8.11.10

Más libros tristes


Empiezan las noches de verano, lo mejor de nuestra casa.

El viernes, cerca de las 8, las calles de Palermo se veían esplendorosas. Apenas si las caminamos, porque íbamos muy decididas al encuentro del autor de Candy, en Eterna Cadencia.

Ahí nomás, casi en la entrada, estaba Luis Corbacho, esmirriado, tímido, un tanto nervioso. Es que se había enterado de que Jaime Bayly no lo ayudaría a comandar la presentación. Confieso que yo lamenté la ausencia tanto como Luis, el escritor, pero el lamento voló por los aires en la preciosa terraza de Eterna Cadencia. Allí, cerca del cielo y copita de tinto en mano, nos sentamos a esperar que empezara la función.

Habíamos leído Candy, habíamos llorado en cada página, habíamos intercambiado nuestros pareceres: que qué bien escribe, que qué duro lo que cuenta, que cómo la familia se bancó el libro abierto. Y de eso se habló en la presentación. El escritor, de prepo, confesó su incomodidad y su timidez con una gracia única. De golpe, todos fuimos uno con él: con su dolor, con su desgarro, con su pena. Otro Luis, Luis Mey, autor de Las garras del niño inútil, celebró con nosotros cada palabra escrita.

Entre el público, Fernando Pérez Morales, dueño de la Boutique del Libro de San Isidro y mi librero desde hace años, se sumó a la celebración y contagió, como siempre lo hace, el entusiasmo: Corbacho y Mey, dos autores que habrá que leer.
En eso estoy. Muerta de pena.
Ya les contaré en otro post.

14 comentarios:

Juanma dijo...

Ufa!!!

dr 7 dijo...

Me han hablado de Luis Mey, parece interesante. Anoto lo recomendado.

Anónimo dijo...

¿¡Muerta de pena?! ¿¡Por qué?!
Anónima N° 7

Yoni Bigud dijo...

Los tomo como recomendaciones.

Un saludo.

La herida de Paris dijo...

Qué poco duró el verano...

Saludos.

Anónimo dijo...

Me anoto Candy para leer!
un beso

Betina Z dijo...

No conozco a estos Luises, pero como ya comenté en el otro post sobre libros tristes, por el momento elijo no leer historias tan desgarradoras.
Por cierto, tu crónica de la velada resulta por demás placentera. Libros, terraza y vino, ¡qué combinación maravillosa!

Anónimo dijo...

Fresca como una lechuguita volví a mi casa con unos cuantos libros., empecé por uno que poco a poco me fue creando un clima de tristeza, agobio, encierro, lo conocido y lo desconocido, lo hablado y lo callado, el oriente y el occidente expresado en el hasta ayer denigrado por mí,arte de la ikebana. El libro es de la multiétnica ()Anna K.Stahl, y dije ves, acá hay un libro triste porque explora, porque convierte la rutina en densa fobia y porque cuando un personaje no habla es como te vive gritando lo que vos misma callas, y eso no es triste es muy doloroso. Besos Estre.
Filo

Estrella dijo...

Gracias por los comentarios.

Releo el post y veo que no conté de qué trata cada libro. Es que me parece que no quise espantarlos.

Son así de tristes:

Candy cuenta la enfermedad (terrible) de la hermana del autor. Casi no hay metáfora entre el dolor de los dolientes y el nuestro, el de los lectores.
Se narra casi el día a día de la evolución de la enfermedad y se pone sobre el tapete la contención (a veces la incontención) de la familia toda. Nadie queda bien parado, ni la enferma, ni la madre, mucho menos el padre. Por eso el dolor es doble, triple, qué sé yo.

El del otro Luis: estoy en eso. Otra vez una familia disfuncional (¿hay familias f u n c i o n a l e s?): varios hermanitos y padre y madre alchoólicos y violentos. El sufrimento, descarado, de un chico de 8 años. Es muy impresionante, pero está tan bien contado, que no se puede dejar.

FILO, entiendo lo que te pasa. A veces pienso (shhhh) que en el fondo todo es tristeza, porque como dice el tango, "la vida es una herida absurda"..., pero después miro el cielo, los leo a ustedes... y todo se transforma en milagro y celebración.
BETINA, ¿ves? esa noche ahí, en la terraza, fue suficiente para celebrar la vida (perdón por el lugar común.

Gracias por pasar a decir, en este post que no dice mucho.

ANÓNIMA, por eso! :)

Besos.

laura dijo...

Qué lindo lo contaste. A mí esos libros "tristes" me atraen demasiado, los siento vulnerables y audaces, catárticos y me ayudan a entender mi propia historia, y a pensar, una vez más, que con algunas cosas, lo único que se puede hacer, es escribirlas.

Amé a esos dos Luises. Y la terraza fue un poco mágica, no?

Estrella dijo...

Hola, Laura!

A mí también me atraen demasiado, como decís vos. Pero a veces me reto a mí misma, porque aunque no lo creo me van tiñendo la mirada de oscuridad. Por eso los dosifico, pero hace un tiempo que me olvido!
Cierto: algunas cosas sólo pueden ser escritas, jamás dichas.
Gracias ´por pasar!

Anónimo dijo...

Sí Estre, completaste lo que pensaba y dejé inconcluso! Besos
Filo

Anónimo dijo...

Ahora prefiero novelas mas eroticonas que thanáticas.
Estoy con Zama y me está gustando mucho.
Me lo habían recomendado hace rato, pero recién este año me di el tiempo para leerlo, y me estoy dando un atracón de buena lectura.
Se consigue barato en librerías de saldos.
Bss
Anónima N° 7

Anónimo dijo...

Y... 14!