Estoy cansada de que de un lado y del otro me vendan una realidad editada, con resaltados en amarillo fluorescente y subrayados a media página.
Ya no creo en nada ni le creo a nadie, salvo a algunos pocos porque los conozco y porque puedo dar fe de sus intenciones y capacidades, como Toty Flores, por ejemplo, al que cada tanto Artemio López intenta desprestigiar sin argumento alguno. Él es mucho mejor persona de lo que el sociólogo supone.
Ayer, cuando vi llegar a dos de mis hijos que venían de la Plaza, no me sorprendí ni un segundo cuando les pregunté si por casualidad se habían encontrado, y ellos, agotados, tranquilos, me contestaron que no, que claro que no, porque las agrupaciones en las que cada uno milita se pelean: cuando una ingresa en la Plaza, la otra se retira. Cierto que son hermanos y que hay amor entre ellos, tanto, que ahí estaban, cada uno con su remera identificatoria, conversando y contándose las propias impresiones.
Pero no quiero desviarme de lo que en realidad necesito decir, aunque me de un poco de miedo. No miedo al poder, por supuesto, yo no soy nadie. Miedo a los insultos, sí, y a las malas interpretaciones.
No soy de derecha, más bien siempre me sentí cerca de la izquierda, aunque me pregunto que importancia tiene definirse y definir cuando lo que de verdad cuenta es qué país quiere cada quien, para qué se trabaja y con qué sentido se vive.
No voté a K porque en aquellos años era poco lo que sabía sobre él. Un buen amigo que vive hace tiempo en Puerto Deseado, hombre de una integridad y de una hombría de bien admirable, me había hablado sobre la forma de gobernar de los K. De Néstor y de Cristina. Ese alerta fue suficiente para mí, pero confieso que los primeros meses de gobierno kirchnerista lograron entusiasmarme: lo que habían hecho con la Corte Suprema, supuse yo entonces, era apenas la punta del ovillo de lo que sería el comienzo de un nuevo y renovado modo de gobernar.
No voy a relatar mi camino hacia el desencanto, porque el entusiasmo duró apenas un suspiro.
Si bien estoy de acuerdo con muchas medidas del Gobierno, no puedo, por más que quiera, sentirme parte del grupo que los apoya porque en la mayoría de los casos, además de que no me gusta la manía de chumbar, me resulta imposible aceptar ciertas conductas.
Es verdad que un proyecto de país no se pone en marcha sin rispideces y desencuentros, ni que se llega a destino en un santiamén. Pero así, a los gritos, a fuerza de chicanas y mentiras, no se podrá jamás construir un país como el que yo sueño.
Tampoco me siento en la misma vereda con respecto a los Derechos Humanos. No puedo evitar cierta confusión interna cuando los escucho adueñarse (sí, por qué no usar esta palabra que circula tanto en estos días) de una reivindicación que empezó en épocas de Alfonsín, a pesar de sus luces y sus sombras. Memoria, sí. Justicia, también. Porque sin memoria y sin justicia jamás superaremos esos años negros, que nunca más deberán volver. Pero para eso tenemos que sumarnos en el mismo deseo, convencernos, si es necesario, dejando de lado las polarizaciones que nos enredan hasta el punto de la exacerbación.
Tampoco puedo, ni por un instante, acordar con el engranaje político cada vez más encastrado de los poderes del conurbano bonaerense, porque sería decirle sí a ése más de lo mismo que desde hace años vengo repudiando.
No me alcanza sentir a veces que los enemigos de los K son también los míos o acordar en la necesidad de un Estado con más presencia, porque el Estado que yo quiero debe ser solidario, equitativo, justo y transparente.
Si hablamos del tema de los medios, ahí acuerdo en una serie de cuestiones. Soy consciente de la manipulación de los TN y otros noticieros que me rompen la cabeza y a los que les veo el revés de la trama, pero tampoco puedo sumarme al discurso del programa 6,7,8, porque también ahí soy consciente y a partir de esa conciencia no puedo menos que reaccionar frente al discurso machacador de Gvirtz y Barone. Además, los pobres televidentes argentinos ya tenemos horas hombre de informes de TVR sobre la realidad nuestra de cada día, como para no darnos cuenta de que una cosa es tal asunto y otra muy distinta, la verdad sobre tal asunto. Hay construcción en TN, y hay construcción en 6,7,8.
Así y todo me uní al grupo 6,7,8 de Facebook -que no es lo mismo que hacerse "fan"-. Me interesa saber cómo miran la realidad los que apoyan al gobierno, porque además de que doy por hecho las buenas intenciones, no es cuestión de andar siempre rodeado de iguales. Me interesaba ver algunos informes y quizás conversar un poco, cosa que he logrado con algunos participantes, luego de saltar la valla de la dicotomía amigo-enemigo, y pudimos instalrnos en una buena conversación, sin agresiones ni insultos. Claro que antes tuve que preparar el terreno, para que no me saltaran derecho a la yugular cuando les cuestioné el afán de enemistarse con el otro.
Podría hacer una larga lista de lo que no me gusta del gobierno de los K: los números del Indec, las campañas sucias que sufrieron Enrique Olivera y De Narváez, los sucesos de Misiones, las acusaciones a Pino Solanas, las patoteadas de Delía, el manejo del conflicto con el campo, el extraño apoyo al juez F. Márquez, el adelanto de las elecciones, la corrupción casi silenciada de Jaime y Micheli, los discursos encendidos contra cualquier periodista que se les ponga en el camino.
Pero lo que más importante, lo que de ninguna manera puedo digerir a pesar de mis esfuerzos, cuando veo los aciertos de algunas de las cosas que hacen, es el clima de odio que instalaron, casi con un chasquido de dedos. Unos por aquí, otros por allá y a odiarse con toda la fuerza de nuestros pobres corazones.
Ellos son, para mí, los principales responsables de este ambiente enardecido que estamos viviendo. Golpistas, destituyentes, traidores y enemigos se esconden detrás de cada esquina, mientras entre acusaciones que van y vienen, se empuja debajo de la alfombra los graves problemas de algunas provincias y el desamparo de los sectores más vulnerables. Claro que el nuevo subsidio para la Niñez ayuda, pero hace falta más y más. Cambios desde más allá, desde el vamos, desde los acuerdos, desde las sumas. ¿Por qué no? Habrá otras herramientas y otros modos para hacerle frente a los intereses de los sectores más reaccionarios.
Todo es ataque, odio, bronca, como si ya no hubiéramos tenido bastante. Lejos de aquietar las aguas, se las revuelve con saña y se deja como legado que ésa y no otra, es la forma de liderar un cambio. Yo no creo que sea así.
Tampoco puedo simular que no veo lo que veo: personas cuestionables, enriquecimientos repentinos, el orgullo con el que algunos funcionarios presentan batalla, pero también el miedo de otros; las mentiras alevosas de Aníbal Fernández y su tupé cuando asegura que él siempre habla con la verdad.
Y dejo para lo último dos o tres cosas que decididamente me sacan de la cancha, aunque quiera entrar, cada tanto, movida por algún entusiasmo pasajero: las candidaturas testimoniales de la última elección, una tomadura de pelo que de ninguna manera pude digerir. Una desfachatez, un desprecio hacia cada uno de nosotros, con el agravante de que si uno en su momento se animaba a cuestionarlo, era acusado de ser de derecha-golpista-destituyente-oligarca, por no ser capaces de ver y comprender que lo que en realidad se buscaba era demostrar que el bueno de Scioli, que medía en las encuestas, apoyaba el modelo de los K. Casi una travesura de niños, indigna de los responsables de conducir a un país.
Y así nos van enredando en una telaraña tramposa, y nos obligan a gritar: "¡ey!, que yo también quiero la distribución de la riqueza, un país mejor para todos, solo que de otra manera".
Y como hablo de riqueza, me animo y lo digo: si hubiera sido Lilita Carrió una mujer de botox y rellenos, dueña de hoteles sureños y poseedora de una riqueza enorme, la panzada que se hubieran dado algunos kirchneristas.
A mí me hace ruido, no me cierra y no me gusta que sea tan pero tan rico el matrimonio K, cuando casi todos nosotros hacemos malabares para llegar a fin de mes y muchas noches no nos podemos dormir pensando en el futuro de nuestros hijos. Yo les dejaré como herencia este blog y mis ganas y mis sueños de construir entre todos, sumando ganas y voluntades, con paciencia y esfuerzo, un país mejor para todos.
Ya no creo en nada ni le creo a nadie, salvo a algunos pocos porque los conozco y porque puedo dar fe de sus intenciones y capacidades, como Toty Flores, por ejemplo, al que cada tanto Artemio López intenta desprestigiar sin argumento alguno. Él es mucho mejor persona de lo que el sociólogo supone.
Ayer, cuando vi llegar a dos de mis hijos que venían de la Plaza, no me sorprendí ni un segundo cuando les pregunté si por casualidad se habían encontrado, y ellos, agotados, tranquilos, me contestaron que no, que claro que no, porque las agrupaciones en las que cada uno milita se pelean: cuando una ingresa en la Plaza, la otra se retira. Cierto que son hermanos y que hay amor entre ellos, tanto, que ahí estaban, cada uno con su remera identificatoria, conversando y contándose las propias impresiones.
Pero no quiero desviarme de lo que en realidad necesito decir, aunque me de un poco de miedo. No miedo al poder, por supuesto, yo no soy nadie. Miedo a los insultos, sí, y a las malas interpretaciones.
No soy de derecha, más bien siempre me sentí cerca de la izquierda, aunque me pregunto que importancia tiene definirse y definir cuando lo que de verdad cuenta es qué país quiere cada quien, para qué se trabaja y con qué sentido se vive.
No voté a K porque en aquellos años era poco lo que sabía sobre él. Un buen amigo que vive hace tiempo en Puerto Deseado, hombre de una integridad y de una hombría de bien admirable, me había hablado sobre la forma de gobernar de los K. De Néstor y de Cristina. Ese alerta fue suficiente para mí, pero confieso que los primeros meses de gobierno kirchnerista lograron entusiasmarme: lo que habían hecho con la Corte Suprema, supuse yo entonces, era apenas la punta del ovillo de lo que sería el comienzo de un nuevo y renovado modo de gobernar.
No voy a relatar mi camino hacia el desencanto, porque el entusiasmo duró apenas un suspiro.
Si bien estoy de acuerdo con muchas medidas del Gobierno, no puedo, por más que quiera, sentirme parte del grupo que los apoya porque en la mayoría de los casos, además de que no me gusta la manía de chumbar, me resulta imposible aceptar ciertas conductas.
Es verdad que un proyecto de país no se pone en marcha sin rispideces y desencuentros, ni que se llega a destino en un santiamén. Pero así, a los gritos, a fuerza de chicanas y mentiras, no se podrá jamás construir un país como el que yo sueño.
Tampoco me siento en la misma vereda con respecto a los Derechos Humanos. No puedo evitar cierta confusión interna cuando los escucho adueñarse (sí, por qué no usar esta palabra que circula tanto en estos días) de una reivindicación que empezó en épocas de Alfonsín, a pesar de sus luces y sus sombras. Memoria, sí. Justicia, también. Porque sin memoria y sin justicia jamás superaremos esos años negros, que nunca más deberán volver. Pero para eso tenemos que sumarnos en el mismo deseo, convencernos, si es necesario, dejando de lado las polarizaciones que nos enredan hasta el punto de la exacerbación.
Tampoco puedo, ni por un instante, acordar con el engranaje político cada vez más encastrado de los poderes del conurbano bonaerense, porque sería decirle sí a ése más de lo mismo que desde hace años vengo repudiando.
No me alcanza sentir a veces que los enemigos de los K son también los míos o acordar en la necesidad de un Estado con más presencia, porque el Estado que yo quiero debe ser solidario, equitativo, justo y transparente.
Si hablamos del tema de los medios, ahí acuerdo en una serie de cuestiones. Soy consciente de la manipulación de los TN y otros noticieros que me rompen la cabeza y a los que les veo el revés de la trama, pero tampoco puedo sumarme al discurso del programa 6,7,8, porque también ahí soy consciente y a partir de esa conciencia no puedo menos que reaccionar frente al discurso machacador de Gvirtz y Barone. Además, los pobres televidentes argentinos ya tenemos horas hombre de informes de TVR sobre la realidad nuestra de cada día, como para no darnos cuenta de que una cosa es tal asunto y otra muy distinta, la verdad sobre tal asunto. Hay construcción en TN, y hay construcción en 6,7,8.
Así y todo me uní al grupo 6,7,8 de Facebook -que no es lo mismo que hacerse "fan"-. Me interesa saber cómo miran la realidad los que apoyan al gobierno, porque además de que doy por hecho las buenas intenciones, no es cuestión de andar siempre rodeado de iguales. Me interesaba ver algunos informes y quizás conversar un poco, cosa que he logrado con algunos participantes, luego de saltar la valla de la dicotomía amigo-enemigo, y pudimos instalrnos en una buena conversación, sin agresiones ni insultos. Claro que antes tuve que preparar el terreno, para que no me saltaran derecho a la yugular cuando les cuestioné el afán de enemistarse con el otro.
Podría hacer una larga lista de lo que no me gusta del gobierno de los K: los números del Indec, las campañas sucias que sufrieron Enrique Olivera y De Narváez, los sucesos de Misiones, las acusaciones a Pino Solanas, las patoteadas de Delía, el manejo del conflicto con el campo, el extraño apoyo al juez F. Márquez, el adelanto de las elecciones, la corrupción casi silenciada de Jaime y Micheli, los discursos encendidos contra cualquier periodista que se les ponga en el camino.
Pero lo que más importante, lo que de ninguna manera puedo digerir a pesar de mis esfuerzos, cuando veo los aciertos de algunas de las cosas que hacen, es el clima de odio que instalaron, casi con un chasquido de dedos. Unos por aquí, otros por allá y a odiarse con toda la fuerza de nuestros pobres corazones.
Ellos son, para mí, los principales responsables de este ambiente enardecido que estamos viviendo. Golpistas, destituyentes, traidores y enemigos se esconden detrás de cada esquina, mientras entre acusaciones que van y vienen, se empuja debajo de la alfombra los graves problemas de algunas provincias y el desamparo de los sectores más vulnerables. Claro que el nuevo subsidio para la Niñez ayuda, pero hace falta más y más. Cambios desde más allá, desde el vamos, desde los acuerdos, desde las sumas. ¿Por qué no? Habrá otras herramientas y otros modos para hacerle frente a los intereses de los sectores más reaccionarios.
Todo es ataque, odio, bronca, como si ya no hubiéramos tenido bastante. Lejos de aquietar las aguas, se las revuelve con saña y se deja como legado que ésa y no otra, es la forma de liderar un cambio. Yo no creo que sea así.
Tampoco puedo simular que no veo lo que veo: personas cuestionables, enriquecimientos repentinos, el orgullo con el que algunos funcionarios presentan batalla, pero también el miedo de otros; las mentiras alevosas de Aníbal Fernández y su tupé cuando asegura que él siempre habla con la verdad.
Y dejo para lo último dos o tres cosas que decididamente me sacan de la cancha, aunque quiera entrar, cada tanto, movida por algún entusiasmo pasajero: las candidaturas testimoniales de la última elección, una tomadura de pelo que de ninguna manera pude digerir. Una desfachatez, un desprecio hacia cada uno de nosotros, con el agravante de que si uno en su momento se animaba a cuestionarlo, era acusado de ser de derecha-golpista-destituyente-oligarca, por no ser capaces de ver y comprender que lo que en realidad se buscaba era demostrar que el bueno de Scioli, que medía en las encuestas, apoyaba el modelo de los K. Casi una travesura de niños, indigna de los responsables de conducir a un país.
Y así nos van enredando en una telaraña tramposa, y nos obligan a gritar: "¡ey!, que yo también quiero la distribución de la riqueza, un país mejor para todos, solo que de otra manera".
Y como hablo de riqueza, me animo y lo digo: si hubiera sido Lilita Carrió una mujer de botox y rellenos, dueña de hoteles sureños y poseedora de una riqueza enorme, la panzada que se hubieran dado algunos kirchneristas.
A mí me hace ruido, no me cierra y no me gusta que sea tan pero tan rico el matrimonio K, cuando casi todos nosotros hacemos malabares para llegar a fin de mes y muchas noches no nos podemos dormir pensando en el futuro de nuestros hijos. Yo les dejaré como herencia este blog y mis ganas y mis sueños de construir entre todos, sumando ganas y voluntades, con paciencia y esfuerzo, un país mejor para todos.
24 comentarios:
Muy bien, Estrela. Te quiero en en Congreso. Hablaremos con Lilita.
No podrías haber sido más clara. Jamás más clara. No creo que vayas a arrepentirte. Fue un gran aporte. Salut!
Soy Marina
Me encanta tu interés por el pais, y sabés que lo comparto casi todo con vos, pero creo que hay una falla en el sistema y esos no permite a la gente como vos, como nosotros, que podamos llegar a dar una mano, o muchas, sin el riesgo de terminar presos o totalmente desprestigiados.
El juego está armado así, y no es fácil reomper la trenza.
Beso estrella
Justamente, sabe... ayer estaba pensando algo de lo que comentó por encima en su interesante análisis:
El adueñamientode los derechos humanos. Los K fueron los responsables de haber politizado un hecho que no merece punto de discusión. Yo creo que mucha gente -equivocada o no- no participó de una marcha por el hecho de sentirla tan politizada. Mucha gente sintió que conmemorar el 24 de marzo era brindarle un fuerte apoyo al gobierno. Y es triste.
Me recuerda la época en que uno era tildado de facho por el hecho de tener la escarapela puesta un 25 de Mayo.
En algún momento la derecha también se adueño del término "amor a la patria".
Y sabe... la culpa es nuestra, que así como nos dejamos robar nuestro patrimonio y nos estamos dejando robar nuestro futuro, también regalamos nuestros derechos. Nuestros derechos humanos. Y nuestros derechos a estar orgullosos.
Saludos
Estrella: me inclino y la felicito. Yo voté a los Kirchner, pues viví en una provincia donde dominó siempre el apoyo a una familia. Pensé que iba a encontrarme con situaciones parecidas. Lamentablemente me tocó jugar fuerte en mi lugar de trabajo, hasta que dije basta. Pero no solo viví sino que ví muchas cosas. Primero : el poder se mantiene de lo que se roba para la corona. Segundo: para llegar se crean compromisos que luego hay que cumplir, no solo internamente sino con los paises líderes del cono sur, del norte y las distintas potencias. Antes de llegar al poder uno se encuenta atado de pies y manos. Cada puesto jerárquico en cualquier organismo público tiene que rendir monetariamente al superior y este al superior y así sigue la cadena. Dejan a algunas personas decentes para mantener la fachada, pero a esas mismas personas se las desgasta exigiéndole cada vez más.
Cuando se llega a Capital el primer puesto de relevancia es entre otros la caja de Municipio: Banco Ciudad. De allí el próximo escalón es la Intendecia de la Ciudad, o como ocurrió esta vez: el Mercado de valores y la vicepresidencia de economía. Eso es lo menos. Prefiero conversarlo en otro momento , pues recordarlo me hace mal. Por no tranzar, así quedé; perdí mi salud y mi trabajo y los que otrora me homenajearon con una medalla a mi labor. Ahora ni se acuerdan de mi nombre. Un abrazo. Bueno, por ahora puedo hablar aquí.
No debería ni ocurrírsete el arrepentimiento si no vivieras en un régimen que ha exacerbado las diferencias, que todo el tiempo te obliga a aclarar "de qué lado estás", sin matices, sin tolerancia. Si uno no hace profesión explícita de la supuesta ideología del gobierno, uno trabaja para alguna "corpo". ¿Y cuál es esa ideología? No me queda clara. Pero ellos no fundaron los derechos humanos ni la distribución del ingreso, la libertad de expresión o la superación cultural y económica de la población. Es más, no estoy seguro que contribuyan demasiado a ninguna de estos puntos. Sería deseable disentir y acordar de acuerdo al caso sin tantas aclaraciones, sin un solo resquemor. Poder ser un ciudadano que apoya al gobierno que apoya a todos, y no estar en medio de una pelea por el puro poder entre malos y peores.
Has expresado muy claramente lo que yo siento y pienso. Nada que agregar, o quizás mucho, pero sería más de lo mismo. Decepciones... dolores... bronca... indignación... incredulidad en lo que veo y escucho... algo de esperanza en que algo bueno tiene que surgir en algún momento.
No tengo cable pero a veces miro el 13 (un resumen de TN) y también miro 678... escucho a Magdalena y a Víctor Hugo... ninguno logrará hacerme creer que son dueños de la verdad... yo encuentro lo que creo verdadero desenroscando la víbora que nos quieren enroscar desde tantos extremos.
Confieso que me extrañó ver en Fb que eras miembro de 6 7 8, ahora lo entiendo, claro.
Un abrazo
Claro, lo que pasa Estrella es que en el 2007 cuando charlábamos entre todos, era un clima light y eso no era la Argentina.
Desde realistas y patriostas, unitarios y federales siempre ha habido dos bandos.
Me parece que (sea una del bando que sea) es mejor cuando se delimitan y no cuando hay una política light.
Coincido con varias opiniones tuyas y con varias de Delirium.
Pero yo a este blog venía a buscar poesía, literatura.. Ufa! Que vuelvan Bioy y Silvina!
En general prefiero no opinar sobre estos temas en este ámbito, porque cuando opiné me gané varios indeseables en la casilla de correo. Y por mucho tiempo. Sin embargo quiero señalar que coincido con varias cosas de las que usted dice.
Un saludo.
MUCHAS GRACIAS a todos por leerme y por la respuesta.
Y no, no me arrepentí. Esto es lo que me salió escribir esta mañana, después de leer los dirios y dar una vueltas por algunos blogs.
Mañana seguimos conversando, pero sepan que leí atentamente cada uno de sus comentarios.
Hasta mañana y gracias, otra vez.
El anónimo sintetiza el nivel de discusión que se puede realizar.
A veces prefiero callar y dejar que los necios se digan a sí mismos.
Condesa, verás que borré las amables y cobardes palabras del anónimo. Ningunas ganas de entrar en diálogo con él/ella.
Gracias!
No coincido del todo, o en realidad coincido pero tengo varios "peros" en el medio.
Lo mismo que mencionás ocurre en el otro sentido. En muchísimos ámbitos parece que sólo valiera la crítica, y avalar cosas y decirlo fuera vergonzoso. Ni que hablar de hacerlo en ámbitos "intelectuales".
Yo no sé quién encendió el fuego (parafraseando a Billy Joel), tal vez teníamos alguna ceniza mal apagada hace años dentro nuestro, tal vez somos todos nosotros un volcán en potencia. Pero un país mejor queremos todos.
El problema es definir dónde está la coincidencia en eso que llamamos "un país mejor", en cómo llegar a eso y qué representa para cada uno.
Y por último, a mi me alegra que en este blog también aparezcan estas reflexiones tan necesarias.
abrazos.
Yo estoy como Dante Alighieri y la entrada a Argentina..digo al infierno... ya perdida toda esperanza...
Todo es odio, rencor y venganza..por si no escuchó el discurso de Hebe de Bonafini.
Mientras el "tupamaro" Mujica que no sabe usar computadoras, usará reservas de su pais para escuelas, computadoras ahora para todos los alumnos secundarios, y trenes... nosotros la utilizamos para pagar bonos a los fondos buitres amigos del poder!
Ah! ¿sabia que el abuelito Kirchner era el mayor usurero de la provincia de Santa Cruz?
Lo dice el historiador Osvaldo Bayer:
"El suizo Karl Kirchner colaboró en 1920 con el Ejército argentino en la matanza de trabajadores en la Patagonia y fue prestamista en la ciudad de Río Gallegos.
En 1974, Bayer publicó su obra de investigación La Patagonia rebelde revelando los fusilamientos de miles de peones rurales por el Ejército en 1920 y 1921, porque hacían huelgas revindicando mejores condiciones de trabajo.
En base a aquella investigación se realizó la película homónima La Patagonia rebelde que fue prohibida por el entonces Gobierno de Juan Perón. Amenazado por la banda terrorista Triple A, en 1975, Bayer debió refugiarse en Berlín hasta el final de la dictadura militar en 1983.
“Karl Kirchner era el fotógrafo de los militares. Los acompañaba y sacaba las fotos de los obreros que eran detenidos ilegalmente y luego fusilados” detalló Bayer, y mostró a la revista Noticias los retratos de aquellas capturas, a cuyo pie el propio reportero escribía “los revoltosos” en referencia a los huelguistas.
Bayer también explicó que el abuelo de Kirchner facilitaba dinero a quien se lo pidiera en Río Gallegos a cambio de una devolución con suculento interés. “Tenía un restaurante con señoritas ¿Me entiende?”, dijo el historiador para referirse en forma elegante al tipo de actividad a la que se dedicaba Kirchner abuelo y agregó: “Además era prestamista o usurero, como se decía en aquella época”.
NdelaR Cuando fui al estreno de la película "La Patagonia Rebelde" allá por 1974, en el cine Broadway, tuvimos que desalojar la sala por amenaza de bomba..y pasaron 36 años y ahora estamos...mejor? igual? peor?..
No por la bomba..sino por el respeto de la opinión del otro y diálogo....me pregunto...
Como simple ciudadana pido grandeza, lo que vos tan,tan bien decís!, pido gestos, entrega, pido manos limpias y una mirada de estadista y no de chiquitaje. Nuestros dirigentes, nuestra presidenta, son nuestros empleados aunque no les guste no son nuestros patrones, ni nuestros jefes, obvio que con el poder acumulado y el dinero conseguido por situaciones sospechosas creen serlo. No son dueños de los derechos humanos, ni de la verdad absoluta, ni de la justicia (aunque me ilusioné en algun momento con la corte), no son dueños de decirme que canal tengo que ver ni que radio tengo que escuchar, no. , ni qué libro no tengo que leer. Y me quedo pensando que únicamente un autoritario necesita escuchar lo que quiere o lo que necesita escuchar,y con su dedito descalificador imponer, ordenar, no Sra. esto si no lo sabe es una democracia, la que tanto esfuerzo nos costó conseguir. Entonces por momentos como vos siento miedo, mucho miedo.
Filo
Minombremesabeahierba:
Interesante, no sabía lo del amigo Karl. Pero me parece que nadie puede hacerse cargo del accionar de sus antepasados. Creo que tomar esos datos de la historia en contra de alguien, nos lleva a convertirnos en lo mismo que criticamos.
Quizás mi abuelito era torturador, mi tío era usurero y mi bisabuelo era asesino. De hecho mi padre apoyó -ideológicamente, aclaremos- el golpe de estado del ´76.
Pero eso no me convierte en la misma persona
Saludos.
Leo el post; abro el cuadro para hacer un comentario...lo cierro.
Lo abro otra vez.
¿Qué decir?, ¿para qué? es tan largo, tan complejo, y esta tanta ya mi convicción de la inutilidad de la discusión...no hace falta más que leer otros blogs, otros post, otros comentarios...habría que remontarse tanto hacia atrás, para comprender desde donde venimos, desde qué interpretación de nuestra historia, y porqué llegamos a nuestro pensamiento de hoy.
Ahí están los hechos y cada uno tiene su interpretación sobre los mismos.
Respeto la tuya; comparto muchas de tus afirmaciones.
No todas.
AM,
Con Toty, hasta el fin del mundo, pero con Lilita... mmm, no. Para seguir conversando, lástima que nos agarró el fin de semana.
MARINA,
Son cosas que tenía atragantadas, mi temor y mi arrepentimiento tienen que ver con los comentarios de los anónimos, que por suerte no llegaron. Sólo uno, el de siempre.
CONOCIDO,
Yo no sabría cómo, no tengo la capacidad ni la polenta, ni la templanza. ¿Vos?
WAITMAN,
En la Plaza estaban los que apoyan al gobierno y también los que no, de ahí que algunas columnas se retiraran cuando llegaban los grupos opositores. Así y todos, seguramente fue una fiesta para muchos.
Lo terriblemente injusto es pensar que porque uno no está con los K en una serie de cuestiones, es de derecha o le importa un pito los Derechos Humanos, y eso no es así. Claro que hay grupos que estarían felices de olvidar, cosa que yo no comparto. Pero una cosa es la memoria y la justicia, y otra, potenciar el odio y los desencuentros. Gracias por pasar y conversar conmigo!
T.M.
Ya algo nos habías contado. No fueron esos años buenos para nadie. Y el asunto del poder y las ataduras que te dejan pegado al que pisa más fuerte es uno de los principales defectos de la democracia. Habrá que ir perfeccionándola, a fuerza de buenos gobernantes, solidaridad, entre otras cosas.
CABALLERO DE LA LUNA,
Exactamente, es lo que está pasando. A la menor discrepancia, el juicio cae sobre el que habla, y al instante uno se convierte en eso que no es. Rarísimo. Yo tampoco tengo clara cuál es la ideología del gobierno, hay una discrepancia entre el decir y el hacer. Gracias, caballero!
DE LIRIUM,
Es que tampoco estoy en desacuerdo con todo. Si algo me parece bien, lo celebro. En cambio, lo que veo en 6,7,8, es que todo se mira y se mide desde una posición reactiva, de defensa y ataque, usando, además, las mimas armas que tanto critican.
Ojalá las cosas se vayan calmando...
Gracias por pasar!
ANGELINA,
Ahí está: más Silvina Ocampo, como pediste acá!
YONI,
Doblemente gracias, entonces. Por suerte, todo tranquilo...
NIPPUR,
Me gusto mucho tu comentario. Seguramente, estamos todavía sobre cenizas mal apagadas, y tal vez no deberíamos extrañarnos de tener que pagar este costo por lo mal que se hicieron las cosas hace 30 años. Mi "pero" sería: se puede intentar apgar ese fuego, y revivirlo a fuerza de fuertes soplidos.
Y tenés razón en lo que decís, todos queremos un país mejor. Será entonces que yo lo resalto porque a veces siento que se duda de lo que yo quiero. Quizás todos queremos lo mismo y solo nos estamos mal interpretando y atacando, en lugar de ver en qué puntos coincidimos, para así poder sumarnos.
Muy agradecida, nippur, me dejaste pensando.
MINOMBRE,
Veo que, como yo, estabas necesitando una catarsis!
Ya había escuchado lo que contás sobre Bayer y el abuelo de K. Si ese pasado hubiera sido el de el abuelo de Lilita o De Narvaez...
Hebe de Bonafini es una mujer muy dolida, pero también autoritaria y violenta. Estela de Carloto es otra cosa.
FILO,
Creo que la gente del gobierno piensa que hay que gobernar a cara de perro, para no perder fuerza y poder. Y qué mejor que enfrentar a un enemigo, es más fácil que convencer, esperar, consensuar. No debe de ser nada fácil estar en su lugar, lo sé, pero no puedo entender para qué tanto antagonismo, filo.
CARLOS G,
Pues, entonces, con más razón, valoro este comentario, que también me deja pensando.
No está mal ser rehén del fin de semana.
Bravo por Silvina!!!
Felicitaciones Estrella. Porque puedo discrepar con tu invitación al diálogo, sin bronca, con apertura, con amor.
Somos comunidad y, sin embargo, lo olvidamos permanentemente. Pero creo profundamente que el verdadero cambio viene de abajo; los políticos son sólo nuestro reflejo. ¿Por qué nos gustan tanto los uruguayos? Porque por ser como son producen un Tabaré, un Mujica... Ellos reflejan la sociedad que representan.
Cambiemos, sigamos conversando como lo proponés y, principalmente, hagamos algo concreto en la dirección del país que queremos. Sin duda, en algún momento, alguien nos va a representar... y, entonces, habremos superado este período de decadencia y desencuentros.
gracias por dar forma a mucho de lo que pienso
Ay qué tema Estrella.
¿Sabés que los K me han descolocado? Hay muchos políticos que no me banco, pero puedo escucharlos, a ellos dos no los soporto un minuto, es terrible, reconozco que con ellos no soy objetivo. Por eso mejor no opino.
AM,
Buena la idea, es cierto.
JOA, MARY,
Gracias.
KOBA,
Pues entonces más que agradecida de que me hayas leído.
Saludos!
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