Ya había probado las delicias del propio lenguaje con los versos de la poesía gauchesca, con los cuentos de Quiroga y las rimas de Lorca. Tiempo después me abalancé sobre las princesas tristes de Rubén Darío, las metáforas de Neruda y los poemas de Mario Benedetti, antes de que se convirtiera en un poeta popular y antes de que algunos frunzan sus afiladas narices cuando se lo nombra: "...porque tú siempre existes dondequiera / pero existes mejor donde te quiero / porque tu boca es sangre / y tienes frío / tengo que amarte amor / tengo que amarte...".
Me acuerdo que copiaba en una libreta los versos que más me conmovían ("... hay golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé...") , con una letra prolija y casi musical, que seguía la cadencia de cada palabra. También se me daba por escribir, cuando mi corazón penaba o, simplemente, cuando se me contagiaban las ganas de rimar.
Terminé el secundario e ingresé en la Universidad, con las ansias intactas de seguir leyendo. Me acuerdo especialmente de Los Hijos de Sánchez, de Oscar Lewis y de Las venas abiertas de América Latina, de un joven Galeano, casi nuestro libro de cabecera.
Pero el primer autor argentino que marcó a fuego mi gusto por la literatura referencial, por esa forma de leerme en espejo, fue Eduardo Gudiño Kieffer. Jamás olvido aquel tiempo en el que devoré Guía de Pecadores (todavía hoy busco por las calles del microcentro a los ciegos pecadores), Será por eso que la quiero tanto y Carta Abierta a Buenos Aires violento. Guía de Pecadores se hizo para mí una historia irresistible. Guardé por años ese ejemplar y en cuanto mis hijos tuvieron edad, ahí les dejaba yo el libro sobre la mesa de luz: sabía que sería el principio de un nuevo capítulo en el historial de sus lecturas. Y no me equivoqué. El único ejemplar fue de mano en mano, con sus hojas descosidas, enganchadas a la contratapa con un clip azul. Lo mismo hice con las novelas de Benedetti: La tregua, Gracias por el fuego y Primavera con una esquina rota.
A Gudiño le siguió otro autor que todos leíamos con fervor: Jorge Asís. Flores robadas en el Jardín de Quilmes y Carne Picada, más exactamente, tiñeron de época cada calle de la ciudad.
Ocupada con el aquí y ahora, poco sabía yo de los clásicos, que aterrizarían de golpe, en los años por venir.
Mientras, devoraba con ferocidad literatura latinoamericana: Scorza, Carpentier, Onetti (sobre todo, Onetti), Marechal, Carlos Fuentes, Rulfo, Sábato, Roa Bastos, Jorge Amado, David Viñas, Manuel Puig. No me perdía un solo libro de Vargas Llosa (Conversaciones en la Catedral, La Ciudad y los perros, Pantaleón y las visitadoras, La Guerra del fin del mundo), creo que fue mi preferido de aquel entonces. Algo de García Márquez, algo de Cortázar (lo más fuerte aún no: Rayuela, ay, Rayuela), Donoso, el boom.
Los hijos fueron naciendo. Recuerdo un embarazo junto a El jardín de al lado; y el parto aquel, en el que frente a cada contracción, revoleaba Redoble por Rancas por los aires.
Los hijos crecían y yo seguía leyendo. Así, como leo yo, caóticamente, con voracidad.
Hasta que...
Próximamente: Lecturas de otros tiempos III: los clásicos, mi librero, el profesor aquel. Autores americanos.
17 comentarios:
Buenísimo! Me están gustando mucho estos recuerdos tuyos. Porque me ayudan a seguir haciéndome una imagen de vos, de tu vida interior, de la sustancia que te caracteriza y que está hecha de lecturas (y los recuerdos de esas lecturas). Para compararla con la mía, y así conocerme mejor.
No dejes pasar tanto tiempo hasta la tercera parte. No sería justo.
Muy bueno. ¿Cuál es la prueba de que leíste a Asís? El error "el jardín" en lugar de "jardines". Alguien que no lo hubiese leído no habría citado de memoria. La biografía de Browning de Chesterton estaba plagada de esos errores (el editor tuvo un trabajo infernal en corregirlos) por el mismo motivo: Chesterton conocía tan bien a Browing que citaba de memoria, sin consultar la fuente.
Un solo pero al post: te saltaste el despertar sexual a través de los libros. Salvo que venga en el siguiente, ta tan ta tan...
Veo que usted ha leído mucho. Y lo bien que hace en seguir. Por mi parte, soy más tranquilo en ese aspecto. Leo, sí, pero sin prisa y con alguna que otra pausa.
Un saludo.
Te recomiendo enfáticamente a Emmanuel Rokstij.
Su libro (de poca difusión) "¿Qué mirá, salame? ¿Te debo algo?" fue un éxito de ventas en mi barrio.
A veces, para saber cómo nos fue en un momento de nuestra vida, debemos obtener la prespectiva necesaria que sólo da el paso del tiempo.
Así, al recordar, nos invaden sensaciones que nos cuentan con más claridad si podríamos revivir la experiencia.
De las lecturas de otro tiempo me gusta revivir esas sensaciones.
Ellas me dicen si el paso del tiempo me ha alejado definitivamente de tal historia o de tal autor o si, en cambio, ha quedado algún vínculo que llega hasta hoy.
Podría volver a leer a algunos, y a veces lo hago.
De otros me deprime su presente que me resulta más lejano que su pasado.
Tu manera de contar es deliciosa. Hay belleza aquí.
Un gran saludo!
ÁNGEL,
Gracias, sos muy amable. Por mi parte, debo decirte que cada vez que leo algo sobre Pynchon me acuerdo de vos!
En breve, la tercera parte, que ya está en mitad de la cocción.
YUPI,
Qué buena historia. Me anoto ya la Biografía de Chesterton, si es que se consigue por acá. Lo iba a corregir en el post, pero decidí que no, me gustó tu hallazgo, lo dejo tal cual está.
El despertar sexual a través de los libros... sí, me salteé esa bolilla, veremos qué recuerdo.
Me olvidé de Paulo Freire, el pedagogo brasileño que leíamos con mucha dedicación. Gracias, yupi!
YONI,
Y con el vinito de los viernes, quiero pensar. Y en soledad. Me pregunto de dónde te viene esa buena manera de contar.
ADENOZ,
Ja, YA salgo a buscarlo, con ese nombre tan porteño no puede ser más tentador!
CARLOS G,
Siempre llega el recuerdo de ese libro con lo que uno era en ese entonces. Y es cierto que si los releemos hoy, en muchos casos, no sentiremos lo mismo. Me pasó con Rayuela, por ejemplo. Lo leí a los veintipico, y después a los treinta y largos. No podía creer mis primeros subrayados: algo había cambiado dentro de mí. No sé qué me pasaría hoy si vuelvo a los libros de Asís. Podría hacer la prueba.
Gracias, Carlos!
WINTER,
Qué amorrrr!
Como quién regresa al barrio paso por sus escritos y siempre me sorprendo en sus muy bellamente relatadas vivencias.
De puro impaciente me pregunto si en esta etapa se olvidó del flaco y sus cigarros. En mi caso, José María Arguedas, Ciro Alegría, Manuel Scorza, don Julio Ramón Ribeyro me transportaban a la inalcanzable pero mítica vida en los Andes del perú de los peruanos. Tan lejana cercanía que retintineaba en el acento de las personas que me rodeaban y contaban sus historias y tan lejano como puede ser la costa y la Lima en que viví.
En todo caso me voy contento, lleno de disfrute y de recuerdos propios que me refrescan.
Gracias, como otras veces me ha alegrado usted el día.
fraterno
js
¡Qué buen recorrido!
Anoté la Guía de Pecadores, con ese título y la descripción hermosa que hiciste lo quiero leer!
yo fui la primera en leer guia de pecadores! lo tendrá R. ahora, todo destartalado??? voy a averiguar!
Cuando leí Flores robadas... no sabía quién era Jorge Asis (sólo conocía a Oberdan Rocamora)y hoy, que tengo una imagen de JA, me costaría mucho releer alguno de sus libros; su voz, sus gestos y su rostro estarían (demasiado) presentes. :)
Hago un salto en mi memoria y despues de la colección R.Hood creo que me sumergí en los best sellers de la colección emecé (Sheldon,Irving Wallace,y tantos!,y un grupete que me sonroja pero que en su momento lo disfruté, estaba fascinada con las historias!) hasta que un día,ya en tercer año (secundario) un tío me dijo, niña lee esto. Y ahí ví a Gorki, a Molière,(el avaro me lo devoré), y despues Cortazar me mató, a Benedetti lo copié hasta el hartazgo en cartitas a novios, a Asis lo amé (su cuento fe de ratas es uno de mis preferidos), con Herman Hesse y no sé porqué me hice hippie jajj, con Kafka me asombré y después vino la etapa de la facultad donde no se podía no haber leido a Borges aunque no estudiaramos letras..,y así fui leyendo desordenadamente pero siempre con pasión. Hay autores que marcaron mis momentos, "cerrado por melancolía" de Blaustein me acuerdo donde estaba cuando lo leí. Marcas y huellas que nos dejan los momentos felices.
Tu manera de contar es tan linda que me avergüenzo cuando tengo que contar algo, besos Estre!
Filo
me encantó
yo tuve también mucho Salgari, mucho amor con Felipe Derblay (creo que se escribía así), y mucho de mi amigo Wilbur. y despues del cole mucho latinoamericano: roa bastos, jorge amado, vargas llosa, garcía marquez, y donoso el grande. te recomiendo también 3 novelitas burguesas. talle small
Interesante compendio, admiro tu capacidad de lectura, sinceramente.
Una pequeña corrección en los versos de Vallejo:
"Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé."
abrazos
Uhhh cuánto leído y cuánto por leer todavía!
La literatura, por suerte, es una aventura que se estrena cada vez.
JOSÉ,
Siempre tan amable! Sabés que no, a Cortázar lo leí más tarde, y te diría que a Ribeyro mucho más adelante, me lo recomendó Juan Forn, el escritor, hace como quince años, un día que a la Boutique del Libro se les ocurrió que atendieran a los clientes los escritores.
Gracias, José!
CECI,
No creo que se consiga, salvo en las librerías de viejo o en las ferias, ceci. En una de esas... gracias por pasar!
LUCÍA,
Sí!! y me acuerdo cómo te gustó. No sé por dónde andará ahora, ¿lo buscamos?
FILO,
También leí algo de Sheldon... y me acuerdo de esos veranos con los policiales de Ken Follet.
Qué bueno lo de tu tía, viste que siempre está ése que nos hace pegar un volantazo.
Cerrado por melancolía! sí! y qué adorable su autor.
Filo, seguí contando, que a mí me encanta leerte A VOS!!
TALLE SMALL,
¡hOLA! Siempre que nombro a Amado pienso en vos, en aquel verano en que me contaste tus preferencias literarias. Qué bueno que pasaste, talle small (por ahora, ejem).
NIPPUR,
Gracias, ya lo corregí. Como dice yupi, cito de memoria, no debería.
¿No más comentarios en tu blog?
Te leo siempre.
CONDESA,
¡eSO!
Muy interesante, "Redoble por Rancas" algo la recuerdo. Y cómo no, todos los que nombraste, salvo Ernesto Gudiño, que no lo he leído.
A ver si en el capítulo III vienen los traducidos de otro idioma que son infaltables.
Publicar un comentario