Esta es una de las tantas historias que tan bien sabe contar mi amiga Beta.
Ella y su marido, llamémoslo Beto, viven en una apacible provincia donde hay tiempo para todo tipo de relatos, hasta los más domésticos. Pero vamos a la historia. ¿Vos tenés perro? le pregunté a mi amiga en plena charla, mientras una y otra vez interrumpía la conversación para abrirle la puerta a mi perra Juanita. Bastó esa sola pregunta para que la Beta, abriendo bien los ojos me dijera: ¿Ah, pero vos no sabés lo que nos pasó con el salchicha Coco? ¿No? ¿Nunca te lo conté? Era insoportable, yo no lo aguantaba: se hacía pis siempre en la misma pata de la mesa, viste, la que tengo frente al sillón, arañaba las puertas... era un perro jodido, de mal carácter, gruñón, pero vieras vos cómo lo quería Betita, hasta que un día le pegó un tarascón a la pobre chica y Beto, el padre, dijo esto se acabó.
Subió el perro al auto y se fue hasta lo de un amigo, para que lo aconsejara, digo yo. Ya en la casa del amigo, mientras le contaba en la vereda los pormenores del asunto, que el meo, que el mal carácter, que el tarascón, sale de la casa de al lado una viejita muy simpática que ahí nomás quedó enamorada del salchicha gruñón, ay, qué lindo perrito, dijo la mujer. ¿Lo quiere, señora?, ¡se lo regalo!, la apuró el Beto y fin del primer capítulo.
Pasaron unos años, pongamos que tres. Un buen día tocan el timbre, ¿quién es? Mire señora, acá hay un perrito perdido y como nos acordamos que ustedes tenían un lindo salchicha... que no, que no es mío, dije yo, pero la Betita desde atrás gritaba de alegría: ¡volvió el Coco, volvió el Coco! Ahí nomás llegó Bettito, que casi se muere de la impresión. Qué va a ser Coco, ¡naba!, le dijo a la pobre criatura. Que sí, que sí, insistía Betita, miren, miren, tiene el mismo collar, la patita chueca, la mancha en la oreja, ¡¡es Coco, qué felicidad!! y lo hacía upa como si fuera un bebé. Que te cuento cuando llegó el Beto, ¡qué hace este perro acá! gritó. Es Coquito, que volvió. A los dos minutos ahí andaba el perro meando la pata de la mesa y arañando la puerta del cuarto donde el pobre Beto intentaba ver el partido por la televisión, y vos viste cómo es, mucho no aguantó. Dio un salto, agarró al Coco del cogote y al grito de este perro de mierda no me jode más la puta que lo parió, le hizo una seña al Betito, vení, acompañame y salió dando un portazo. ¡Ay, nooo!, ¡que es el Coco que volvió!; ¡volvió las pelotas!, dijo el Betito y siguió airoso detrás de su padre. Se fueron hasta la casa de la vieja y sin que nadie los viera, alzaron al perro y lo hicieron volar a través del cerco hasta que el Coco aterrizó, en perfecto estado, eso sí, en el jardín de la vieja... con su patita chueca y todo, cayó como un gato, mirá.
Reinó la paz en el hogar hasta que al rato, una hora, no más, recibe el Beto un mensaje de texto de su amigo, el vecino de la señora en cuestión. ¡¡Che, boludo, acá me dice la vieja que tiene dos Cocos en el jardín!!
Ella y su marido, llamémoslo Beto, viven en una apacible provincia donde hay tiempo para todo tipo de relatos, hasta los más domésticos. Pero vamos a la historia. ¿Vos tenés perro? le pregunté a mi amiga en plena charla, mientras una y otra vez interrumpía la conversación para abrirle la puerta a mi perra Juanita. Bastó esa sola pregunta para que la Beta, abriendo bien los ojos me dijera: ¿Ah, pero vos no sabés lo que nos pasó con el salchicha Coco? ¿No? ¿Nunca te lo conté? Era insoportable, yo no lo aguantaba: se hacía pis siempre en la misma pata de la mesa, viste, la que tengo frente al sillón, arañaba las puertas... era un perro jodido, de mal carácter, gruñón, pero vieras vos cómo lo quería Betita, hasta que un día le pegó un tarascón a la pobre chica y Beto, el padre, dijo esto se acabó.
Subió el perro al auto y se fue hasta lo de un amigo, para que lo aconsejara, digo yo. Ya en la casa del amigo, mientras le contaba en la vereda los pormenores del asunto, que el meo, que el mal carácter, que el tarascón, sale de la casa de al lado una viejita muy simpática que ahí nomás quedó enamorada del salchicha gruñón, ay, qué lindo perrito, dijo la mujer. ¿Lo quiere, señora?, ¡se lo regalo!, la apuró el Beto y fin del primer capítulo.
Pasaron unos años, pongamos que tres. Un buen día tocan el timbre, ¿quién es? Mire señora, acá hay un perrito perdido y como nos acordamos que ustedes tenían un lindo salchicha... que no, que no es mío, dije yo, pero la Betita desde atrás gritaba de alegría: ¡volvió el Coco, volvió el Coco! Ahí nomás llegó Bettito, que casi se muere de la impresión. Qué va a ser Coco, ¡naba!, le dijo a la pobre criatura. Que sí, que sí, insistía Betita, miren, miren, tiene el mismo collar, la patita chueca, la mancha en la oreja, ¡¡es Coco, qué felicidad!! y lo hacía upa como si fuera un bebé. Que te cuento cuando llegó el Beto, ¡qué hace este perro acá! gritó. Es Coquito, que volvió. A los dos minutos ahí andaba el perro meando la pata de la mesa y arañando la puerta del cuarto donde el pobre Beto intentaba ver el partido por la televisión, y vos viste cómo es, mucho no aguantó. Dio un salto, agarró al Coco del cogote y al grito de este perro de mierda no me jode más la puta que lo parió, le hizo una seña al Betito, vení, acompañame y salió dando un portazo. ¡Ay, nooo!, ¡que es el Coco que volvió!; ¡volvió las pelotas!, dijo el Betito y siguió airoso detrás de su padre. Se fueron hasta la casa de la vieja y sin que nadie los viera, alzaron al perro y lo hicieron volar a través del cerco hasta que el Coco aterrizó, en perfecto estado, eso sí, en el jardín de la vieja... con su patita chueca y todo, cayó como un gato, mirá.
Reinó la paz en el hogar hasta que al rato, una hora, no más, recibe el Beto un mensaje de texto de su amigo, el vecino de la señora en cuestión. ¡¡Che, boludo, acá me dice la vieja que tiene dos Cocos en el jardín!!
26 comentarios:
Doy por sentado que la viejita no le daba al escabio, asi que supongo que Coco tenía un clon con las mismas mañas.
¿O será que todos los salchichas hacen lo mismo?
Desconozco el tema, porque las únicas salchichas que vi en mi vida, estaban en la heladera y terminaron en la cacerola.
Besiitos
jajajaja ... las apariencias engañan. Moraleja: es importante no quedarse con la primera impresión y chequear la información
No sé si pensar pobre Beto o pobre Coco, ¿o pobre vieja?
Me encantó como lo narraste!!!
Ajajaja! Y al final qué pasó con Coco II???
Eso pasa porque los salchicas son todos iguales: chuecos y cabrones (como ciertos señores...)
Besos!!
Era el hijo no reconocido de Coco!!!
Defensa pro Coco YA!
Estrella,
dicen que los perros se parecen a sus dueños y viceversa.
¿Será el caso?
fraterno
js
Yo pensé que Coco iba a terminar asesinado, y resulta que al final se duplicó. Algunas criaturas nacen con suerte...
¡¡¡Clonaciones de Cocos!!! o ¡¡la invasión de los Cocos!!...
Digalé a su amiga, que si le vuelve a aparecer "otro Coco", ¡¡que también lo revolee al jardín de la vieja!!...
Siempre hubo dos Cocos, lo que pasa es que los gemelos salchicha se cuidaban para que nadie los vea juntos. Cuando uno estaba en la casa, el otro se perdía por el vecindario.
Cuando echaron a uno, el otro lo siguió, y también continuaron con el simulacro durante tres años en la casa de la vieja. Cansados por tanto esfuerzo urdieron la tramoya que usted cuanta para tener una vejez sosegada juntos.
jajaja el viejo plot del gemelo maligno uau!
Querida Estrella,
Me encantó esta paráfrasis bíblica de la multiplicación de los cocos! Conocí a algunos salchichas (siempre hablamos de perros, claro) y, a pesar de que soy más bien "de los gatos" (siempre hablamos de gatos, claro), me han ganado algunas simpatías.
Recuerdo ahora a Drushock, cabrón y chueco, por supuesto, con la asquerosa costumbre de cazar cucarachas y luego revolcarse sobre ellas.
Era obedientísimo. Respondía a cualquier orden que se le diera, aunque con una condición: debí ser dicha en ruso, pues como su nombre (que significa "amiguito") lo indica, el canino se crío en casa con mucho vodka.
Cariños!
P.
Lo mas incríeble del cuento es que haya alguien que pueda convivir con un ser tan horrible como un perro salchicha. No digamos dos.
Saluods
biennn, recuperé tu blog!!! besos
Dos Cocos?
Hoy suena a mucho!
Ja!ja!ja!....Pobre perro, resulta que termina siendo un ncomprendido. Que falta de ingenio del dueño: todos los perros pillan para marcar su territorio lo que está más cercano a su altura, en este caso las patas de la mesa o de las sillas.-
Gracias!!! por visitarnos Estrella.- T.M.
STELLA,
¡Andá a cuidar a tu hija! ¿qué hacés por acá?
MARCELA,
Deberían haberle hecho un examen de ADN al perrito gruñón.
DR 7
Pobre todos!
ANGIE,
Brillante lo tuyo, angie. ¿cómo no se nos ocurrío?
WONDER,
Qué suerte que te gustó, estaba que sí que no... pero me reí tanto cuando mi amiga me lo contó que dije: más sí!
JOSÉ,
No, no, no, en este caso no. Los dueños no se merecían un perro cabrón, más bien un caniche ¿toy?
YONI,
Vos sabés que yo también, pobre Coco, le imaginé un destino digno de Crónica TV.
CANDOROSA,
Clonaciones de Cocos, qué miedo, un mundo invadido por perros salchichas!!!
MENSAJERO,
Buenísima la dupla de cocos, no esperaba menos de tu creatividad sin límites. Da para una película de suspenso o una obra maestra más sobre el tema del doble y de la duplicación. Gracias, Mensajero.
POL MARÍAS,
¡Tanto tiempo! Un gusto verte por acá. Me hiciste reír con los cuentos de los perros-perros y los gatos-gatos. ¿Qué fue de la vida del salchica ruso? ¿tuvo descendencia?
Saludos!
HERIDA DE PARIS,
lindos no son y si además tienen mal caracter, más vale perderlos que encontrarlos (en la casita de la vieja, pobrecita).
HORACIO,
Ni leíste, che!
MICKEY,
Verdad, mejor no toquemos el tema...
M.T.
¿Pero se pasan la vida marcando el territorio? Este Coco necesitaba terapia.
Un beso grande!
los provincianos cuentan muy bien sus cosas.
No le voy a robar el copyright a Mensajero, se le ocurrio a él, yo solo lo exprese en palabras.
Ajajá! Morí de risa. Sos una fenómena relatando Estrella.
Cocos mellizos, clonados? O los Betosos andan mal del coco? En fin. Buenísimo.
Ah! dice "mi boina" que "cómoteatreves" a comparar a un salchicha con un gato. Se ofendió la gordaaa! Un beso.
No paro de reirme desde ayer, es tan bizarro. Me recordó a mi perro de niña "Beto" que regalamos porque era insufrible como Coco.....gran historia, la voy a compartir con mi gente. Besos Estrella, y te leo siempre eh! pero no soy muy fan de los comments, soy de hacer zapping rápido.
JANFI,
Sí que saben contar, tienen las horas de la siesta, y las del mate, y la noche noctámbula y demás.
ANGIE,
Mensajero no se enoja!
DE LIRIUM,
No le cuentes nada a la gatita, que me va a arañar...
BERNARDITA,
Qué gusto! Paseé por tu lugar: ¿qué es eso del club del chancho va???
No la tuvo, Estrella, tristemente. Espichó no hace mucho sin crías, al menos, reconocidas.
Cariños
P.
Janfi, i´m not perfect. Just old.
fraterno
js
Buenísimo, no paré de reirme. Pobres Cocos, no pueden explicar que las características de su raza los hacen tan similares...
Jaja, ¡qué gracioso relato! Me imagino la sorpresa de la vieja, no debería entender nada. Ahora, todos los salchichas tendrán esa costumbre de la pata de la mesa?
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