14.9.10

Recuerdos I

"A mí me salvó la adolescencia". Cuántas veces, a lo largo de mi vida, me encontré repitiendo esta frase.
Porque yo llegué a los 12 años tímida, completamente aterrorizada -tan flaca y tan alta-, y rodeada de tres íntimas amigas que no me llegaban ni al hombro.


La causa de mi terror eran los varones y había llegado el momento de hacerles frente. Para mí eran como seres de otras galaxias, como arquetipos del mal, como amenazas andantes.
Mi casa era una casa de mujeres. No puedo contar a mi único hermano, porque en esa época convulsionada apenas tenía 2 años. (Con el ser varón de mi hermano me encontré mucho después).

Pero me fui de tema. Vuelva a la cuestión de la salvación.
Ya les insinué que yo me sentía realmente horrible, más que horrible, sufría por mi altura. Me sentía desgarbada y sin ningún encanto, ajena a esa gracia propia de las petisas. Si caminábamos las cuatro amigas por la calle, ahí iban las tres, proporcionadas, manuables, chiquitas y risueñas. Y en medio de tanto equilibrio, yo, que emergía incómoda y destartalada, como un obelisco enclenque.

Visto desde hoy resulta una exageración, pero vayamos hacia atrás, hacia el incómodo mundo de una chica de 12 años que ya medía 1,68 y que, seguramente, seguiría creciendo. En esos años, nada estaba más lejos nuestro que celebrar las curvas y las alturas desmedidas.

Los varones que empezábamos a conocer eran todos bajos, menos uno, que se llamaba Enrique.
Enrique era, lejos, el más buenmozo de todos. Se parecía a Kirk Douglas porque tenía el mismo canal profundo que cortaba su mentón de arriba abajo.

Una de mis amigas -de las petisas- que vivía a la vuelta de mi casa, tenía un montón de hermanos varones. Por eso no me gustaba ir hasta allá, pero si no había más remedio, me escabullía, sigilosa, para que no me vieran pasar. Qué seres extraños eran para mí, perdón por la insistencia.

Uno de sus hermanos era muy amigo del Enrique que se parecía a Douglas. Enrique tenía una hermanita en segundo grado, en el mismo colegio que yo, así que empezó a ir todas las tardes, nunca supimos si de verdad tenía que buscarla o sólo encontró la excusa para ver chicas (petisas, risueñas).

Desde ese momento, todo primer año empezó a morir de amor por él, incluida yo, aunque nunca me animé a confesarlo. Las chicas más lindas y simpáticas estaban locas por él, ¿cómo se fijaría en un fideo desabrido? Ni se me cruzaba por la cabeza.
Pero a pesar de mi aparente apatía, interiormente todo mi yo peleaba, a su manera, por el amor del hombre del tajo.

No podía decir "acá estoy, mírenme", no tenía armas para semejante conquista. Pero cada tarde, cuando volvía caminando del colegio con mis cuadernos apretados contra el pecho, me detenía unos segundos frente a un pino altísimo. Si miraba hacia lo alto, veía cómo la última punta de la copa del pino se tocaba con el cielo, siempre azul. Yo entonces cerraba los ojos, y así, rápido, como con cierto disimulo, decía: "árbol, sé bueno, ayudame, pedile a dios que haga algo para que él aunque se me mire una vez".
Continuará...

14 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

Esos árboles suelen cumplir los deseos más complejos. Espero que la haya escuchado.

Un saludo.

dr 7 dijo...

Ta bueno el relato. Qué habrá pasado con enrique, ¿sabe usted?

S. U dijo...

Qué lindo, me suena a Mujercitas de la may alcott, muy romántico.

lucia dijo...

siiiii, que continúe hoy!

Betina Z dijo...

Como dice Lucía, ¡que continúe hoy, Estre!...
Ah, y ya que estás,¿pondrías un planito de dónde se encuentra el pino ese?

Anónimo dijo...

este cuento es del tiempo de maria castaña

Anónimo dijo...

Los amores de la infancia son únicos, perfectos, sublimes.. que siga que siga me muero por seguir leyendo!!
Filo

Anónimo dijo...

che, Estre, a vos te salvó, a algunos/as nos arruinó la vida la adolescencia, jeje Uh, lo decía de verdad, snif.
Anónima N° 7

Mari Pops dijo...

ayyy que hermosa
espero next chapter
pd: me acorde de vos porque vi "tratame bien" en cuatro dias no me gusto mucho al ppio. pero dp. mejoro

cristina dijo...

Que divertido, quiero más enrique, que fue de su vida. la verdad que era alto y rebuenmozo.

Anónimo dijo...

Como te entiendo!!! con 1.69 a los 11 años, aterrizando en colegio de solo mujeres a los 10 años, y pelo rojizo... hoy está de moda y está todo bien....pero como se sufre.
Te salvó la adolescencia! como habrá sido esto?
A mi me salvó mi primer novio, y por suerte me reinvindicó frente a mi misma.
Que épocas dificiles.
Espero saber mas de Enrique!...el pino habrá cumplido?

un beso

Estrella dijo...

YONI,

Desde ese entonces, me quedó una cosa con los árboles...

DR 7

La verdad, no supe nada, por ahí andará!

S.U.

Ja, ojalá!

LUCÍA, BETINA,

Gracias, me dan valor :))
El pino sigue estando en los barrios de mi infancia. Pero me parece que vale cualquier pino, o cualquier árbol que parezca que toca el cielo, he ahí el secreto!

ANÓNIMO MALO,

¿Y?

FILO,

Ahora sigo, ya verás!

MARY POPPINS,

Dale tiempo a José, lo vas a querer de a poco, igual que a todos los personjes, ¡después contanos! ¿No te gusta cómo les dice "hijito/a" a los hijos?

CRISITNA,

Ja, acá mi hermana da fe de lo lindo que era el hombre del tajo!

NADASEPIERDE,

Exactamente, a los 11 años ya medía lo mismo que ahora, cm más o menos, y ODIABA ser alta, lo único que quería era ser petisa!
Los primeros grados de primaria fui a colegio mixto, pero por suerte en cuarto grado me cambiaron a uno de mujeres solas.
A los varones les tenía un miedo feroz! Gracias!!

ANÓNIMA 7

Es una etapa terrible. Una palabrita, una mirada, y nuestro mundo se desmorona... o no. Ya verás qué pasó con Enrique.

Anónimo dijo...

Para mi, siempre estuviste buenísima.

S. U dijo...

celebro el piropo de Conocido!
Che es kirk douglas o clint eastwood el de la foto???
Saludines