Una tarde, a los pocos días de llegar, fui al correo a despachar unas cartas. Me ubiqué en una de las filas, hasta que una señora me avisó que estaba en la cola equivocada, que me correspondía la de los blancos. Me puse muy incómoda, tanto, que me fui del correo con las cartas en la mano.
Otra vez llamé a un consultorio para pedir turno con un médico; la telefonista me preguntaba algo pero yo no lograba entenderla. "I´sorry", le decía una y otra vez, hasta que la mujer, harta ya, me lo deletreó con cierta impaciencia: "¿¡White or no white¡?".
Nunca, jamás, se veía a un negro junto a un blanco caminando por la calle. El matrimonio mixto estaba prohibido y regía un sitema cruel para controlar esta posible situación: la misma gente se encargaba de denunciar a los infractores.
Uno de nuestros amigos, un médico argentino, trabajaba en uno de los mejores hospitales de Sudáfrica y nos contaba que sus compañeros no blancos, con sus mismos estudios y exactas capacidades, tenían un salario mucho menor.
En las casas, el personal doméstico no podía dormir bajo el mismo techo que la familia blanca; debían tener una habitación con otro techo. Tampoco compartían los utensilios de cocina, las tazas, los platos y mucho menos, la comida del día. Para ellas se compraban latas de porotos y galletas especiales.
Algunos de nuestros amigos argentinos no eran exactamente rubios ni de ojos celestes, así que más de una vez pensamos que en cualquier momento los bajarían del tren de los blancos, especilamente en épocas de playas y sol, cuando las pieles argentinas se doraban, más allá de la cuenta, bajo el sol de África.
Había barrios, bares, playas, cines, restaurantes y escuelas para blancos y otras, para los no blancos.
Así vivíamos, preguntándonos a cada momento cómo terminaría esa convivencia despiadada.
Nunca, jamás, se veía a un negro junto a un blanco caminando por la calle. El matrimonio mixto estaba prohibido y regía un sitema cruel para controlar esta posible situación: la misma gente se encargaba de denunciar a los infractores.
Uno de nuestros amigos, un médico argentino, trabajaba en uno de los mejores hospitales de Sudáfrica y nos contaba que sus compañeros no blancos, con sus mismos estudios y exactas capacidades, tenían un salario mucho menor.
En las casas, el personal doméstico no podía dormir bajo el mismo techo que la familia blanca; debían tener una habitación con otro techo. Tampoco compartían los utensilios de cocina, las tazas, los platos y mucho menos, la comida del día. Para ellas se compraban latas de porotos y galletas especiales.
Algunos de nuestros amigos argentinos no eran exactamente rubios ni de ojos celestes, así que más de una vez pensamos que en cualquier momento los bajarían del tren de los blancos, especilamente en épocas de playas y sol, cuando las pieles argentinas se doraban, más allá de la cuenta, bajo el sol de África.
Había barrios, bares, playas, cines, restaurantes y escuelas para blancos y otras, para los no blancos.
Así vivíamos, preguntándonos a cada momento cómo terminaría esa convivencia despiadada.
Nada bueno podíamos imaginar. Mucho menos, que años después el mismo Mandela se convertiría en presidente y que tomaría la firme decisión de reconciliar a blancos y no blancos.
Hubo juicios, arrepentimientos, perdón. Y si bien los sudafricanos tienen hoy una serie de cuestiones que deben resolver, han logrado ir más allá de odios y rencores –por demás justificados– para encontrar así la única manera de poder construir una verdadera nación.
18 comentarios:
Debe haber sido una experiencia fuertísima.
La segregación siempre me resultó incomprensible. No hubiera sabido como comportarme.
Actualmente, más allá de algunos derechos, me parece que los blancos siguen despreciando en voz baja...
Un cariño.
No lo decís, pero creo que en ese momento no podían imaginarse la convivencia actual. Parecía imposible ¿No? Una amiga que viviò en los 70 en Ciudad del Cabo me explicaba en esos tiempos que los negros se matarían entre ellos si les quitaban el apartheid.
Lo que intento es reflexionar sobre la imposibilidad que muchas veces tenemos para imaginar un futuro mejor, para soñar y luchar por ese sueño. Hundidas en el día a día las grandes masas (nosotros) no habrán creido en el fin del esclavismo, ni del nazismo, ni del dominio español en América, ni del muro de Berlín, ni en nada que represente sueño, lucha y cambio. Igual que ahora creemos que hay injusticias eternas que - sin embargo - son producto de una época y de una relaciòn de fuerzas que podemos cambiar.
Allí están Sudáfrica y Mandela para invitarnos a imaginar mejores futuros. ¿No?
Impresionante. ¿"convivencia despiadada"? Eso no llega ni a convivencia a secas.
Curiosidad: ¿qué hacías por allá?
Nuevamente coincido con el planteo de Jorge.
Ya sabemos a quiénes les conviene convencernos de que ningún cambio es posible y que debemos aceptar resignados el mal menor (o mayor) que nos toca vivir. Esto, claro, no es así, los cambios son posibles. El tema es que no abundan los Mandelas... Y, a veces, cuando aparece alguno, no siempre cuenta con el acompañamiento necesario para llevar a cabo semejantes transformaciones. Igual, Sudáfrica -como tantos otros ejemplos- demuestra que pedir lo "imposible" no debería ser una utopía.
Qué experiencia, Estrella...
Los lugares paradisíacos a veces esconden un infierno.
Adhiero a los votos d Jorge, las realidades terrenales pueden ser modificados. Lo primero es creer que eso es posible, lo segundo arremangarse.
Saludos y muy interante.
Me animaría a agregar que lo tercero sería asumir el convencimiento de que entre la sanción de la ley y la abolición del prejuicio media un trecho largo y difícil.
Tendría que investigar más, pero lo que sucedía parece más grave que los esclavos antes de la Guerra de Sececión en EEUU- 1860(si alguien sabe, ayudeme), porque las negras que eran esclavas eran tratadas bien, o eso me pareció por Lo que el viento se llevó y otras películas hollywoodenses.
Tal vez mi mirada está sesgada por una visión cinematográfica.
WINTER,
Era muy extraño vivir en el medio de eso, aunque es cierto, winter, la segregación está en todos lados pero lo de Sudáfrica era muy impressionante.
JORGE, BETINA Z
Totalmente de acuerdo. No sólo ni imagínabamos el fin del apartheid, sino más aún: pensábamos que cuando la cosa estallara, la situación iba a ser practicamente de guerra. muchos de los blancos que conocimos allí vivían con una valija lista debajo de la cama, porque sabían que en cuanto se armara la gorda, ellos se tendrían que ir. Muchos de los blancos estaban muy en desacuerdo con el apartheid.
Después de esos años, seguimos la situación de Sudáfrica, especilamente, la conducción de Mandela. Hay una muy buena película de Ken Loach sobre el tema, muestra los juicios que se les hicieron a los que habían llevado adelante el apartheid. Se aplicó una vieja tradición de los grupos zulus (creo): para poder perdonar, fue imperioso el arrepentimiento del culpable. Se las recomiendo, no dejen de verla.
Por otro lado, es cierto que el odio no se dividía solo entre blancos y negros; de ahí lo de "blancos y no blancos", porque en Sudáfrica viven y conviven diferentes tribus (zulues, xosas), blancos descendientes de ingleses y blancos descendientes de holandeses (son los más cerrados), indios (de la India), y mestizos, que allí se les dice "colours". Entre ellos había muchas diferencias y segregación.
Por eso hoy somos grandes admiradores de Mandela, por sus convicciones, porque pudo revertir el odio de tantos años de cárcel, de injusticias, para dar lo mejor de sí, con la esperanza puesta en rescatar lo mejor de cada quien.
Si les divierte, les seguiré contando otras historias de mis años allá.
Gracias, de verdad, por lee y comentar!
CRISTAL,
Sí, cuesta decir la palabra convivencia, pero así era. En un colectivo viajaban los blancos, en el de al lado, los no blancos.
Vivimos allá porque mi marido tuvo que ir a trabajar y a estudiar. Nos fuimos con nuestras dos hijas muy chiquitas, y tuvimos nuestro primer varón allá.
HERIDA,
Ciudad del cabo es de una belleza sin igual. Montañas, mar, bosques, viñedos, buen clima. Como bien decís, un paraíso, con su propio infierno que, claro está, sufrieron más unos que otros.
CARLOS G,
Exactamente, convicción y paciencia, mucha paciencia, y una gran esperanza en el hombre, en su capacidad de revertir situaciones de injusticia.
Ya contaré más. Gracias, Carlos.
ANGELINA,
No diría, por lo que yo vi, que se tratara mal a los no blancos, pero se los quería lejos, apartados, en un país diferente.
Había toda un explicación sobre las base de las escrituras, ya casi no me acuerdo..pero no eran considerados iguales, eso sí.
Los sudafricanos avanzan en el camino de la reconstrucción, que es largo y difícil. No cabe duda de que en ese sentido están mucho mejor que hace quince años, aunque todavía falte. Esas cosas dejan secuelas, pero nunca es tarde.
Un saludo.
Mandela es uno de los pocos grandes líderes positivos que tuvo el mundo y que aún está vivo. Y hago la aclaración porque líderes hay, pero no con la bondad y la personalidad de Mandela!
Somos muy raros los humanos!
Besooos
Acuerdo con Stella.
¿¡ Las escrituras?¡
Me da frío de sólo pensarlo.
Como cuando los españoles decían que los pueblos originarios no eran seres humanos!!!
(Aclaro que tengo sangre española e india también)
Y, sí.
La condiciòn de "humanos como nosotros" ( de seres capaces de tener alma) fué largamente discutida en el caso de los indígenas americanos y - mucho mas - en el caso de los negros. Como nos recuerda Borges en "Historia Universal de la Infamia" cuando el Padre Bartolomé de las Casas denuncia la esplotaciòn de los indios en 1517 al mismo tiempo propone reemplazarlos por esclavos africanos, ya que estos últimos carecían de alma y capacidad para ser bautizados.
Esto - me parece a mi - ademas de servirnos para escandalizarnos en las reuniones y conocer gente, puede hacernos pensar en cuales son las relaciones sociales que ahora nos parecen naturales a pesar de su violencia y que sin embargo pueden ser eliminadas y resultarán absurdas cuando pase el tiempo.
Parezco Bucay, bolú
Seguramente aquellos tiempos -de los que no hace tanto- deben haber sido muy particulares, sobre todo para todos aquellos que no entendían las razones coherentes de vivir en un sistema como ese...
El segregacionismo es algo que jamás entenderé... y tal vez, nunca entienda.
Mandela, un líder único que logró lo inimaginable!!!
Abrazo!
ESTRELLA
Lo único que me emociona del mundial es ver el efecto pos MANDELA, de unión interracial. ¡Qué experiencia bárbara vivir alli¡
Mi sueño es conocer HARLEM (por lo de los afroamericanos jazzeros).
like (o "me gusta"), segun coresponda!. besos!
espero, aunque lo dudo, el apartheid sea uno de los ultimos papelones de nuestra humanidad!
Conozco el Harlem; es un hermoso barrio, arquitectonicamente hablando, y cuna del jazz claro, por el que se puede caminar y es, ahora, punto turistico.
recomiendo el Blue Note en el greenwich
Que experiencia!
Suena muy raro que en estos tiempos, porque esto es muy reciente aún, todavía se vivan estas situaciones.
Pero creo que hay algo atávico capaz, en el hombre, que hace que la gente se una según parámetros muy particulares, y así tenemos barrios cerrados, villas, zonas donde no nos atreveríamos a entrar generalizando con que todos los que viven dentro son iguales, aún en nuestra ciudad, y hoy mismo.
Faltan muchos muros por derribar, todavía.
un beso
Qué buena crónica Estrella! me quedo pensando en cómo se pudo salir de ese infierno lleno de injusticias y dolor,y en cómo se acrecienta cada día la figura de Mandela.
Y qué increíble experiencia familiar!
Filo
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