratas o en vidas baratas.
Mis mejores deseos para la familia del señor Z.
Yo conozco una familia que tenía dos hijos. Cuando los padres fallecieron dejaron en herencia una casa y las cosas que en ella había. No era gran cosa, pero era lo que había!
A la hora de repartir las cosas los hijos se pelearon. Ambos sabían que a los dos les gustaba un gran cuadro que el padre había pintado hacía muchos años, cuando su vista y sus manos eran jóvenes. Por ello el hermano queria que se lo quede ella, y ella quería que se lo quede el, porque ambos sabían que al otro le gustaba.
_Que no, que te lo quedes vos, que vos lo vas a disfrutar...
_Que no, que te lo quedes vos, yo se cuánto te gusta...
Y asi, con un corazón generoso que heredaron de sus padres, decidieron que lo iban a disfrutar un tiempo cada uno.
El dinero no hace malas o buenas a las personas. El amor aprendido y el alma generosa, si!
El que es mal bicho lo será siendo pobre o rico!!
Besoos
Tal vez el error de la familia A fue -mientras estaba con vida el difunto- no haber tenido en cuenta los valores espirituales y morales, pues de este modo en la actualidad no habrían inconvenientes, particularmente en hacer las cosas como indica la ley para una sucesión...
Saludos!!
Conozco a gente de muchisimo dinero que es muy feliz, pero no por tener la pobilidad de consumir o poseer, sino por tener la posibilidad de DAR, en el mejor sentido, no regalar, dar posibilidades a gente para que estudie, se eduque o para que genere trabajo para mas gente.
Con esos valores es que se construye una familia feliz.
hay un verso de Victor Hugo que dice así:
Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese dinero
frente a ti y digas: "Esto es mío"
sólo para que quede claro
quién es el dueño de quién.
El dinero no nos cambia, solo muestra quiénes somos en verdad.
Mensajero, muy bueno lo suyo.
Mensajero, su frase es perfecta.
Saludos
DONDE,
Sospecho que así sería.
WINTER,
A veces no es ni siquiera la codicia, sino que se ponen en juego intrigas, alianzas, odios y antipatías. ¿No?
MARAY,
Supongo que habrá opciones: repartir por igual, beneficiar al que más lo necesita, resistirse a las peleas, no sé...
MARMOTTAN,
A mí me parece tristísimo, pero los seres humanos somos demasiado complejos.
CONDESA,
Justamente esta situación me ha hecho pensar mucho, porque la familia del señor A. era una linda familia...
HERIDA,
O los mediadores, ¿servirán para algo?
PEPE PALERMO,
Así es, por eso da pena desperdiciar posibles momentos de felicidad por pelearse a ver quién se queda con qué.
GAMAR,
Si les vieras las caras, estaban tranquilos a pesar de la despedida...
STELLA,
Me encantó la historia!
CONOCIDO DE LA VIDA,
Claro que las hay, por suerte. No creo que toda la gente con mucho dinero tengan como destino el de la familia del señor A., pero cuánto más hay para repartir, más difícil se pone la cosa, ¿no crees?
ANÓNIMO,
Quién es el dueño de quien: !
MENSAJERO,
Acá abajo hay hinchada!
CANDOROSA,
Es que a veces las sucesiones son muy complejas, no es como repartir una torta en partes iguales, y ahí empieza el descalabro...
No es concepto propio.
De algún lugar de mi memoria habré tomado las partes para reconstruir algo parecido a lo que alguna vez escuché.
por suerte no hay una formula... (o deberia decir: que pena que no hay una formula?)
Uno siempre quiere pensar que vive en una familia como la de Z, pero lo cierto es que no se puede saber hasta que llega el momento de la verdad.
Existe una frase que entiendo que viene al caso: "Nadie tiene la culpa de los hijos/los padres que le tocaron".
Por supuesto que hay muchas cosas en el medio, pero la frase busca resaltar la importancia del individuo aun frente al medio social. Me gusta eso.
Un saludo.
Y sí, da para pensar.. cada uno es lo que es y anda siempre con lo puesto...
Pero... conozco familias que se desmembran a la hora de repartir un auto heredado... se desmembran o ya lo estaban?
Un beso.
Soy Angie Angelina.
No me gustó la metafora final sobre "gatos", mas bien diria murcielagos ciegos y sucios
(en mi casa de afuera temgo y son odiosos)
Muy bueno tu blog. Felicitaciones y saludos!!
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